Sergio Maravilla Martínez: “Necesito otras dos peleas y recién ahí apuntaré todo a los campeones del mundo”

Por Luciano González – Diario Clarín

El jueves 27 de enero Sergio Martínez consiguió ante Macaulay McGowan la cuarta victoria desde que volvió a boxear tras más de seis años de inactividad. El viernes le bajó el telón a la tercera temporada de Bengala, el unipersonal que estuvo protagonizando en el Pequeño Teatro Gran Vía de Madrid. El sábado preparó las valijas. Y el domingo aterrizó en Buenos Aires tras 1373 días de ausencia. “En Ezeiza había un grupo de personas que estaban esperando a sus afectos y me recibieron con un aplauso. Me pareció muy cálido, me encantó. La gente me trata fantástico”, cuenta.

A días de cumplir 47 años, los aplausos, los saludos y las fotos lo gratifican, aunque hubo un tiempo, hace una década, en que el reconocimiento fue un dolor de cabeza. “Por momentos, la explosión mediática fue durísima, insoportable. Cuando estaba acá, quería volver a mi Madrid porque allá tengo mi anonimato, llevo una vida de lo más normal y tranquila”, admite. Hoy el panorama cambió. “Es otro momento y por suerte yo no soy la misma persona. Tuve que evolucionar y adaptarme a muchas cosas nuevas, entre ellas saber lidiar con la popularidad”, explica.

Siete semanas permanecerá Martínez en Argentina, aunque no para descansar. De hecho, reconoce que le cuesta tomarse más de tres o cuatro días de vacaciones. “Si hay algo que me gusta es trabajar, estar activo, ser productivo”, asegura desde la tranquilidad del Bar Imperio del Hotel Savoy, donde se está alojando durante su estadía en la ciudad. En este tiempo, terminará de grabar la segunda temporada de Escuela de boxeo, la serie documental que comparte con Yésica Bopp en DeporTV; realizará algunos shows de stand up y, sobre todo, brindará seminarios y clínicas de boxeo en una gira que comenzará el 10 de febrero en Comodoro Rivadavia y que lo llevará a distintos rincones del país y a Montevideo.

– ¿Cómo te sienta este rol docente?

  • No me gusta enseñar boxeo diariamente, pero sí me gusta juntar a un grupo de personas un día y contarles algunos tips y algunas cositas que a mí me sirvieron, algunas que viví y que vi pasar. Porque todo lo que a uno le pasa ya le pasó a otro y todo lo que uno hace ya está inventado, ya fue hecho. Es importante apoyarse en la experiencia de otros.

Las clínicas, los seminarios y los viajes ocuparán buena parte de sus horas en esta parte del planeta, pero no le impedirán permanecer conectado con el proyecto que empezó a gestar hace poco menos de cuatro años, pese a que su rodilla derecha parecía haberlo alejado definitivamente del deporte de alta competencia: volver a boxear y aspirar otra vez a un campeonato mundial. “Cuando empecé a caminar normalmente y a quitarme el dolor, comencé a crear algo a través de un sueño. Y la mente es superpoderosa”, sostiene.

– ¿Estás retomando tu carrera donde la habías dejado en 2014 o estás recorriendo un nuevo camino?

  • Lo veo como una carrera nueva porque realmente lo es. Otro es mi cuerpo, otra es mi mente, otro es mi pensar con respecto a lo boxístico. Miro más hacia adentro que hacia atrás o hacia adelante y trato de vivir en presente, aunque no siempre lo consigo. Es dificilísimo porque soy un tipo muy pesado con la planificación, pero estoy aprendiendo. Estoy disfrutando el presente de una manera maravillosa, como jamás lo había hecho en los 19 años de mi carrera anterior.

– ¿Por qué te costaba tanto disfrutar y qué cambió en este tiempo?

  • Hay un momento en que no tenés comida, no tenés ropa, no tenés elementos de entrenamiento, tenés que trabajar de 20.000 cosas para ganarte la vida y poder boxear. De repente, pasás a ser millonario, a tener combates por bolsas tremendas que solo podías soñar, a tener una popularidad y una presencia mediática salvajes. No se puede disfrutar ni una cosa ni la otra. Hoy es distinto. Boxeo para mí.

Esta nueva carrera tuvo su primer mojón el 21 de agosto de 2020, cuando el ex campeón mundial superwélter y mediano derrotó por nocaut técnico en el séptimo asalto al español José Miguel Fandiño en Torrelavega. Le siguieron los triunfos ante el finlandés Jussi Koivula y el británico Brian Rose. El último reto, hasta el momento, fue la victoria ante otro británico, Macaulay McGowan, a quien superó por puntos después de derribarlo dos veces en una convincente actuación.

Sergio Maravilla Martínez alza la guardia ante Macaulay McGowan.

– ¿Considerás que esta fue la mejor de las cuatro peleas que hiciste en este tiempo?

  • Sí. Porque está saliendo a la luz en mi cuerpo el trabajo acumulado durante cuatro años. El 29 de abril de 2018 llegué a Madrid desde Buenos Aires a las seis de la mañana y a las diez estaba en el gimnasio empezando a entrenarme. Llegué con 101 kilos, siendo un abuelito, lento, pero le dije a mi actual entrenador (Tinín Rodríguez): “Vengo para volver a boxear”. A partir de entonces empezamos a trabajar cosas que recién ahora comienzo a demostrar en el ring. El aprendizaje llega al cerebro, que le enseña al cuerpo. El cuerpo necesita hacerlo en sombra, luego en la bolsa, después en manoplas, más adelante en sparring y finalmente en el ring y con un resultado de por medio. Es un proceso largo.

– ¿Qué rival esperabas encontrar cuando elegiste a McGowan y qué rival encontraste?

  • Él es un boxeador con una gran intensidad de golpeo, pero al principio sintió dos golpes en el pecho que le hicieron cambiar de parecer. Tyson decía: “Todos tienen un plan hasta que reciben la primera derecha”. En este caso, fue la primera zurda sobre su guardia. La primera mano siempre es la del respeto. Él la sintió y la pelea cambió: él iba a salir a avanzar y a atacarme, pero cambió de parecer. Al final del combate, me dijo que había sentido mis manos y que había algo en mi boxeo que era muy difícil de contrarrestar. Y también me dijo que era uno de sus héroes de la infancia.

– ¿Y ahora? ¿Cuál es el plan a corto y a mediano plazo?

  • Pienso volver a entrenarme en una semana. En cada sitio al que vaya me tomaré mi tiempo para entrenarme y así no perder mi estado físico. Estaré en contacto permanente con David Navarro, mi preparador. Siempre que pueda hacer boxeo, lo haré, pero lo importante es no perder esta condición física. Trataré de programar un combate para los últimos 10 días de mayo o los primeros de junio y otro para fines de septiembre o principios de octubre. A partir de ahí, apuntaré todo a los campeones del mundo.

En el listado publicado el 31 de enero, Martínez aparece cuarto en el ranking de la división mediano de la Asociación Mundial de Boxeo, que reconoce como supercampeón al japonés Ryota Murata y como campeón regular al cubano Erislandy Lara, y que contempla como retador obligatorio al británico Chris Eubank Jr (hijo del notable campeón mediano y supermediano de la década de 1990), quien hasta agosto era considerado monarca interino.

Para fines de marzo o principios de abril está contemplado un duelo de unificación entre Murata y el kazajo Gennadiy Golovkin, campeón de la Federación Internacional de Boxeo. En tanto, el estadounidense Jermall Charlo es el dueño del cinturón de las 160 libras del Consejo Mundial de Boxeo y el otro estadounidense, Demetrius Andrade, del de la Organización Mundial de Boxeo. “Tengo que tenerlos en la mira. Todos son una posibilidad”, avisa Maravilla.

– ¿Creés que estás en condiciones de pelear con cualquiera en tu categoría?

  • Hoy no, pero después de dos combates más sí. ¿Charlo? ¿Por qué no? Yo necesito seguir evolucionando. Una vez que lo haga, voy a saber dónde estoy parado. Si apunto a Golovkin, también puedo apuntar a Charlo. Sé que es difícil que una promotora grande quiera apostar por un hombre de 47 años, pero nada se puede descartar. Hace unos días le gané a un muchacho de 27 años, más adelante puedo ganarle a otro de 27 años con mejores condiciones y en septiembre puedo noquear a otro de muchísimas condiciones. Hay que ver cómo me sorprende la vida más adelante.

Multifacético, Maravilla Martínez tiene un revival en el boxeo. Foto: Constanza Niscovolos

– En este camino, ¿mantenés la idea de que estás a una derrota del retiro?

  • Hay derrotas y derrotas. El tema no es que después de una derrota pueda desanimarme. Pero si lo que quiero es ganarme una chance concreta por el (título) mundial, con 47 años ya no puedo perder. Si eso pasara, tendría las puertas cerradas. Esa situación también estaba latente cuando tenía 32 o 33 años. En ese momento, me dijeron: “Tenés que ganar, gustar y dar un nocaut espectacular; si no lo hacés, tu carrera se acaba”. Pero esa presión me encanta y me alimenta.

– ¿Y si no llegás a ese objetivo que te estás planteando con tanta fuerza?

  • Sería muy necio no disfrutar el camino y frustrarme por no conseguir lo que busco. Ya tengo la edad, la experiencia y las ideas claras para saber que lo que tengo que hacer es disfrutar este presente.

El boxeo argentino, según Maravilla

El mes próximo, Brian Castaño, único campeón mundial argentino en la actualidad, volverá a enfrentar al estadounidense Jermell Charlo (hermano gemelo del monarca mediano del CMB) en un duelo en el que se pondrán en juego las cuatro fajas de la categoría superwélter. Será el desquite del combate que empataron el pasado 17 de julio en San Antonio y que, a los ojos de Maravilla, debió haberse saldado con un triunfo para el púgil de La Matanza.

“Castaño hizo una pelea brillante. Charlo tiene dos manos superpoderosas, conectó una en el tercer round y otra en el décimo que hicieron daño, pero fue una fracción de segundo. Enseguida Castaño siguió tirando para adelante. Tiene un talento sensacional”, analiza el quilmeño, quien pronostica una victoria del Boxi en el próximo enfrentamiento “porque en las revanchas siempre gana el más inteligente. Y él es más inteligente”.

Entre los boxeadores argentinos más destacados del estos días señala a Jeremías Ponce, Agustín Gauto y al joven entrerriano Brian Arregui (“si sigue haciendo las cosas así, tenemos ahí un futuro campeón del mundo, pero necesita el tiempo lógico”), aunque hace especial hincapié en Alberto Palmetta, quien se radicó en Estados Unidos en 2018, desde entonces ganó sus últimas 10 peleas (nueve antes del límite) y ocupa el 13° puesto en el ranking wélter de la AMB.

“Beto es un boxeadorazo, uno de los más sólidos en este momento y tiene chances concretas de ganar un mundial”, asegura Martínez. Y justifica: “Él es mucho mejor hoy que cuando se fue. No solo porque se entrenó e hizo sparring con los mejores, también por todo lo que conlleva irse del país, todo lo que duele. Y en ese dolor y en todo lo que uno abandona está el crecimiento existencial. Antes de ser campeón del mundo hay que forjarse como ser humano. Beto lo está haciendo de manera brillante”.

La vida más allá del boxeo

“Hoy mi prioridad es el boxeo”, sentencia Maravilla. Sin embargo, eso no le ha impedido en estos años dar charlas motivacionales, dictar seminarios, escribir (tiene un libro de poesía casi listo para ser publicado), aprender a tocar el piano y, sobre todo, actuar. “Cuando se retiran de su disciplina, muchos deportistas quieren encontrar algo que los llene tanto como los llenaba su deporte. Eso es un error. A mí nada me llenará como el boxeo, pero puedo hacer diversas cosas e ir buscando hasta descubrir una pasión. Eso me pasó con la actuación. Es muy gratificante”, explica.

Su última incursión en ese universo fue Bengala, un unipersonal escrito por Alfredo Megna y dirigido por Adrián Navarro que recientemente cerró en Madrid su tercera temporada con buena respuesta del público y la crítica. En esta obra, el ex campeón mundial interpreta no solo a Bengala, un boxeador que transita el segmento final de su carrera, sino también a otros siete personajes: los fantasmas que dialogan con el púgil. “Es una pieza teatral fantástica. Hacerla fue una experiencia maravillosa”, cuenta. Los próximos pasos son reponerla en Madrid en abril, traerla a Argentina en junio o julio, estrenarla en un teatro de la Avenida Corrientes y también presentarla a otros puntos del país.

¿Cuán complejo te resultó meterte en el personaje principal?

Bengala es adicto a las drogas, al alcohol, al juego y le pega a su mujer. Lleva una vida tan tormentosa que a veces da miedo. Cuando interpreto a Bengala, durante una hora y diez minutos soy ese hombre. Y me digo: “Madre mía, cómo se debe ser sentir todo esto”. Por eso me quiebro tanto, porque conecto con las emociones de él y de los otros siete personajes. Me sirve de catarsis. Y cada vez que hago a Bengala aprendo lo que no quiero ser.

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