De boxear en Mónaco a morir en un tiroteo con la policía: así fueron los últimos nueve días de la vida desenfrenada de “La Bestia”

Por Ricardo Canaletti – TN

Tenía un metro ochenta y seis de altura y pesaba 81 kilos. La nariz muy ancha y pegada a la cara presentaba vestigios de lo que alguna vez fue un tabique nasal. El mentón era fuerte y el pelo renegrido casi no dejaba ver su frente. Tenía una enorme águila con las alas desplegadas tatuada en el contundente pecho, apenas uno de los 32 tatuajes que decoraban su geografía en una época en la que los tatuajes señalaban a seres degradados, pertenecientes a grupos despreciados como los de la prisión. Se llamaba César Abel Romero y le decían “La Bestia”.

El sábado 14 de julio de 1984 estaba en Monte Carlo frente a la oportunidad de su vida. Por una bolsa de 5.000 dólares iba a pelear con el venezolano Fulgencio Obelmejías y si le ganaba tendría una chance por un título del mundo, el de los medianos o el de los semipesados. Su mazazo de derecha le había hecho ganar plata y prestigio en las plazas más importantes del boxeo internacional. El guapo de las villas de Merlo, provincia de Buenos Aires, que fue chapista, obrero textil, sodero, repartidor de vinos, ladrón de cobre y bronce, asaltante de quioscos, almacenes, empresas y hasta parejas por la calle, que estuvo cinco años preso en Devoto, Olmos y Mercedes, ahora con 29 años estaba en Europa tocando a la puerta del Edén.

En 1978 cuando salió de prisión le había prometido a su mamá que nunca más robaría. La prensa le decía el “pistolero arrepentido”.

La Bestia pasó tres años como boxeador amateur y en 1981 se hizo profesional. El boxeo era su redención. Su carrera adquirió lustre cuando noqueó a siete adversarios al hilo. Entonces apareció la oportunidad de enfrentar al difícil Obelmejías. Se entrenó en Italia con Tito Lectoure, su técnico Carlos Martinetti, y su sparring “Martillo” Roldán. Su hermano Saúl y un amigo, el “Cabezón” Rodríguez, viajaron para ver la pelea en el Stade Louis II, Monte Carlo, Mónaco. Pero La Bestia no pudo. Obelmejías le ganó por puntos. En 16 de julio, en el Luna Park, Lectoure le rindió lo que le correspondía, menos el 25 % para su técnico, menos 400 que había pedido de adelanto y menos las extras del hotel, recibió 2721 dólares.

Nueve días después…

El lunes 23 de julio de 1984 a la mañana la banda salió a robar. Estaban La Bestia Romero, su hermano Saúl, Osvaldo Daniel “El Cabezón” Rodríguez y Carlos María Centurión, entre otros. En un Dodge 1500 llevaban una escopeta Itaka, un fusil Winchester automático, pistolas 9 milímetros y 45 y dos revólveres calibres 32 y 38, más un pistolón calibre 11 y mucha munición. Eran ocho en total así que salieron a buscar otro auto y a eso de las 10 robaron un Gacel-Volkswagen en Lomas del Mirador. Al rato llegaron a la Empresa de Autotransporte La Plata, una terminal de ómnibus de Camino de Cintura y La Rioja, Villa Madero. Se llevaron 2.500.000 de pesos argentinos. De ahí se fueron a otra terminal, la de la línea 378, en Isidro Casanova. Pero una llamada avisó a la comisaría de la zona y antes de que pudieran huir se vieron rodeados. Eran las 11.

Durante 40 minutos se tirotearon con la policía para ganar una vía de escape. Un sargento fue alcanzado por un disparo que le perforó la mandíbula. La banda buscó alcanzar los autos donde los campanas esperaban. Pero varios disparos terminaron con El Cabezón Rodríguez. Al comisario Rodolfo Alcántara le silbó un balazo muy cerca que le rozó el arco superciliar izquierdo. Saúl Romero murió acribillado. También Centurión. Ocho tiros desfiguraron los tatuajes del boxeador. La Bestia Romero quedó tendido boca arriba. Los otros cuatro escaparon en el Dodge.

El boxeo no pudo salvar a La Bestia. Quedan un par de reflexiones que hizo en el último reportaje que se conoce, aparecido en la Revista Viva de Clarín cinco días después de su muerte. Ahí contaba que tenía dos hijos y que le gustaba inventarles historias sobre sus tatuajes mientras los paseaba por el parque. “A mí la plata no me interesa; me interesa que a mis hijos no les falte nada”, dijo entonces.

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