Buscan que Lomachenko-Rigondeaux sea un éxito en los Estados Unidos

Vendida casi por completo, la pelea entre Vasyl Lomachenko y Guillermo Rigondeaux va a ser un éxito para el Madison Square Garden, Nueva York y los aficionados puros y duros del boxeo. La pregunta que se hacen muchos, y especialmente el promotor inglés Eddie Hearn, es si será capaz de atraer a esos fanáticos de periferia que asoman su vista de cuando en cuando.

Hearn, que acaba de firmar a Daniel Jacobs, y busca ansiosamente un pedazo del pastel en el mercado de Estados Unidos, afirmó a boxingscene que resulta vergonzoso la poca curiosidad de aquellos fanáticos casuales por una pelea con ribetes históricos, con dos bicampeones olímpico  en liza.

De acuerdo con el hombre de negocios que dirige Machtroom Boxing, dominante en el emergente circuito británico, muy pocos fuera de los círculos estrechos del deporte conocen las rutilantes hojas de servicios de Rigondeaux y Lomachenko, quienes son mencionados en las listas de mejores libra por libra del mundo.

“Es una vergüenza realmente…y la gente [que lee estas declaraciones] pudiera decir ‘qué está hablando”, afirmó Hearn. “No es una pelea tan grande como debiera ser, porque es una pelea del negocio”.

Tal vez Hearn habla con un poco de mala espina. Si fuera él quien organizara la pelea no diría lo mismo, sino que volcaría todo su esfuerzo a venderla a como diera lugar. En Inglaterra ha tenido un éxito tremendo, pero recordemos que el antiguo Imperio Británico es apenas un veinte por ciento del mercado estadounidense.

Sin embargo, juguemos al abogado del diablo y démosle algún tipo de crédito a lo que dice Hearn, quien asegura que tanto el cubano como el ucraniano no han podido hacer impacto en los círculos mediáticos más allá de la prensa tradicional y las capillitas de internet que cubren el boxeo.

Desde que Top Rank se llevó su establo de fechas y púgiles de HBO a ESPN ha navegado con un éxito desigual. Si positiva fue la velada de Manny Pacquiavo vs. Jeff Horn con 4.4 millones de telespectadores, muy por debajo quedó la de Terence Crawford vs. Julius Indongo con 1.036.000 personas ante la pantalla chica, a pesar de tratarse de una unificación de fajas.

A Lomachenko tampoco le fue del todo bien en su debut el 5 de agosto por la cadena Lider Mundial en Deportes, pues su cita frente a Miguel Marriaga la contemplaron apenas 728.000 fanáticos, por debajo de los 832.000 que sintonizaron su último combate en HBO ante Jason Sosa.

¿Qué esperar entonces para Lomachenko vs. Rigondeaux? Personalmente creo que pudiera estar en el rango del millón de hogares. Más allá de su decadencia, Pacquiao todavía comanda la atención de buena parte del público y aún los dos campeones olímpicos no alcanzan el prestigio y la leyenda del filipino.

Pero no todo está perdido aquí. ESPN -con múltiples plataformas- llega potencialmente a 87 millones de hogares solamente en Estados Unidos, casi 55 millones más que HBO, una cadena premium que exige pagos superiores y cuya relación con Rigondeaux dejó mucho que desear, desde la exposición en su pantalla hasta las declaraciones de sus comentaristas.

ESPN supone un nuevo comienzo, otra oportunidad, un rival insuperable, aunque venga con talla extra. Queda algo de tiempo para echar a andar una maquinaria potente de promoción, para recalcar la importancia de ambos guerreros en el deporte actual. Quizá no le falte una pizca de razón a Hearn, pero aquí están todos los elementos para vender en grande este choque: los títulos profesionales, los olímpicos, la controversial subtrama del peso, el contraste de estilos y habilidades, el viejo enfrentamiento entre las escuelas cubana y soviética…

Solo hay que subirse las mangas al codo y salir a la calle para que el 9 de diciembre esos fanáticos de vez en cuando dediquen una hora para apreciar la bella danza macabra que Rigondeaux y Lomachenko puedan brindar.

Por elnuevoherald.com

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