Brian Castaño, hombre de familia y de amigos que busca quedar en la historia

Brian Castaño nació humilde, en su Isidro Casanova querido. Rodeado de afectos entre familia y amistades, no cambia. A pesar de estar peleando en la élite, se mantiene tal cual es. Este sábado se enfrentará a Jermell Charlo, en una unificación de los títulos mundiales superwelter de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), el Consejo Mundial de Boxeo (CMB), la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) y la Federación Internacional de Boxeo (FIB) en el AT&T Center de San Antonio, Texas, Estados Unidos. El trascendental combate del boxeo nacional será televisado en vivo a través de TyC Sports y TyC Sports Play en su ciclo Boxeo de Primera.

A pesar de estar ante la pelea de su vida, la que lo puede catapultar a lo más grande, Brian sigue siendo Brian. Conserva ese carisma y ese espíritu que tiene desde pequeño. Chico de barrio, familiero y rodeado de amigos, basa mucho de su fortaleza en sus afectos. A escasos días del trascendental reto, dialogó en exclusivo con TyC Sports y mostró ese lado íntimo.

 

“Mi padre es mi máximo ídolo”, suele repetir constantemente. “Él y mi vieja son mi vida. Y mi mujer es mi gran compañera, mi pilar”, agrega.

 

 

 

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A los 31 años, Castaño lleva una vida particular, aunque no tan extraña para deportistas de alto rendimiento. Luego de destronar al brasileño Patrick Teixeira del título mundial superwelter OMB el 13 de febrero en su última pelea en Indio, California, regresó a Argentina. Con todo preparado, se casó con Carolina Cotugno, su novia de tantos años. Pero debieron suspender la luna de miel que tenían en mente. Había urgencias. Era tiempo de volver rápidamente a Estados Unidos a la espera de la confirmación de la pelea con Charlo, que se veía venir.

 

“Ella es mi compañera, mi pilar. Me acompaña y me ayuda muchísimo. Me aguanta con mis locuras sanas. Me sabe entender y me acompaña. Nos casamos hace poco y es el amor de mi vida”, la describe, enamorado.

 

En cada una de sus presentaciones, en el lugar del planeta que sea, aparece en la foto una chica rubia, que ya es conocida por el ambiente pugilístico. Cinco años menor a él, Carolina no es ajena al boxeo. Con toda la experiencia junto a Brian, hasta se animan a entrenar juntos.

“La conocí cuando yo era amateur. Fue en un shopping y luego nos volvimos a contactar cuando yo ya era profesional. Era un desastre yo cuando la conocí”, aclara, entre risas.

Hoy, las cosas son diferentes. Casados desde hace unos cuatro meses, se preparan juntos para la gran noche de Brian. Pero no son los únicos.

No se puede hablar de Brian sin mencionar a su padre, Carlos Castaño. El propio Brian siempre lo hace. Aquel boxeador al que se le conocen cuatro peleas profesionales (con marca de 2-2, 1 KO) jamás imaginó en los años ‘90 cuando aún competía, que sería responsable de semejante figura. Y su hijo es el primero en dejarlo en claro.

Mi viejo es mi mentor, es todo. Junto con mi vieja son mi vida. Ellos laburaron mucho para que a nosotros no nos faltara nunca nada. Jamás nos faltó comida ni ropa. Se rompieron el alma para que estudiáramos e hiciéramos deporte. En su momento, fui a trabajar con él como barrendero para valorar lo que es el esfuerzo y la moneda. Soy lo que soy gracias a él”, enfatiza.

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Y recuerda: “Pateamos mucho por las calles limpiando junto con mi hermano Alan (NdR: boxeador profesional, que se alista para regresar, compartiendo entrenamientos en Estados Unidos). Barrí entre los 14 y los 17 años en mi barrio. También podábamos árboles y hacíamos otras changas”.

Sin embargo, en todo momento tuvo las dieciséis cuerdas del ring bien como objetivo de su vocación. Sabía que haría de ese espacio, su lugar.

Yo siempre soñé con el boxeo. Desde que mi viejo me llevaba a algunas peleas en el Luna Park. Soñaba con llenar esos estadios grandiosos. Disfrutaba el momento, pero también miraba a largo plazo”, recuerda.

Hoy, ése momento llegó. Ya tuvo el privilegio de combatir en el escenario de Corrientes y Bouchard, ícono del pugilismo nacional. Ahora, se codea en los principales cuadriláteros del mundo.

Como con todo deportista exitoso, numerosas personas no habituales se arriman. Algunos por una foto, otros por mucho más, quieren llegar a él. No es patrimonio de Castaño, ni mucho menos, exclusivo de los argentinos. Sin embargo, él diferencia.

“Te das cuenta por las actitudes qué gente se acerca por interés y cuál no. Van sacando las garras por comentarios o cosas que hace esa gente. Ahí te das cuenta por dónde viene la mano. Tengo esa percepción. Pero me gusta mucho conocer gente y hacer amigos. Tengo gente cerca con muy buena energía”, aclaró.

Más allá de apariciones de “gente interesada”, que es rápidamente descartada, Castaño no deja de compartir con sus afectos. No tiene por qué cambiar. Tan es así que un numeroso contingente suele acompañarlo (foto: @photosby.mica, de Micaela Sotelo).

Fuera de lo que es su equipo estrictamente de trabajo, integrado entre otros por su padre, Carlos, su preparador físico Matías Erbin, su hermano Alan -que espera confirmación de fecha de combate-, además de su manager Sebastián Contursi, Brian sabe lo que es convivir con afectos previo a una pelea.

Junto a su esposa Carolina, en Estados Unidos han permanecido por varias semanas previas su madre, su suegra y varios amigos, con quienes compartió muchos momentos en la casa que alquilaban en California, mientras completaba su entrenamiento.

 

“Aproveché y me traje a mis viejos, mi suegra, y varios más”, había dicho. “No sabíamos qué podía pasar después, si iban a poder venir o no, con todo lo que está pasando por la pandemia”, acotó.

 

Así es él. Para muchos, el campeón mundial superwelter OMB, que va por la gloria máxima y la gran unificación de títulos. Pero en su círculo íntimo, es simplemente Brian.

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