Cuando “Maravilla” Martínez protagonizó en San Patricio los flashes de Nueva York

Por Osvaldo Principi – La Nación

Las sensaciones vividas en la ciudad de Nueva York, en la vigilia festiva del día de San Patricio, son únicas. Todos quieren tener algo de sangre irlandesa en ese momento. Como los viejos inmigrantes de casi 90 años, que deambulan por el centro de Manhattan venerando a su santo patrono con sus hijos, sus nietos o quienes sean. Hasta los cronistas de boxeo que acodábamos nuestros cuerpos en la barra de algún pub, en donde lúcidos y mareados invitaban a brindar por la salud de “la reina, el rey o el cuatro de copas”. Todos lucían algo verde, con o sin forma de trébol, y comentaban hasta dónde recorrerían la Quinta Avenida en el desfile del sábado a mediodía, como si saliesen del protagónico de Harrison Ford en El fugitivo.

Aquel 17 de marzo de 2012, La Gran Manzana reservaba una noche triunfal y consagratoria en el Gran Teatro del Madison Square Garden para un inglés: Matthew Macklin, de 29 años, 28 victorias y 3 derrotas, devoto del origen irlandés de sus padres y sus costumbres culturales. Top Rank preparaba una fiesta con gaitas y música celta. Querían frustrar el período exitoso del quilmeño Sergio “Maravilla” Martínez, a quien reconocían como el legítimo campeón mundial de los medianos pese a su inocuo título diamante del Consejo Mundial de Boxeo.

La pelea ocupaba un lugar pequeño pero concreto en la Semana de San Patricio. Y ante el asombro general, Martínez era el gran receptor de loas y tributos previos. En el Bar de las Leyendas, en pleno Broadway, contó parte de su vida y dio decenas de autógrafos ante el asombro de los yanquis. La cadena televisiva HBO documentó una tarea silenciosa y casi anónima que Maravilla pregonó en recuperación de víctimas de “bullieds” en la región de Middletown, una zona indígena de Mashanntucket. Allí, en 2011, escuchó a una niña negra de 13 años, Alycia Mc Clain, discriminada y golpeada en la escuela. Sus palabras causaron un efecto evolutivo increíble en esos jóvenes y una secuela emotiva absoluta en la televisión local. Quizás ello impactó mucho más que su soberbio y valioso KO al ucraniano Dzinziruk en aquel entonces. Los estadounidenses ponderaron esas actitudes de modo excepcional.

Ante tales circunstancias, los ejecutivos del Empire State, histórico edificio en donde la fábula y el cine sellaron a eternidad a un agonizante King Kong en su cúpula protegiendo a su rubia enamorada, elogiaron su entrega y su conducta. Fue incluido en la galería de los notables del Empire State, donde se veían retratados apenas dos argentinos: Gabriela Sabatini y Juan Martín del Potro. El paseo privilegiado por el mirador del recinto era consumido por el centenar de curiosos que comenzaban a informarse sobre su trayectoria. Formamos parte de ese itinerario y fuimos distinguidos tal si fuésemos representantes de la embajada argentina.

Martínez, de 37 años y con un registro de 48 victorias, 2 derrotas y 2 empates, sabía que sus victorias sobre Paul Williams y Kelly Pavlik simbolizaban un certificado de gran credibilidad en el ambiente. Pero su imagen y sus gestos sociales sobresalían entre la vulgaridad de los mediáticos del momento. Alojado en el Radio City Hotel, un complejo sencillo de la zona del Rockefeller Center, esperó el combate con calma y optimismo.

El otrora Felt Forum , llamado ahora “Theater” –el mismo escenario en donde cantó “Sandro de América” en 1970– fue sede de su victoria por KOT en 11 rounds. El argentino debió esforzarse más que lo esperado para resolver un cotejo áspero, pero que siempre tuvo bajo control. Ello, pese a la sospechosa tarjeta de la estadounidense Julie Lederman, que otorgaba 3 puntos en favor del europeo previamente a la definición anticipada.

Los casi 4000 irlandeses seguían bebiendo. Dentro y fuera del Madison, a modo de procesión doliente. A pocos les importó la caída de MacKlin.

Maravilla fue tapa de los suplementos deportivos dominicales de The New York Post y The New York Times, que casi no publican noticias de nuestro país. Sabía que le había robado una pizca de atención a San Patricio. Algo que pocos forasteros pueden lograr en La Gran Manzana. Disfrutando de esas crónicas, su apoderado, Sampson Lewkowikz, interrumpió nuestra lectura y escribió en una servilleta de papel: “Confirmado. Peleará contra Julio Chávez Jr. el 15 septiembre en Las Vegas y se convertirá en el boxeador más popular de Latinoamérica”.

No se equivocó.

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