El último baile de Guillermo Rigondeaux

Ahora mismo la carrera como boxeador profesional de Guillermo ‘El Chacal’ Rigondeaux (20-2-0, 13 KO’s) yace al lado de una piedra en el cementerio de Santa Ifigenia, relativamente cerca del lugar donde él vio la luz en la oriental provincia de Santiago de Cuba.

Está inerte, sin vida. Aunque el siga sonriendo y asegurando que no está acabado; que todos los pesos chicos le temen y por eso le evaden.

Lo siento Rigo, te equivocas. El sábado pasado en Carson, California, acabaste de enterrar tu carrera. Tú mismo cavaste el hoyo, te metiste dentro, y aunque parezca incoherente, te echaste toda la tierra encima.

En tú caso, los milagros no existen. Se te recordará por ser doble campeón olímpico, por aquella magistral noche de boxeo en el Radio City Hall de New York donde pusiste en evidencia a un Nonito Donaire (41-6-0, 27 KO’s) que horas antes había recibido el nombramiento de Mejor Boxeador de 2012 y, sobre todo, por desperdiciar tanto talento al ser mezquino a la hora de lanzar golpes.

Rigo, esto es boxeo profesional; no esgrima…, menos ciclismo. Tampoco una versión de aquellos animados rusos con los que nos “torturaban” en la infancia allá en la Isla: Deja que te coja (agarre)…

Cuando la lógica indica que el ser humano evoluciona con el paso del tiempo, tú fuiste contra la corriente. Involucionaste.

John Riel Casimero, left, edged Guillermo Rigondeaux for a split decision victory to retain his WBO bantamweight title.Michael Owens/Getty Images

Recuerdo, por allá por 2010, cuando el entrenador Freddie Roach, miembro del Salón de la Fama del Boxeo Internacional, trabajó contigo y dijo públicamente que eras el peleador “más talentoso” que había pasado por sus manos.

“Él es el mejor contragolpeador que he visto. Cuando hice guantes con él, simplemente no pude superar su defensa. Traté. Pero no pude. Él es uno de los mejores talentos que yo haya visto”, dijo Roach en una ocasión sobre Rigondeaux, hablando por teléfono desde su gimnasio en Los Ángeles. Y luego, reconsiderando sus palabras, afirmó: “Probablemente el mayor talento”.

Sí, lo dijo. No nos engañemos, a veces los entrenadores inflan globos con tal de impulsar las carreras de sus discípulos, pero que lo dijera Roach tenía otro tipo de connotación. ¿Por qué? Sencillo, Roach ha estado en la esquina, durante casi toda la carrera, de un tipo que se llama Manny Pacquiao, y todos los que siguen este deporte saben de la horma que calza este monstruo del boxeo.

Ni con ese aval pudiste encaminar una carrera que parecía destinada a la grandeza.

Dejemos a un lado que no dominas el inglés y tampoco tienes el carisma para venderte como lo hizo Ali, Floyd o Canelo. Eso no es un defecto, menos viniendo de una sociedad donde ese tipo de cosas no son comunes.

Lo que nunca he podido entender es por qué el empeño en seguir una filosofía de pelea a sabiendas de que en el boxeo profesional no es rentable. Y, parafraseando al boxeador ruso Sergey Kovalev: el boxeo es un trabajo y uno arriesga su anatomía para ganar la mayor cantidad de dinero posible.

Un púgil de escaso nivel técnico es trabajoso que pueda adaptarse a un nuevo estilo. Pero un tipo con tus habilidades tiene todas las armas para hacerlo. ¿Qué faltaba? Más agresividad combinada con tus ya probadas virtudes defensivas. Un poco, un poco más y era la mejor forma de callarle la boca a todos tus haters. Pero no lo hiciste.

No sé si fue por capricho o por escuchar a entrenadores que solo le importa la victoria a cualquier costo, en vez de enfocarse en el cómo para garantizar la actividad que no has conseguido como profesional. ¿Nunca te llamó la atención? Peleaste cuatro veces en 2009, tres en 2010, una vez en 2011, tres en 2012, dos en 2013 y 2014, una vez en 2015 y 2016, dos veces en 2017, cero en 2018, dos en 2019, una en 2020 y 2021.

¿Qué más necesitabas para notar que algo andaba mal? ¿Los abucheos constantes del público en tus peleas nunca te abrieron los ojos? ¿Tampoco te llamó la atención -con razón o no- que Bob Arum, siendo tu promotor, arremetiera contra ti?

“Solo Guillermo Rigondeaux se convertirá en una estrella si Fidel Castro lo co-promueve. Cada vez que se menciona el nombre de Rigondeaux HBO vomita”, dijo Bob Arum en una ocasión.

¿Qué más, Rigo? Tantas señales no pueden estar equivocadas.

Para colmo, tenías una oportunidad de oro ante el filipino John Riel Casimero (31-4-0, 21 KO’s) y la tiraste a la basura. Esa era la puerta de entrada a una buena suma de dólares que llegarían de una posible revancha contra Donaire y eventualmente de una pelea con el japonés Naoya Inoue (21-0-0, 18 KO’s).

Después de la demostración en el Dignity Health Sports Park, de Carson, California nadie con dos dedos de frente querrá enfrentarte, ¿para qué? No tiene sentido exponerse ante un tipo que te hará lucir mal, no va a generar una buena bolsa y no tiene un cinturón de campeón mundial.

A tus 40 años es un hecho que no entendiste que el boxeo amateur y el profesional son dos animales muy diferentes.

Si en el amateurismo unos pocos golpes bastan, en el boxeo rentado no.

Cuarenta y cuatro golpes conectados en 12 asaltos. ¡44! Disculpa la rudeza, pero Rigo, no se puede ser tan mezquino (Casimero aterrizó 47 y entre ambos 91, lo que representa un récord para la historia del boxeo como la pelea a 12 rounds de menor acción, rebajando en nueve golpes el tope anterior que era de 100). Esa fue la cantidad que acertaste y, aun así, creías al final de la pelea que merecías el veredicto favorable de los jueces.

Ni soñarlo. Perdiste y era lo que merecías. La derrota y los abucheos.

¡Una lástima!

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