Yésica “La Tuti” Bopp sueña con ser campeona olímpica

Yésica Bopp es una gigante del boxeo. Su 1,50 metro le alcanza y le sobra para ser campeona del mundo de las minimoscas. Sus puños son dinamita pura. “La Tuti” no se conforma con lo logrado y sueña con ser campeona olímpica y combatir en los grandes escenarios de Estados Unidos. Con 36 años está más vigente que nunca y redobla la apuesta.

Abrazó está disciplina a los 17 años. “Conocí el ambiente y la vida del gimnasio y me gustó mucho. Soy una apasionada. El día que nos encontramos con el boxeo, fue para siempre”, aseguró. Tiene un palmarés muy rico. De las 29 peleas que hizo solo perdió una —con la mexicana Yésica Chávez—. Es dueña de un estilo muy particular. Pelea cuando hay que pelear y boxea cuando hay que boxear. Es una púgil muy inteligente y con la capacidad para leer a su adversaria.

“Mi mayor virtud es bloquear a las rivales. Soy creativa y me gusta cambiar sobre la marcha. Busco lastimar por un lado y si veo que no da resultado, no tengo problemas en buscar un plan B; de esto se trata, de improvisar para sorprender a la contrincante”, aseveró.

Es muy apegada al gimnasio. Profesional ciento por ciento. Sabe que el trabajo diario es el caballito de batalla para salir airosa el día del combate. Recuerda su primera pelea, esa noche que se animó al desafío y subió al cuadrilátero, pero no para un entrenamiento en el gimnasio del barrio, sino por los ‘porotos’. “Me acuerdo que fue con mi compañera de gimnasio Alejandra Romero. Fue en la Federación Argentina de Box (FAB) con televisación de TyC Sports. En esa misma velada participó Rodrigo ‘La Hiena’ Barrios. Fue la primera pelea femenina en la FAB. No me voy a olvidar nunca de ese momento, lo tengo grabado como si fuera hoy”, aseguró.

 

 

 “Comencé a boxear a los 17 años, de adolescente. Me gustó mucho el ambiente del gimnasio y desde ese día no paré”. Yésica Bopp.

Es dueña de un largo recorrido en el ring, pero a la hora de elegir se queda con dos peleas. Son sus preferidas: una, con Ana Fernández por la corona mundial de la AMB, en la que “La Tuti” se impuso en las tarjetas, ante 10 mil personas en un Luna Park que brilló como en sus mejores épocas; y el otro duelo que siempre tiene presente es la victoria ante Daniela Bermúdez. “Cuando gané el título en el Luna fue lo más emocionante que viví en lo deportivo. Fue un antes y un después en mi carrera. Y el triunfo ante Bermúdez fue especial, no solo por haber ganado, sino por la pelea que se dio”, dijo.

Si Yésica Bopp está en la cartelera, la entrada se paga sola. Siempre se brinda por el espectáculo. Una boxeadora explosiva, de esas que van siempre para adelante, pero no es de tirar por tirar, cuando saca las manos es para hacer mella en la rival. “Entreno duro y eso me ayuda para hacer la diferencia arriba del ring. No me gusta pelear un minuto por round, la especulación es una palabra que no está en mi diccionario”, afirmó.

Si Yésica Bopp está en la cartelera, la entrada se paga sola. Siempre se brinda por el espectáculo. Una boxeadora explosiva, de esas que van siempre para adelante, pero no es de tirar por tirar, cuando saca las manos es para hacer mella en la rival. “Entreno duro y eso me ayuda para hacer la diferencia arriba del ring. No me gusta pelear un minuto por round, la especulación es una palabra que no está en mi diccionario”, afirmó.

 

Respira boxeo. Por sus venas le corre el deporte de los puños. Es campeona mundial y no se relaja, ni en cuarentena se toma un respiro. Es una deportista en su máxima expresión. Siempre se traza objetivos. Ahora tiene en mente los Juegos Olímpicos. Nunca se conforma. Consigue cosas y quiere más. Está en su ADN. Pero la vida de Yésica no es solo boxeo. Se recibió de psicóloga social. No hay un hueco en su agenda, siempre está haciendo algo. Y lo bueno es que cumple lo que se propone. “Soy así. Me gusta trazarme objetivos y cumplirlos”, afirmó.

“Soy una soñadora compulsiva. Me encantaría pelear en Estados Unidos. Ojalá algún día se pueda dar”. Yésica Bopp

Las medallas y las copas son moneda corriente para ella. Es una ganadora. Seguramente perdió la cuenta de los premios que tiene. Ganó mucho en el boxeo, pero el trofeo más preciado lo logró en 2015, cuando se recibió de mamá. El nacimiento de Ariadna le iluminó la vida.

“La Tuti” Bopp es sinónimo de boxeo. Con su 1,50 metro se hace gigante cuando sube al ring. Tiene un corazón tan grande que no le entra en el pecho, y a eso le suma mucho talento, un combo perfecto para lograr cosas importantes. Y vaya que las consiguió. Una campeona con todas las letras que quiere dejar su legado para las generaciones que vienen.

Por El Diario de la República

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