Emocionantes guerras frente al mar: Ezequiel Acosta se consagró y Kevin Muñoz retuvo su titulo

Ha pasado una noche de boxeo inolvidable allí en el Palacio de los Deportes de Mar del Plata que inició con cuatro combates amateurs en la cartelera de Boxeo Promocional a través de TyC Sports Play para luego concluir con el abrazo de gloria entre un padre y un hijo que comparten la misma pasión.

Hablamos de Ezequiel Acosta (10-0,7kos) quien sostuvo un duro choque contra el experimentado Walter Sequeira (24-9-1,16kos) y que recibió el aliento especial de Rubén, “El Siru”, su papá. La contiende comenzó con una buena puesta en escena por parte de la joven figura marplatense que parecía tener muy claro el plan: mantenerse a distancia para sacar ventajas del largo de brazos y los 15 centimetros de altura que mantenía por encima del rival. Dejar que fuera el otro el del gasto energético para poder contragolpear y evitar meterse a la zona de riesgo. Pero, las diferencias generacionales y de cantidad de cuadriláteros recorridos, empezaron a salir a flote.

Para el tercer asalto, Sequeira le hacía gestos y muecas al oponente con aparente intención de generar desconcentración. Al mismo tiempo avanzaba y cortaba las distancias conectando voleados en la zona media de Acosta. Y también llegó a la parte alta; en un cruce de golpes en el centro de la escena, Sequeira logra embocar un golpe abierto justo al pómulo izquierdo del contrario quien se llega a bambolear en una ráfaga de segundos por el impacto, pero sin sobresaltos. Además, aquella amplia diferencia de altura que obligaba a Sequeira a meterse, generaron peligrosos choques con la cabeza hasta que uno acabó por provocarle un corte en el parpado izquierdo del púgil favorito del público.

Son innegables las aptitudes, las condiciones que tiene, pero también quedó a la vista la necesidad imperiosa de dar un paso más en el aprendizaje bajo el ring. Kevin Muñoz (13-1,5kos) libró diez vertiginosas rondas ante un, tal vez, subestimado Abel Silva (7-8-3,4kos).

En los dos primeros pasajes de largada, Silva se mostró inactivo, con pocos lanzamientos. Al punto de que el árbitro debió advertirle que si no peleaba se terminaba. Pero algo sucedió después. Quizá el equipo técnico esperando en la esquina apretó las indicaciones o quizá Silva se dio cuenta de la permeabilidad que presentaba el contrincante. Lo cierto es que a partir del tercer asalto empezó a sacar lo que guardaba.

El chico que nació en el Chaco y le tocaron peleas complicadas como los varios intentos ante Junior Zárate y acumuló igual cantidad de pérdidas que triunfos, se lanzó al todo o nada ejerciendo presión sobre un Muñoz que lució su estilo técnico de ataque con el cuidado de las distancias hasta el séptimo asalto. Fue justamente en este último donde más en evidencia quedaron las necesidades de reforzar tanto la defensa como las decisiones rápidas que todo boxeador debe saber tomar.

Muñoz, que se haya con el entrenador Pablo Chacón – último medallista olímpico del boxeo argentino – se expuso al trabajo en la corta distancia donde Silva lograba, con menor tecnicismo, sacar provecho de los cruzados abiertos que ya había comprobado que llegaban. Pese al conteo recibido, el enfrentamiento llegó a completarse hasta el final con ambos de pie y un Muñoz que develaba cansancio. Fueron momentos de mucha tensión para el equipo mendocino que se lo vio endeble ante la ofensiva de Silva.

Finalmente, las tarjetas que marcaron: 95-94 98-92 95-94 unánime para Muñoz, que retuvo la faja sudamericana súper mosca. Pero los presentes no quedaron contentos con el resultado y hubo algunos abucheos que se hicieron escuchar junto al mostrado descontento de Silva que negaba con la mano en alto.

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