La gira Mayweather-McGregor fue cuatro días de amenazas e insultos

El hedor comenzó en Los Ángeles y finalmente se extendió a Londres, una obra de cuatro actos y una semana de mal olor diseñado para promover su desnivelado encuentro en agosto.

Por Mike Wise | The Undefeated

En una esquina, con marca de 49-0, cinco veces campeón mundial de boxeo de Las Vegas. En el otro, un artemarcialista nunca ha tendio guantes puestos por más de cinco asaltos en su vida. Floyd Mayweather Jr. y Conor McGregor trataron de convencernos de que su pelea en seis semanas sería una pelea para la historia. Nos dijeron en tantas groserías cómo iban a poner al otro a dormir, como si tuvieran 10 años de edad y vayan a enfrentarse detrás de la cafetería en la escuela primaria.

Pero cuando nadie con una onza de sentido sobre deportes competitivos tomó el anzuelo, pasaron a vender las compras del PPV directamente a la cuneta, y nos llevaron a todos nosotros junto con ellos.

• De un hombre blanco que le pide a un negro que se convierta en juglar para él – “Baila por mí, muchacho”, dijo McGregor a unos centímetros del rostro de Mayweather, un día después de que se refiriera a Rocky III como la película con “monos bailando en el gimnasio”.

• A atacar el analfabetismo. “Ni siquiera puedes leer”, dijo McGregor a Mayweather, rematando una acusación hecha primero por 50 Cent hacia Mayweather, su ex amigo.

• Y, finalmente, a los insultos homofóbicos. El campeón, bien versado en su uso propio del discurso de odio a lo largo de los años, llamó a McGregor a mar… en Londres. Utilizó también las descripciones más despectivas de mujeres imaginables en McGregor: “p..” esto y “p…” eso.

Encabezado por un sonriente Dana White, el presidente de UFC y el promotor de McGregor, y un risueño Leonard Ellerbe, director ejecutivo de Mayweather Promotions, los dos combatientes siguieron durante cuatro días de bajezas y groserías.

Los realistas nos dirán que la letanía de las bombas f sólo se traduce en “socio de negocios”. Y hubo parpadeantes de racismo. Pero Mayweather y McGregor no sólo cruzaron los límites de la raza, la intolerancia, la misoginia y la profanidad — los destruyeron, haciendo una gira de suciedad llena de bips a través de dos continentes y cuatro ciudades.

Esto se veía venir, por supuesto.

El insulto con la intención de herir emocionalmente es tristemente parte de lo que somos ahora, pequeñas perlas de malicia que tuitiamos y colocamos en Instagram en nuestro tiempo libre — el Simon Cowell-ing de una nación. Y cuanto más decimos cosas terribles el uno al otro, más crecen nuestros “seguidores” y los “me gusta”.

Siempre ha sido poco realista esperar moral en del deporte de boxeo, donde incluso Muhammad Ali una vez se denigró para pedirle a Chuck Wepner, la inspiración de la vida real del personaje Rocky, que lo llamara la palabra N mientras vendía su pelea de título de peso pesado. (Wepner no lo quiso hacer, así que Ali mintió en The Mike Douglas Show, susurrando en el oído del anfitrión que Wepner lo había llamado el epíteto racial).

Sin embargo, Mayweather y McGregor nos dieron una oda especial a lo crudo y vil en su gria. Al igual que dos comediantes incapaces de inventar material original, los epítetos raciales y homofóbicos y las descuidos personales se convirtieron en su muleta en este teatro de frases denigrantes.

Su “espectáculo” se comparó a menudo con los Kardashians, pero esto no era una serie de la realidad sobre la gente rica carente de auto-conciencia. Esta era una película Western repleta de disparos, Unforgiven – un salón entero lleno de podredumbre. No había personajes redentores.

Mira, vivimos en Estados Unidos, donde todo es válido. Donde podemos ser tan siniestros como queramos, siempre y cuando alguien preste atención y compre la basura que vendemos. Sólo un tema estaba fuera de límites, aunque es parte del pasado indecoroso de Mayweather y de la UFC. En shock, ¿no? La violencia doméstica contra las mujeres nunca apareció una vez.

Al parecer, eso no se vende.

Nos siguen diciendo cómo la corrección política está corriendo desbocada. Que de alguna manera nos dirigimos por una pendiente resbaladiza si los guerreros de la justicia social no pueden dejar que dos tipos rudos con actitud muestran su testosterona y sus bocas sucias para vender entradas a su violencia sancionada.

Pero nunca hablamos del abismo que estamos hundiendo si seguimos dejando pasar la fealdad bajo el manto de la “promoción”: el racismo, la homofobia, la falta de respeto constante entre las mujeres de McGregor, Mayweather, sus campamentos y los deformados entre nosotros que ríen y animan a que haya más.
Si caemos en ese agujero, no habrá salida.

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