Ray Sugar Leonard cumple 65 años

Por Carlos Irusta – ESPN

Bastaría con repasar algunos de los nombres más importantes en la carrera de Ray Charles Leonard, para tener también un panorama de lo que fueron sus tiempos, puesto que puede afirmarse que peleó con todos: Wilfred Benítez, Roberto “Manos de Piedra” Durán,, Thomas Hearns, Terry Norris, Héctor “Macho” Camacho o Marvelous Marvin Hagler.

Es justo recordar que en esos años 80, todos peleaban con todos y por eso imprimieron su sello a una época que hoy parece irrepetible. Nacido el 17 de mayo de 1956 en Wilmington, Carolina del Norte, se metió por primera vez en un gimnasio de boxeo a los 14 en Palmer Park, Maryland, donde conoció a Dave Jacobs.

El nombre le viene de su madre, en honor a Ray Charles, el gran compositor. Y cuando comenzó a crecer en el ambiente amateur le vino el “Sugar”por Ray Robinson.

Ganó varios campeonatos nacionales, incluyendo los célebres Guantes de Oro y en el 76 no solo obtuvo la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Montreal, sino también el galardón al mejor boxeador de la competencia.

Su historia es conocida. A pesar de si mismo se pasó al campo profesional y en esos tiempos conoció a su gran ídolo, Muhammad Alí. “Si quieres triunfar en esto te doy un solo consejo y es que entrenes con Angelo (Dundee), porque es el mejor de todos”.

Su sonrisa llena de simpatía, su boxeo alegre pero al mismo tiempo efectivo, sus piernas privilegiadas y una personalidad que convencía a todos lo fueron llevando a ser la figura más atractiva del momento. Su gran victoria ante Wilfredo Benítez por el campeonato welter WBC en 1979 fue la que lo proyectó para su pelea con Roberto “Mano de Piedra” Durán, justamente en Montreal, el escenario de su medalla olímpica, en junio del 80.

La historia se sabe: decidido a demostrar que no era “un invento de la televisión” decidió pelearlo a Durán en el terreno que dominaba el panameño y perdió por puntos, generando una revancha inmediata en la que fue, además, el promotor. Aquel “No más” de Nueva Orleans pasó a la historia y Leonard se cobró la derrota bailando, poniendo la cara y humillando al panameño.

Leonard es el símbolo de un estilo vivaz y elegante, por momentos provocador, por momentos lleno de soberbia. Sus piernas, sus golpes anunciados al estilo del “Bolo punch” y su tremenda velocidad de descargas se sumaron a su coraje. Iba abajo en la tarjetas cuando arrolló a Thomas Hearns en el 81 en el Caesars Palace.

Campeón en peso welter, super welter, mediano, super mediano y medio pesado, fue también, producto del marketing. Solía posar en las fotos con el Wall Street Journal, ya que después de todo, fue el primero en ganar más de cien millones de dólares. Aquella noche cuando obtuvo dos coronas en la misma pelea ante Donny Lalonde fueron también producto de su habilidad para imponer condiciones de kilaje y hasta de rounds (se disputaron las coronas super mediano y medio pesado pero el límite para el canadiense fue menor al de los medio pesados).

Ante Lalonde fue al suelo y terminó ganando por nocaut técnico. Cuando se midió con Marvelous Marvin Hagler, en abril de 1987, manejó la cantidad de asaltos y ganó por puntos en una de las noches más recordadas del Caesars Palace, cuando contra todos los pronósticos obtuvo el campeonato mundial de los medianos.

Se retiró del boxeo y regresó tantas veces que se perdió la cuenta. Una lesión en el ojo le causó desprendimiento de retina en su primera pelea con Hearns y así y todo, volvió. Cuando cayó ante Terry Norris -9 de febrero de 1991, en su única pelea en el Madison Square Garden de Nueva York- pensamos que habíamos asistido a su despedida.

Norris pudo haberlo noqueado, pero le ganó por puntos. Orgulloso, Leonard se plantó hasta el final y luego, entre lágrimas y flanqueado por su hijo, anunció que había sido su última pelea. Los periodistas presentes en esa conferencia de prensa rompimos los protocolos para aplaudirlo. Fue un adiós emocionante pero ficticio.

El 1ro de marzo de 1997 enfrentó a Héctor “Macho” Camacho en Atlantic City y cayó sin pena ni gloria, cercano a los 41: lesionado en las piernas casi no pudo ofrecer resistencia y terminó perdiendo en el quinto round cuando Joe Cortez detuvo la pelea. Fue su tercera derrota en una campaña de 36 victorias con 25 nocauts y un empate, y la única antes del limite.

Fue y vino, fue promotor, tuvo serios problemas de drogadicción, se desempeñó como comentarista de televisión y siempre mantuvo una situación cálida, pero ligeramente distante con la prensa. Cuando estuvo en Buenos Aires en una gira promocional, le preguntamos por qué había insistido tantas veces en regresar. “Porque los boxeadores somos guerreros, porque necesitamos del desafío y de la adrenalina”.

Hoy cuando la palabra “regreso” parece más que moda que nunca, Ray “Sugar” Leonard cumple 65 años. Y basta cerrar los ojos para evocar tantos momentos que le dio al boxeo, que es casi imposible no sentir, una vez más, el deseo de decirle “Gracias por todo,Ray, gracias por todo”.

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