Cómo se conocieron Susana Giménez y Carlos Monzón

Podría decirse que Daniel Tinayre fue un poco el responsable de aquel romance. Sucede que el marido de Mirtha Legrand, y director de la película, fue quien eligió al protagonista masculino de aquella historia que le llevó la vedette del momento, en un intento por darle un giro a su carrera, pidiéndole que la hiciera realidad con ella como heroína. Claro que la conductora de los almuerzos televisivos tuvo mucho que ver en conectar a una jovencísima Susana con el director de cine. Así fue que tras mucho buscar, Tinayre se decidió por el famosísimo boxeador quien aceptó inmediatamente.

Por aquel entonces, Susana estaba en pareja con el empresario Héctor Cavallero, por lo que fue éste quien consiguió parte del capital para que la película pudiera filmarse. Mientras que Tinayre tenía muy claro que para que la película tuviera proyección internacional, debería contar con al menos una figura. Por eso, ante la imposibilidad de poder pagar a un actor extranjero, el director eligió a Monzón que era argentino pero con proyección de ídolo internacional.

Tanto Susana Giménez como Carlos Monzón eran dos figuras, cada uno en su rubro. Él se enamoraría de la vedette, y ella del campeón. 

Tanto Susana Giménez como Carlos Monzón eran dos figuras, cada uno en su rubro. Él se enamoraría de la vedette, y ella del campeón.

La cuestión es que si bien uno sabía del otro por sus respectivas carreras, no se conocían personalmente. Así que se encontraron por primera vez en el Hotel Sheraton, y aunque cuentan que lo primero que pensó Monzón al verla fue “¿esta flaca huesuda es Susana Giménez?”, igualmente le estampó un apasionado beso en la boca a pesar de la presencia de Cavallero, que eligió pasar por alto el episodio.

La pasión entre Susana Giménez y Carlos Monzón durante el rodaje de La Mary

Después de aquel primer encuentro que marcaría a fuego la relación entre ellos, comenzaron a filmar La Mary donde realidad y ficción se entrelazarían todo el tiempo. Con una trama subyacentemente erótica, Susana Giménez y Carlos Monzón comenzaron a vivir realmente aquellas escenas marcadas por Daniel Tinayre. Y si bien fue desmentida alguna vez, cuenta la leyenda que la vedette y el campeón continuaban fogosamente las escenas de sexo a pesar de los pedidos del director, al grito de ¡corte!.

De esta manera, un buen día la ficción pasó a la realidad más absoluta entre los protagonistas de La Mary. “Héctor viajaba mucho, y en un momento se había ido a Francia. Así que bueno, yo no tenía compromisos en ese momento, Carlos me había dicho que tampoco… Y pasó”, recordaría Susana en alguna entrevista, sin dar mayores precisiones. Según diría la Radiolandia de aquella época, todo habría comenzado en abril de 1974 después de rodar una escena en la isla Maciel, cuando la actriz invitó al boxeador a tomar un café a su casa.

Según reconocería la propia Susana Giménez décadas más tarde sobre cómo surgió la pasión que hubo entre ella y Monzón, diría que “Era una historia bastante erótica y nos tocaron hacer juntos escenas fuertes. Había un clima propicio como para que en nosotros se despertara lo que finalmente se despertó. Tal vez si en vez de filmar La Mary hubiéramos filmado Manuelita, la tortuguita de María Elena Wlash, no nos hubiera pasado. Nos prendimos fuego, y no pudimos con el fuego”.

Mientras tanto desde Sant Fe, Mercedes Beatriz García más conocida como Pelusa, o la mujer de Monzón, se enteraba lo que sucedía en Buenos Aires leyendo los diarios. Hasta que un día se cansó y le tiró la ropa a la calle, cuando leyó una tapa de revista que anunciaba ‘el romance del año’ refiriéndose a su marido y Susana. Claro que las idas a Santa Fe los fines de semana ya se habían espaciado cada vez más, con lo que la ruptura era casi un hecho. No obstante, la propia Pelusa contaría años más tarde las dos veces que enfrentó a la actriz culpándola de romper una familia.

La primera vez fue en el estreno de la película en el Cine Atlas, el 8 de agosto de 1974. “La esperé a la salida, le pegué y le dije ‘Ahora te vengo a prevenir, la próxima vez te meto un tiro en la cabeza’”, contaría Pelusa. Y la segunda vez fue en la premiere de La Mary en Santa Fe, “Ahí la quise agarrar en la puerta del cine Colón, pero justo se me cruzó un auto adelante y se me escapó”.

Con la convivencia llegó la violencia entre Carlos Monzón y Susana Giménez

Así fue que Susana y Monzón se fueron a vivir juntos a un departamento en Belgrano (O’Higgins y Sucre), donde ella intentaría enseñarle a hablar bien y darle clases de buenos modales, llegando a contratarle una maestra particular para que le enseñe cultura general.

Mientras que él no sólo no apreciaría estos gestos, sino que se burlaría de la poca habilidad de la actriz en las tareas hogareñas, aunque reconocería que caía rendido ante ella. “Para la casa es una inútil. Los días que hace frío, no sabe ni hacer un guisito. Ma’ qué guisito, no sabe hacer un mate cocido. Pero no importa, me la banco porque ella se pone unas botas, unos pantalones como de tigre que tiene, se mete perfume que trae de afuera, y qué se yo… Ya no tengo más bronca”, declararía el campeón allá por 1976.

Susana y Monzón estuvieron juntos por cuatro años. No obstante, los episodios de violencia cada vez más seguidos de él, mayormente como consecuencia del consumo de alcohol, empezaron a minar la relación. En aquella época de idas y vueltas, el episodio más oscuro de la pareja lo relató el biógrafo del deportista Carlos Irusta. Durante una presentación en Montecarlo, y después de una discusión, cuenta que “Susana le dice al doctor Paladino que tiene un ojo negro porque se tropezó con una cómoda, pero él después reflexiona y dice ‘pero no hay ninguna cómoda en esa habitación’”.

En 1977, el año que Monzón se retiró del cuadrilátero, se estrenó El macho, segunda y última película de ellos dos juntos. Y un año más tarde, en febrero de 1978 Susana dijo basta, y dejó a Carlos Monzón quien se consoló en los brazos de Pata Villanueva. No obstante, como el boxeador no solía aceptar un ‘no’ como respuesta, varias veces intentó reconquistarla.

El tiempo, entonces, alejó de manera definitiva al boxeador y la actriz, que marcaron uno de los romances más comentados, perseguidos y criticados de la década de 1970. Años después Susana Giménez reconocería “Antes de que a Monzón le pasara lo que le pasó, yo ya había decidido no hablar sobre él. Hubo mucha persecución, mucho morbo alrededor de nuestra relación. Nos miraban como si fuéramos ‘La bella y la bestia’. Nos convirtieron en una pareja integrada por dos símbolos sexuales y simplemente pasó que me enamoré. Y punto”.

Por A24.com