Ringo, del barrio al final trágico

Por Ezequiel Fernandez Moores – Diario Democracia

El nuevo aniversario de su nacimiento (se cumplieron 78 años el viernes pasado) provocó que muchos, en este país futbolero, preguntaran por qué Ringo Bonavena, que tiene hasta estatua en la tribuna del Ducó, estableció un vínculo tan poderoso con Huracán. El mítico “Somos del barrio del barrio de la quema, somos del barrio de Ringo Bonavena”.
Ringo, sabemos, nació en Parque Patricios, por entonces barrio de élite para la clase obrera, descendientes de los inmigrantes europeos de fines del siglo 19. Sexto de nueve hijos, Oscar (”el Titi”) creció en la calle Treinta y Tres Orientales 2189. Con madrina de apellido Martínez de Hoz, porque su mamá, Doña Dominga, lavaba la ropa en la casa de esa familia de apellido VIP. Y Huracán es Parque Patricios. Y, si bien el Globo ya había ganado cuatro campeonatos y tres Copas nacionales, en 1942, justo el año en el que nació Ringo, Huracán conquista su primer título oficial de la era profesional del fútbol argentino. Fue la Copa Adrián Escobar, que luego retuvo en 1943. Imposible que Ringo no fuera de Huracán.

La mafia lo mató de un balazo en el corazón el 22 de mayo de 1976.

El recuerdo no es gratuito. Muchos creen que las improvisaciones o los torneos extraños de nuestro fútbol son patrimonio solo de los tiempos modernos. Bien, la Copa Adrián Escobar se creó para completar el calendario hasta fin de año. Se juntó a los siete mejores del campeonato que había ganado River (años de “La Máquina”) y en el que Huracán había terminado tercero, detrás de San Lorenzo.
En su primer partido, Huracán empató sin goles contra Newell’s, pero se impuso por diferencia de corners (4-2). De corners sí. Premio al que más buscaba (años más tarde se utilizarían las definiciones por penales). En semifinales, Huracán ganó 1-0 en el alargue el clásico a San Lorenzo. Y en la final, 1 de diciembre de 1942, con un Ringo de apenas meses escuchando gritos de gol en la casa, Huracán venció 2-0 en el Monumental a River, que venía de eliminar a Boca. La Copa Adrián Escobar no solo tenía definición por corners (cada corner era celebrado casi como un gol). Además, los partidos duraban 40 minutos (dos tiempos de 20).
Y, en caso de empate, se jugaban dos tiempos extra de diez minutos cada uno. Como se ve, los campeonatos de treinta equipos no son la única rareza inventada por nuestro fútbol.
El nacimiento de Ringo coincidió también con el fin de la llamada “Década Infame”, que había comenzado con el golpe militar de 1930. Años de fraude conservador. En 1942, cuando nace Ringo, muere el presidente Roberto Marcelino Ortiz, ex abogado de los Ferrocarriles ingleses y al año siguiente se produce la Revolución del 43, el golpe que derroca a Ramón Castillo, su sucesor. Nace el peronismo. Y Ringo, en esa casa primero radical y luego peronista de Parque Patricios, no era justamente peronista. El primer viaje de joven que hizo a Estados Unidos (le habían quitado la licencia aquí por un mordiscón al rival en los Panamericanos de 1963) le permitió conocer de cerca el fenómeno del entonces Cassius Clay (luego Muhammad Alí), pero también le abrió cierta admiración por la potencia del Norte. Y no fue casual, entonces, que la pelea que lo lanzó a la fama, 4 de setiembre de 1965 contra Goyo Peralta en el Luna Park, reflejara buena parte de la Argentina de esos tiempos, que acaso también ayudan a entender mejor a la Argentina de estos años.
El Luna Park anotó su record histórico de 25.236 espectadores que pagaron entrada (30.000 en total, más otras 5.000 que quedaron afuera). Combatían allí el joven desafiante de 22 años contra el campeón de 30. La potencia vs la técnica.
Peleaban también el porteño arrogante (Ringo) contra el sanjuanino humilde (Goyo). El antiperonista que volvía de Estados Unidos contra el peronista eternamente agradecido por la ayuda de Perón a su familia tras el terremoto que sufrió San Juan en 1944. El promotor Juan Carlos Lectoure impidió que Ringo subiera al ring con una bata que decía “Las Malvinas son Argentinas”. Y que Goyo lo hiciera con otra que decía “Perón Vuelve”.
En segunda fila estaba el entonces Comandante en Jefe del Ejército, general Juan Carlos Onganía, golpista un año después. Ringo demostró esa noche que no era solo un gran bocón, sino también un boxeador valiente. Ganó bien (fallo unánime de los jurados) y hubo fiesta en Parque Patricios. Duró poco. Una década después, la mafia lo mató de un balazo en el corazón el 22 de mayo de 1976. Todavía lo recordamos.

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