Enorme sorpresa en Filadelfia: Robeisy Ramírez pierde en su debut profesional

Bienvenido a los Pros, señor Robeisy Ramírez. El debut del doble campeón olímpico cubano fue como ese rito de iniciación necesario e imprescindible, pero que dejó en el camino una sorpresa y algunas dudas en la cartelera de ESPN en Filadelfia.

Nadie, absolutamente nadie pensó que Adan González iba a lograr esa victoria por decisión dividida contra Ramírez, la flamante firma de Top Rank que llegó a compararlo con Vasyl Lomachenko, algo que sin duda será puesto en tela de juicio por expertos y fanáticos.

Esperábamos ver un prodigio y, sin embargo, asistimos a una obra en construcción, un proyecto inacabado que necesita de mucho trabajo para sobrevivir en los flancos profesionales, algo que debe lograr con mucho gimnasio y contemplación de los mejores.

Poco antes del incio de esta pelea, González había comentado que no tenía nada que perder y no sentía una gota de presión: “este combate puede cambiar mi vida’‘, contra el chico de oro que todos ansiaban ver. “El es solo hombre’‘, dijo.

Y González fue el mejor hombre en el ring. Cuando su golpe de zurda llevó a la lona a Ramírez en el primer asalto, pareció solo un pequeño accidente que despertaría al cubano, una luz roja para acelerar la adrenalina y despertar al guerrero.

En claro quedó, sin embargo, que a su transición del ámbito amateur al profesional le queda mucho camino por recorrer, que esos hábitos del boxeo anterior debe arrancarlos cuantos antes y aprender, con toda la humildad del mundo, lo diferente del pugilismo de paga, que es bastante y sustancioso.

“Si él no se despoja de esos malos hábitos, le será muy complicado imponerse a este nivel’‘, apuntó el comentarista de ESPN y ex campeón mundial, Timothy Bradley. “¿Cómo es posible que apenas tire el jab? ¿Cómo se queda parado delante de su rival sin moverse? Tiene que aprender y mucho’‘.

Después del viaje al encerado, más efectista que efectivo, Ramírez debió entender que un combate a cuatro asaltos un conteo puede ser -cómo sucedió al final- la diferencia, pero él no supo o en su esquina no supieron insuflarle el sentido de urgencia. Aquí no había tiempo que perder y el tiempo se le acabó.

Bradley lo notaba correctamente: el jab es el gran diferenciador, el que fija el tono del ataque; la defensa no es solo cubrirse el rostro y quedarse parado a recibir golpes, hay que moverse. Esto es algo que hacen los mejores, desde Manny Pacquiao hasta el maestro en el tema Floyd Mayweather Jr.

Y por último, Ramírez debe aprender a asentar los golpes, a encontrar su palanca y posición para que los impactos salgan cargados de fuego y veneno, y no para ser marcados por una máquina o jueces de poca categoría. Aquí el daño cuenta. Decide y salva.

Ahora viene la gran interrogante: ¿cómo aceptar la primera derrota? ¿Qué actitud tomar ante la adversidad inicial? Otros grandes como Bernard Hopkins perdieron en su debut profesional y se levantaron para hacer historia. Lomachenko cayó en su segundo combate ante Orlando Salido y hoy -también doble dorado olímpico- un monstruo del ring.

Aunque duela, aunque no parezca lo correcto, Ramírez debe olvidar por un rato sus títulos amateurs y mirar al desnudo su carrera en este nuevo mundo. Solamente así podrá reponerse e imponerse a los Shakur Stevenson, a los Leo Santa Cruz, a los Gary Russell Jr.

González no es nada del otro viernes, pero fue el tiburón que siente la gota de sangre en el océano y supo aprevechar las gritas del inexperto rival que le quería convertir en su víctima inicial. Ahora llevará por siempre este triunfo como una medalla de gloria y recuerdo.

Este no es el fin del mundo. Talento tiene en las venas y una promotora que lo respalda, pero todo depende de Ramírez. Una vez más, bienvenido a los pros…

Por elnuevoherald.com

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