Maravilla Martínez: “No le puedo gustar a todo el mundo”

Por Sergio Stuart – Diario Olé

El centenario y reformado Hotel Savoy, en donde se alojaron personalidades nacionales como Lisandro de la Torre e internacionales como Albert Einstein es una invitación, al menos, a compartir un café entre tanta fastuosidad. Tal si fuera un divo, Sergio Gabriel Martínez baja la escalera y llega adonde lo estaba esperando Olé para la entrevista pactada. Maravilla, se sabe, cuando está de civil no parece un boxeador. Más allá de la ropa y los lentes, porque su cara no registra marcas, está intacto pese a que hace una semana combatió por cuarta vez desde su regreso en el 2020 con la meta de volver a salir campeón mundial otra vez, como lo fue de los medianos OMB y CMB en el 2010 y los superwelter CMB.

El quilmeño que el 21 próximo cumplirá 47 llegó desde España (hace cuatro años y medio que no venía al país) para cumplir con actividades en la Argentina: dará seminarios; grabará la segunda temporada de Escuela de boxeo, que va por DeporTV; actuará por distintos puntos del país con sus monólogos y, muy importante, visitará a su madre. Todo eso en 50 días. Así que el café se apura y larga la entrevista, con sonido de fondo y aroma a hotel porteño.

-Hay gente que te pone de ejemplo porque peleás a los 46. ¿Sos un ejemplo?

-Yo no me paro a pensar si puedo llegar a ser un ejemplo, sí me lo dicen bastante. Es reconfortante escuchar eso de jóvenes, de muchas personas de muchas edades, que al verme se animan a hacer otras cosas. Que ese sueño lo transformaste en meta, objetivo, un plan. Tengo las ideas bastante claras con lo que quiero conseguir y sé que lo estoy llevando adelante de la manera más bonita y digna, pero eso de llegar a ser un ejemplo es extraño.

Mi cuerpo es una máquina. soy un monje tibetano: nunca probé alcohol, drogas, nada.

-El boxeo a los 46 no es para todos…

-A veces al boxeador se lo ve golpeado, lastimado, abandona y muy rápido se deteriora, se viene abajo. A veces le echamos la culpa al boxeo, y uno practica boxeo dos horas cuatro días por semana. ¿Y después? El día tiene 20 horas y hay que ver qué hace esa persona en esas 20 horas. Sé que yo soy lo más parecido a un monje tibetano: nunca probé una gota de alcohol, droga o un cigarrillo. Entonces, todas las facultades de mi cuerpo están 10 sobre 10 más allá de la edad. Tengo un respaldo físico de muchos años, mental también; yo intento darle desarrollo a mi mente, no estoy solo enfocando en el boxeo sino en que mi mente esté trabajando activa. Yo no puedo dejar de leer, de trabajar, de actuar. Porque el día que deje, mi cerebro se va atrofiar no solo por el boxeo, sino por el paso del tiempo. Lo que pasa es que yo no puedo estar en la vida cuidando a la gente, diciendo que no tomen alcohol. Pero si vos no lo hacés, tu vida competitiva y deportiva se puede extender. Yo tengo esa capacidad de haberme cuidado casi 47 años, no haberme descuidado nunca y mi cuerpo está respondiendo. Poco a poco estoy recuperando las cosas que tuve de mi mejor época, en las que yo era una máquina. Pero porque mi cuerpo es una máquina, yo sé lo que da mi cuerpo, hasta dónde puedo exprimirlo, y a mi mente también. Cuando uno entra al gimnasio de boxeo, ya el gimnasio te cuida. El tema es qué haces afuera.

-Con la edad tuviste que cambiar tu estrategia en el ring y, más allá de los rivales, te llegan poco. ¿Es clave en tu meta de llegar a pelear por el título?

-Estoy adaptando mi estilo boxístico a lo que mi cuerpo me puede dar hoy en día. En parte tiene que ver, pero también en darme cuenta en el momento en que estoy. Estoy regresando, voy por mi cuarto combate y necesito rodaje. Sé que me favorecen este este tipo de rivales que hasta ahora tuve, y ya es la hora de exigir. Voy a tener que buscar rivales con poder de nocaut, pero me estoy adaptando a la opción que mi cuerpo necesita. Yo ando por el camino que más me favorece, que es recibir lo menos posible. Porque en el boxeo no gana quien más pega sino quien menos recibe. Lo tuve claro siempre, desde los 20 años, pero no sabía cómo llevarlo a cabo. Hoy sí, en día intento llevarlo a cabo, por lo menos aprendí bastante.

-Si te llega un rival como los campeones Ryota Murata, Gennady Golovkin o Jermell Charlo, ahí sí va a ser difícil…

-Seguramente. Pero ahí llegaré más preparado, pasando los escalones que vengo pasando. Y no puedo saltarme escalones, esto es una escalera y ya estoy dando bastantes pasos.

-¿Cuántos escalones te faltan? Se habla de una nueva pelea en mayo…

-Como querer, me encantaría hacer dos combates como para reafirmar una cosa que traigo en mi mente, terminarla, ajustar y adaptarme a estar con este nuevo equipo de trabajo con el que ya llevo cuatro años.

-¿Cómo te llevas con el ego de volver a estar y, paralelamente, con los que dicen que no peleaste contra nadie?

-Estar ahí lo llevo bastante bien porque es algo para lo que trabajo diariamente, estoy haciendo lo recontra imposible, dejando la vida en cada entrenamiento, dejando el alma. Con respecto a las críticas, no le puedo gustar a todo el mundo. Hay gente a la que no le gusta cómo hablo, o me peino, me visto, camino; cómo boxeo, escribo… El día que me pare a prestarle atención a las críticas… Lo mismo a las buenas. Porque yo no puedo inflar el pecho si hablan bien o hundirlo si hablan mal. Yo tengo que seguir enfocado en mi presente con una visión a futuro.

-Solés cruzar mensajes amistosos con tus próximos rivales y quedás como si fueran hermanos de sangre contra los que combatiste. ¿Por qué?

-Literal. Somos hermanos de sangre. Como con Paul Williams: hicimos 13 rounds y medio, le dieron 39 puntos en la cara, tenía su sangre en mi cuerpo, había sangre mía en el de él… Después de haber pegado más de mil golpes, si no estás hermanado… Aparte, es un combate pactado, no es una pelea. El boxeador da esa imagen que tiene que dar porque es necesario para vender, porque lo hacemos por dinero. Pero se apaga la cámara y nos damos un abrazo. Ese rival se va a ir conmigo a la tumba, el día que yo me vaya a la tumba un pedacito de él se viene conmigo y un pedacito mío se va a ir con los rivales. Vamos a estar unidos siempre.

Yo ya gané: casi me cortan la pierna, quedé rengo y estoy haciendo lo que estoy haciendo.

-Dijiste que estás a una derrota del retiro. ¿Sería frustrante que llegara?

-La verdad es que ya no puede haber frustración. Las expectativas mías son las de vivir el día a día como lo estoy viviendo. Yo estuve a horas de que me cortaran la pierna, de que me la amputaran porque si no me iba a morir (NdeR: lo operaron en el 2013, decía que tenía rodillas de un hombre de 80 años). Después de eso, de haber regresado, haber conseguido crear yo solo algo que yo solo soñé hace unos años, que yo traje como un plan y lo que estoy consiguiendo, estoy compitiendo con pibes de veintipico de años y les estoy ganando… ¿Y si me toca perder ahora o por el Mundial? ¡Yo ya gané! Tengo una pierna dos centímetros más corta que la otra por el tema de la rodilla, una de las bacterias me comió todo el cartílago. Antes era rengo y con dolor, ahora soy rengo pero estabilizado, nada más. Siendo rengo estoy haciendo lo que estoy haciendo. Yo ya gané, da igual. Hoy toco madera que no me pase nada, pero si no quiero boxear más, no pasa nada. Ya regresé, hice cuatro combates. Cuando regresé al gimnasio en el 2018 pesaba 101 kilos y hoy estoy en 81. Estar en ese camino donde me encuentro es el premio.

-Tenés una buena carrera, casi sin manchas. Pero imaginá si se da la pelea por el título y de repente no te va bien…

-(Interrumpe) Que es probable, es muy probable…

-Por que ahora sos banca…

-(Interrumpe de vuelta) Pero sería punto, pequeñísimo…

Una cosa que me da miedo es que mi madre vea que me están golpeando.

-Y te comés varias manos. ¿Vas a terminar tu carrera así? ¿No te da miedo o algo similar?

-Es que lo veía también a los 30 y pico como una posibilidad. Ya lo veía antes, pero ahora estoy desarrollando mucha más conciencia. Y ahora sí me da algo, no de miedo, pero una cosa que me da miedo es que mi madre vea que me están golpeando.

-Justo tu vieja, a la que nombrás en tus monólogos que cocinaba con kerosene cuando eran pobres…

-Mi vieja me ve trabajando. A mi vieja le envío videos casi todos los días mostrándole el esfuerzo monumental que estoy haciendo. Y le digo que a mí las cosas no me salen bien, tengo un equipo que me ayuda a hacerlas bien. Más allá de lo que pase en el resultado, porque me pueden noquear con una mano o con una andanada de golpes y dejar la cabeza como un bombo, me voy a ir con la seguridad de haber hecho las cosas tal como las tenía que hacer al 100%, con un poquito más de esfuerzo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *