Oscar “Ringo” Bonavena: un ídolo que no necesitó ser campeón

Por Jorge Parodi – cadena3.com

“Ringo” siempre fue un niño con corazón y cuerpo de gigante. Un guapo con voz de pito.

“Ringo” fue el boxeador enorme que en el mítico Madison Square Garden de Nueva York se le plantó de igual a igual al gran Mohamed Ali.

Bonavena fue mucho más que un buen boxeador, mucho más que un campeón sin corona. “Ringo” tenía algo que se trae desde la cuna, que no se compra, ni vende en ninguna parte: Bonavena tenía ángel, carisma, luz propia.

“Ringo” fue un auténtico ídolo popular.

“Ringo” fue el hijo cariñoso, adicto a los ravioles de los domingos que amasaba su mamá, la entrañable Doña Minga.

Bonavena quedó en la historia por su excéntrica personalidad. “Ringo” fue el fanfarrón porteño que se metió con la mafia estadounidense y terminó tendido en el suelo por un balazo.

“Ringo” fue un peleador corajudo, al que no le auguraban buen futuro en el boxeo porque tenía pie plano.

Bonavena fue el cómico que hacía reír junto al inolvidable Pepe Biondi en su programa “Viendo a Biondi“, que arrasaba con el rating cuando la “tele” era en blanco y negro.

“Ringo” fue el desprejuiciado intérprete de un éxito musical bizarro, aquel ”Pío, Pío, Pá” que grabó en 1965, que explotó en las radios y que encabezó rankings de venta de discos.

Bonavena era un zurdo, que pegaba fuerte con derecha, aunque no siempre anduvo por la vida por ese carril.

Bonavena era “Ringo” en homenaje al “Beatle” británico Ringo Starr.

Bonavena participó como actor en tres películas, aunque su filme más apasionante, tal vez, haya sido el que no pudo protagonizar en el cine: su propia vida.

Carismático, excéntrico, callejero y peleador, conocedor de la noche de Buenos Aires, y también de la de Nueva York.

Oscar Natalio Bonavena fue uno de los mejores boxeadores argentinos del peso pesado, compartiendo el podio con Luis Ángel Firpo.

En años de oro de la máxima categoría, fue una mosca blanca entre campeones negros como Joe Frazier, Mohamed Ali, Jimmy Ellis o Floyd Paterson.

Desde mediados de los 60 hasta inicios de los 70 fue uno de los principales contendientes al título mundial peso pesado.

La revista “The Ring” lo clasificó tercer mejor peso pesado del mundo en 1968 y 1970. Su registro como boxeador fue de 58 peleas ganadas, 9 derrotas y 1 empate.

Bonavena fue un adelantado, un “showman”, el rey del marketing y del “autobombo”.

No solo era un gran boxeador, sino que con sus declaraciones se aseguraba el interés del público.

A la hora de vaticinar nocauts, Bonavena era el primero en hablar. También le recomendaba al público ir vestido de negro, ya que asistirían al funeral de su rival de turno.

Su imagen tratando de gallina a Ali, el más grande, quedará en el recuerdo de todos.

Sus frases ocurrentes quedaron en la memoria de la gente.

Probablemente nunca leyó a Wilde, pero afirmó lo mismo que dijo el irlandés con otras palabras. Mientras el escritor Oscar Wilde dijo “Experiencia es el nombre que les damos a nuestros errores”, Bonavena afirmó que “La experiencia es un peine que te dan cuando te quedás pelado”.

Otras frases de Ringo que quedaron en el recuerdo de la gente fueron:

“Cuando suena la campana te dejan solo; hasta el banquito del rincón te sacan”.
“Mejor perder a lo macho que ganar a lo cobarde”.
“De tanto repetir en la escuela, casi me caso con la maestra”.

Cuando le preguntaron si el boxeo era brutal, “Ringo” respondió: “La vida es brutal. La piña que me metió la vida cuando se murió mi viejo, nadie me la pegó sobre un ring”.

“Ringo” fue el hincha fanático de Huracán que hoy tiene una tribuna y una estatua en su homenaje en el Palacio Tomás Adolfo Ducó.

En Parque Patricios nació como boxeador en el Club Atlético Huracán, y en 1959 fue campeón amateur. Los hinchas del “Globito” de entonces cantaban en las tribunas:

“Somos del barrio / del barrio de la Quema / somos del barrio de Ringo Bonavena”.

“Ringo” fue un amigo entrañable del gran Daniel Willington, al que acercó al club de sus amores en 1971.

Como amateur le mordió una tetilla a Lee Car sobre el ring, fue descalificado y la Federación Argentina de Boxeo lo sancionó. Por esa razón decidió irse del país y abrirse camino a puñetazos limpios en la meca del boxeo, EE.UU. allá por mediados de las 60 y comienzos de los 70.

Venció al campeón canadiense George Chuvalo y a otros contendientes al título mundial como Zora Folley, Karl Mildenberger, Leotis Martin o Larry Middleton.

Al cumplirse la décima pelea en los Estados Unidos, “Ringo” perdió contra Zora Folley y al haber cumplido la sanción decidió regresar al país.

Bonavena fue el protagonista de duelos inolvidables frente al sanjuanino Gregorio Goyo Peralta, que se convirtió en un clásico de nuestro boxeo.

El 4 de Septiembre de 1965, “los dos guapos se trenzaron en el Bajo”. Se trató de la velada con mayor afluencia de público en la historia del Luna Park: pagaron 25.236 espectadores y en el estadio había más de 28.000 personas.

Combatió dos veces contra Joe Frazier: en la primera de ellas lo derribó dos veces, en la segunda disputó la corona de los pesos pesados de la Asociación Mundial de Boxeo en diciembre de 1968.

El 7 de diciembre de 1970 enfrentó a Muhammad Ali en el Madison Square Garden. Bonavena dio batalla brava hasta el último round, en el que la jerarquía del mejor boxeador de todos los tiempos logró derribarlo.

Su derrota agigantó la leyenda.

Todo el país se paralizó frente a los televisores para ver la pelea, tal como había ocurrido cuando el hombre llegó a la luna, apenas cuatros meses antes.

Nunca pudo conseguir el título mundial, pero su personalidad lo convirtió en algo mejor: fue un ídolo.

Bonavena fue el que se cansó de llenar el Luna Park de espectadores, que iban tanto para verlo ganar, como para verlo perder. Es que “Ringo” provocaba amores y odios intensos, jamás indiferencia.

Oscar Natalio Bonavena fue el que perdió la vida a los 33 años, en sombrías circunstancias a las puertas de un burdel, el Mustang Ranch, por un certero disparo del guardaespaldas de un poderoso mafioso llamado Joe Conforte. El hecho ocurrió en Reno, Nevada, el 22 de mayo de 1976.

También llenó el mítico estadio de Corrientes y Bouchard el día de su adiós , cuando una multitud de más de 150 mil personas fueron a despedir sus restos. Además de un gran boxeador, “Ringo” fue un personaje inefable.

“Ringo” fue un hombre que creía que podía llevar el mundo por delante sin tener consecuencias. Vivió rodeado de flashes, de lujos y de malas compañías. Murió asesinado en Estados Unidos por la mafia.

La leyenda de Oscar Natalio “Ringo” Bonavena excede las dimensiones de un cuadrilátero de boxeo.

Es que Bonavena fue mucho más que un boxeador, mucho más que un campeón sin corona. “Ringo” tenía algo que se trae desde la cuna, que no se compra, ni vende en ninguna parte, Bonavena tenía ángel, carisma, luz propia.

“Ringo” Bonavena: un auténtico ídolo popular.

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