De La Hoya: “Si Dios me diera un solo combate más, elegiría a Trinidad”

Durante su última visita a Argentina para acompañar a su primo Diego en el combate que le otorgó el Título Mundial Juvenil súper gallo, Oscar de la Hoya charló en exclusiva para DIRECTV Sports

Por Maria Virginia Lenguitti | DirecTV Sports

Cayetano entrevistó a Oscar de la Hoya para “Vamos a la Caye”, el programa que se emite todos los miércoles por DIRECTV Sports (610 y 1610 HD), y encontró la historia del ex boxeador detrás del personaje multicampeón de seis categorías diferentes.

“En el centro del cuadrilátero, cuando el juez te explica las reglas antes de que suene la campana para pelear, siempre miraba hacia arriba, recordó De la Hoya y explicó que “nunca le miraba la cara al contrincante para recordar a mi madre en los momentos malos. Pensaba que no estaba ahí para ver la pelea y en todo que había sufrido antes de morir  por el cáncer. Eso me encendía “el fuego” para desahogarme con el contrincante”.

Oscar de la Hoya fue un boxeador de la década de los noventa y se ganó la admiración de muchos tras ganar la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992. Allí se ganó el apodo de Golden Boy y se lo dedicó a su madre que había fallecido meses antes.

Durante la entrevista con Cayetano, De la Hoya recordó los comienzos de su carrera profesional: “Cuando gane la medalla de oro, pensé que había logrado todo lo que tenía que lograr. La pasión, ese fuego dentro de mí, se apagó. Y, cuando gane la primera pelea profesional, quería más. En ese momento me pregunté: ¿solamente voy a ganar un campeonato mundial?”. Finalmente, sonriente y convencido de sus logros, le dijo a Cayetano que “uno se convirtió en diez, en seis divisiones diferentes y, obviamente, todo lo que sabes de la historia”, haciendo referencia a los títulos obtenidos.

Finalmente, Oscar De la Hoya confesó que “si viniera Dios y me dijera de pelear nuevamente un solo combate, elegiría la pelea con Trinidad (Félix “Tito”), campeón y de los mejores de Puerto Rico. Hasta el día de hoy, me duele no haberlo noqueado en los últimos asaltos. No fue una pelea fácil pero tampoco se me complicó porque tenía una estrategia perfecta: saltaba con las puntas de mis pies, no corría, estaba frente a él y era superior con golpes y combinaciones. No sé cómo y por qué, pero la pelea se la dieron a él”.

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