Chino Maidana: “no extraño nada del boxeo”

Por El Grafico

A poco más de un año de anunciar su retiro oficial del boxeo (su última pelea fue ante Mayweather, en 2014), el Chino Marcos Maidana –34 años– engordó veinte kilos, vive en Santa Fe, duerme hasta el mediodía y encara emprendimientos comerciales que le permiten andar sin apremios económicos. Su único vínculo con el boxeo es a través del Team Maidana, con el que busca boxeadores. Además, abrió una canchita de fútbol 5 en su pueblo natal, Margarita, donde hay 5000 habitantes. Algunos de ellos son sus amigos, que lo acompañan con los mates de cada tarde y un picadito futbolero. A la noche maneja veinte kilómetros para volver a Calchaquí (11.000 habitantes, según el censo de 2010), donde vive con su esposa, Mariana. Tiene dos hijos. “De distintas madres”, aclara. Está distendido, de buen humor. Anda con ganas de hablar: “Preguntá, preguntá nomás”, invita.

Cuenta que no extraña nada del boxeo ni de sus luces. Que ahora es el tiempo de disfrutar la vida: “Porque cuando uno está bien, todo está bien, ¿viste?”. No despilfarró dinero. No quiere volver a la infancia pobre de la que salió cuando crecía en el medio del campo con sus padres, Orlando y Olga, y sus hermanos Javier, Fabián (boxeador), María del Carmen, María Esther, Andrea, Claudia y Marina. Tiene dos autos, le dice a El Gráfico. Una camioneta nueva y una Saveiro tuneada, “con luces”, que es su preferida. Nada de lujos; apenas viajes a Miami para vacaciones. Miami es el lugar preferido de su mujer. Si fuese por él, ni se mueve de Santa Fe. Hace poco estuvo en Buenos Aires paras filmar un video con el cantante Luciano Pereyra. “Buena onda”, lo refiere. Pero quería volverse a su ciudad.

Cada tanto va a la cancha a alentar a Colón. Ama la leyenda de Diego Maradona que heredó de su padre. Pero una de las cosas que más le gustan, lejos lejos, es escuchar a Los Palmeras. Ya le contará a El Gráfico cómo fue aquella noche en la que pagó para llevarlos a cantar a su pueblo. Un gusto que se dio. “Y lo volvería a hacer”, dice. Se ríe bastante. Por ejemplo, cuando se le recuerda aquel alfajor Guaymallén que comió en vivo tras perder su primera pelea con Floyd Mayweather, el 3 de mayo de 2014. “Fue el PNT más caro de la historia”, dijo entonces Hugo Basilotta, el dueño de la fábrica de esos alfajores. Ante los millones de personas que miraban la pelea por TV, el Chino aprovechó que lo entrevistaban para comer el Guaymallén. Esa imagen recorrió el mundo.

-¿Cómo es tu vida actual, Chino?
-Descanso a la mañana y al mediodía. Después de almorzar, voy a Margarita. Todos los días. Tengo una canchita, donde me quedo toda la tarde con amigos y un sobrino que la atiende. Tomamos mate, café. Y el fin de semana me voy a San Javier a pescar. Ahí estoy haciendo unas cabañas para pescadores. Tengo lancha, así que nos tiramos al río.

-La estás pasando bien.
-De diez. La verdad, muy bien. Mejor que nunca. No extraño nada del boxeo. Me gusta, pero ya estoy retirado. Miro las cosas de otra manera y ahora quiero disfrutar. Tengo muchas ganas de disfrutar. Cuando uno está bien, todo está bien, ¿viste? La mente está bien, la gente está bien, la familia está bien. Uno se siente tranquilo.

-¿Cómo es lo de la canchita?
-Es una canchita que estoy haciendo para alquilar por horas  (“Cancha de fútbol 5 El Chino”, se llama). Con los colores de Colón. Y hay un dibujo grande con la imagen de Maradona. Lo admiro mucho aunque no lo haya visto jugar en su mejor momento. Pero mi viejo es muy fanático de él y siempre me decía que Maradona era como esos boxeadores que no se bajan del ring ni aunque estén quebrados, ¿viste? Por eso viene la admiración: a mí me gusta que un deportista tenga garra. Ojalá algún día haya un Maradona y yo lo pueda ver.

-Pero viste a Messi…
-A Messi no lo veo como a Maradona. Nada que ver.

-¿Vas a la cancha a ver a Colón?
-A veces. Este año fui poco. El año pasado, sí fui más. Alquilé un palco. Esperá un segundo que tengo que encerrar a los perros. Tengo ocho perros (Tyson, Borrachona, Pulgoso son los nombres de algunos). Aguantá que ahora seguimos.

-…
-Ya está.

-¿Ves televisión?
-No me informo de casi nada. Mejor me mantengo desinformado. Tengo televisión pero no miro. No me llama la atención. Ni noticieros miro. Solo algunas peleas importantes.

-¿A la Selección de fútbol no la mirás?
-Sí. Eso sí.

-¿Qué te parece?
-Con Venezuela el partido estuvo parejo. Lo que pasa es que los otros países también crecieron futbolísticamente. Antes a Venezuela se le hacían 6, 7 goles. Pero los otros países aprendieron a jugar. Mirá Uruguay, por ejemplo. Antes no jugaba tan bien y ahora sí. Sé que la gente quiere ver un campeón y por eso exige. A mí también siempre me gustó el primer puesto, pero un segundo lugar, aunque no me guste del todo, no está mal.

-¿Te volviste adicto a Instagram? Tenés más de 35.000 seguidores.
-Instagram es el que más uso. Tenía un Instagram desde hace mucho y lo dejé. Pero un día lo abrí de nuevo y desde ahí empecé a subir cualquier foto que agarraba.

-Me decían que no usabas ni el celular.
-Hace mucho que lo tengo, pero es verdad: no le doy importancia. A veces ni lo atiendo. Pero ahora lo uso más.

-¿Cómo generás ingresos económicos?
-Me asocié con un amigo, Marcelo Rossini, y tenemos estaciones de servicio. Trabajamos juntos. Me va bien. Además tiene una Fundación para chicos discapacitados. Fundación MR, se llama. Lo ayudo. Trato de estar con los chicos. Se les dan clases de manualidades, equinoterapia y cosas así. Estoy bien económicamente. No necesitaba boxear más, así que dejé. No extraño nada. Miro el boxeo como una persona común. Disfruto del boxeo. Estoy contento por lo que hice. Me ponía ahí arriba del ring a cagarme a trompadas y la gente miraba desde abajo. Ahora soy yo el que está ahí, abajo, mirando. Cuando estoy así siento como un alivio. Por mi forma de pelear, pegaba, pero también me pegaban. Como yo pegaba más fuerte vencía al rival. Pero igual me llevaba mis lindos golpes. Y sigo con el Team Maidana. Buscamos boxeadores que sobresalgan. Por ahí vemos un pibe con futuro y le hablamos. Siempre salen boxeadores nuevos. Brian Castaño es uno de ellos. Mi hermano Fabián es otro: entrena en Buenos Aires, a la espera de que le salga una fecha para pelear.

-¿Te cuidás en los gastos?
-Sé hasta dónde gastar. Tampoco voy a gastar todo lo que tengo para comprar un auto. Lo que uso para un auto es lo que me queda de los negocios. No puedo quedarme sin nada a cambio de un auto nuevo, que dura solo un tiempo. Tengo una plata por mes, que me sale de mis laburos, y no me muevo de esos ingresos. Hoy tengo dos coches: una Toyota SW4 y una Saveiro, que es mi favorita. La Saveiro la prefiero porque la hice a mi gusto: tiene ruiditos que le hice poner, la chispeé un poquito. Le di más potencia. Y ruido. Me gusta el ruido.

-¿Y la música?
-Escucho de todo un poco. Chamamé, la cumbia buena, la santafesina.

-¿Te gusta la música de Justin Bieber, el amigo de Mayweather?
-Ni sé cuál es la música de Justin Bieber. No lo conocía hasta que vino la pelea con Mayweather. Pero sigo sin conocer cómo es su música. Una buena cumbia es mejor. A mí me gustan Los Palmeras. Me gusta todo de ellos. Sobre todo las canciones viejas. Muchas no sé cómo se llaman, pero son muy buenas. Los traje a mi pueblo a Los Palmeras. Los invité, pagué el show. La gente no pagó entrada, nada. Todo corrió por mi cuenta. Muy lindo show dieron. Los Palmeras son unos grandes y si los tengo que volver a traer, los traigo. Además son hinchas de Colón.

-¿Qué sentiste cuando Mayweather dijo que eras una leyenda del boxeo?
-Me contaron lo que dijo. Me lo contaron amigos. Estuvo bueno que haya reconocido que le hice buenas peleas, que me gané lo mío. Lo de la primera pelea, aquello que dije sobre que le gané, fue más para que me diera la revancha. ¿Viste que el boxeo tiene mucho de negocio? Bueno, quería esa revancha. Le hice pisar el palito. Igual la gente también la pedía.

-Aunque hayas perdido, ¿te quedaste conforme por el hecho de haberle peleado?
-¡Me la pusiste difícil! No sé qué pesa más: si haber llegado a pelear con él o haber perdido. Creo que no poderle ganar fue lo más pesado. La pelea en sí no me pesó. No fui feliz porque perdí y estuve amargado un tiempo. Pero después entendí que perdí con el mejor. Dejé todo en el ring. Estaba conforme porque dejé todo. Teníamos a todos en contra, pero yo sabía que iba a ser así. Entrenaba físicamente, me preparaba bien. Siempre me preparé para el que venga. A veces veía videos de mis rivales, así cuando subía al ring ya sabía qué iba a hacer.

-Dejaste una muy buena imagen como boxeador…
-Tomo con tranquilidad lo que dicen de mí. Siempre hice lo que podía arriba del ring. Estoy tranquilo por el espectáculo que di. Hoy la gente recuerda mis peleas. Hay quienes me escriben para felicitarme y decirme que hoy no hay peleas como las mías. Eso sí está bueno.

-Sos uno de los máximos referentes del boxeo de los últimos años…
-…Creo que Maravilla, Matthysse y yo estamos entre los grandes.

-¿Cuál fue tu rival más difícil?
-Todos los rivales me complicaron. Lo que pasa es que con las pegadas iba sumando y al final ganaba. De todos modos, hubo rounds en los que las cosas se me complicaron.

-¿Tuviste alguna noche de nervios?
-No sé si nervioso, pero me producía algo raro pelear con la gente de mi país de fondo. Como aquella pelea contra (DeMarcus) Corley, en el Luna Park (28/8/10). Esa noche sí me puse nervioso. Pero eso no solo dependía de la gente, sino también del rival. Me sentía mejor peleando en Las Vegas. Me sentía como en mi casa. Me gustaba. Pero tampoco puedo decir que el público haya influido. Nunca me importó lo que la gente hiciera abajo. Arriba del ring éramos dos. Siempre supe lo que llevaba: huevos, pegada…

-¿Te pesaba el nombre del rival al momento de una pelea?
-Sobre el ring todo queda de lado. El ranking, la plata que uno tiene… Ahí es uno contra uno. Bah, al menos en mi caso, que me olvidaba de todo lo demás.

-¿Hubo algún profesional que te ayudara en el aspecto mental?
-Lo que pasa es que siempre que salí a pelear no importaba lo que venía: iba al frente. No medía las consecuencias. No me ponía a esperar ni a estudiar al rival. Tiraba golpes a matar y listo. Claro que la cabeza tiene mucho que ver, pero nadie me preparó en ese sentido. Siempre supe que arriba del ring el otro estaba igual o peor que yo. Nervioso y esas cosas. Yo no demostraba nervios. Había que tirar golpes con toda la fuerza. Por algo al boxeador argentino lo tienen como fuerte, sobre todo en los Estados Unidos.

-¿Te quedó algo pendiente en tu carrera deportiva?
-Nada. Logré todo lo que quería. Incluso hasta pude pelear con el mejor, Mayweather. Pensaba que hacía una y me retiraba. Al final le hice dos. Y me retiré.

-Si tuvieses una segunda vida, ¿te dedicarías de al boxeo?
-Volvería a ser boxeador. Incluso quisiera hacer la misma carrera que hice. El boxeo me dio todo: bienestar económico, educación, conocimiento, todo. Siempre hablamos con mis amigos sobre las cosas que logré. Yo mismo pienso en dónde estoy y de dónde salí. Soy un agradecido a la vida. Nunca imaginé, cuando empecé, que iba a ser campeón. Solo boxeaba porque me gustaba. Cuando empecé a boxear no sabía ni lo que eran los guantes. Hasta los 14 o 15 años nunca había visto una pelea. No teníamos televisión en mi casa. Vivíamos en el campo. No teníamos luz ni heladera, nada. Por acá hay mucha gente que todavía vive en ranchos sin luz ni agua.

-Tampoco imaginaste que ibas a conocer varios países.
-Es lindo conocer el mundo. No sé si sería el mismo si no conocía nada. Es bueno saber que hay otros lugares, otra gente diferente a uno. Hay quienes desconocen, que no saben ni los nombres de otros países. Tengo amigos a los que les digo de ir a Las Vegas y me preguntan si vamos en auto. Es lindo conocer. Pero también hay gente que no conoce y es feliz.

-¿Cuáles, aparte de Margarita, son los lugares que más te gustan?
-Las Vegas y Miami me gustan mucho. En Las Vegas me siento bien. Mis últimas peleas fueron ahí. Y a Miami siempre vamos de vacaciones. Le gusta mucho a mi esposa. Pero mi lugar en el mundo es Margarita. No lo cambio por nada. Hay lugares más lindos pero yo me quedo con Margarita.

-¿Cómo empezaste a boxear?
-Justamente ahora en mi pueblo está el hombre que me inició en el boxeo, Ricardo Linari, que se va a quedar unos días. Tiene como 80 años. Hoy lo llevé a pescar. Hace mucho, cuando yo era chico, vino a mi pueblo y empezó a entrenar chicos. Pasó una semana y ya eran varios los que entrenaba. Me enteré de que había un hombre haciendo boxeo y fui y le pregunté “señor, ¿puedo practicar boxeo?”. ¿Viste que los del campo somos muy educados? Todo con cuidado, le hablaba. Conozco a chicos del campo y veo que son más educados que los de la ciudad. En el campo se saluda siempre; se habla poco. “Sí, claro”, me dijo Rinari. Y ahí empecé. A la semana le dije que quería pelear, gané y ahí siguió mi carrera. Cuando se fue, empecé a entrenar con Ricardo Ferreiro, que me vio pelar y me fue a buscar y me tuvo en su casa como seis meses. Me metió en un gimnasio. Todavía no tenía noción de lo que se iba a venir. Cuando empecé a ganar peleas tomé conciencia de que lo único que tenía que hacer era ganar peleas. Me puse a entrenar con todo y así logré lo que logré.

-¿Qué hacías hasta que empezaste con el boxeo?
-No había conocido pala hasta ahí. Vivía con mi viejo y solo iba a la escuela. Apareció este hombre y dejé la escuela. A veces pensaba en retomar. Pero hoy ya no. No me arrepiento de no haber estudiado porque me van bien las cosas. Pero con estudios siempre es mejor. Me gusta hablar de mi infancia, contar cosas. Tuve una buena infancia.

-¿Qué te fue más difícil: dar entrevistas o boxear?
-Hoy con todas las notas que hice ya me acostumbré. No hay duro que no se ablande. Si me querés preguntar más cosas, no hay problema. No tengo apuro. Podemos seguir. Para mí todos los días son lo mismo.

-¿Los Juegos Olímpicos son una cuenta pendiente?
-No me llaman la atención, así que no. Me hubiese gustado ganar una medalla solamente porque habría servido para mi carrera, para que me paguen más. Pero la verdad es que nunca me llamó demasiado un Juego Olímpico.

-¿Qué te significa el cariño de la gente?
-Sé que me quieren. Lo noto. Creo que es por la forma de ser de uno. La gente sabe de dónde salí y arriba del ring siempre dejé todo. Supongo que me admiran por eso. Ojalá que sea siempre así. A mí me pasa algo inexplicable en ese sentido, me siento muy bien. Es una sensación linda. Es como que te sentís parte de una familia. Hay gente que te trata realmente muy bien. Muchas veces vinieron a saludarme personas que no conozco. Una vez me saludó un tipo grande que se puso a llorar y yo no sabía qué hacer, qué decirle. Algunos hasta tiemblan cuando se me acercan. ¡No sé qué hacer! Pero es algo muy lindo.

-¿Volviste a hablar con Mayweather después de aquellas dos peleas de 2014?
-No. Como él habla en inglés y yo español, no nos entendemos mucho. Nos cruzamos por ahí pero nada más. No tenemos amistad.

-Imaginate que estás pasado de hambre y tenés que elegir entre un asado o un alfajor Guaymallén. ¿Con qué te quedás?
-Si estoy muerto de hambre, me como cualquier cosa. Ahora, si tengo que elegir, sin dudas un buen asado… Un buen asado y un Guaymallén de postre, con un cafecito. Recuerdo la del alfajor… estuvo buena esa, eh…

Por Alejandro Duchini / Fotos: Mauricio Centurion

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