La difícil infancia de GGG y las pérdidas que lo marcaron y su llegada a Estados Unidos

Gennady Gennadyevich Golovkin nació en Karagandá, que pertenecía a la República Soviética Socialista de Kazakh y terminó convirtiéndose en Kazajistán con la caída de la URSS en 1991. Su padre, ruso, fue operario en una mina de carbón y su madre, refugiada coreana (que tuvo que huir de la invasión de Japón a mediados de siglo), asistente en una bioquímica. Tiene un hermano gemelo, Maxim, y tuvo dos hermanos mayores: Sergey y Vadim.

Su infancia fue traumática: “Eran tiempos terribles, fueron muy peligrosos para algunas personas”, dijo Gennady cuando recordó un gran vacío de poder luego de la independización del nuevo país y la proliferación de las organizaciones delictivas.

Aquellos dos hermanos más grandes lo incentivaban para que peleé. Caminaban por la calle ´buscándole´ rivales, siempre más grandes y más fuertes. Elegían hombres al azar y le preguntaban “¿le tienes miedo?”, y Gennady no los quería decepcionar. Se peleaba a cada esquina, “todos los días, con tipos diferentes”; aunque él prefería el fútbol al boxeo.

Los gemelos Max y Gennady fueron al gimnasio. Les resultaba sumamente fácil el deporte, se movían como expertos y no tenían miedo. Max era más técnico, Gennady mas ´callejero´; pero a ninguno le costaba aprender al primer intento de alguna corrección. Fueron los peleadores más temibles de la ciudad y del país, se turnaban para ganar las finales a las que ambos llegaban. Pero la muerte de sus hermanos mayores dejó una marca imborrable en la vida de los gemelos. En 1990 falleció Vadim y en 1994 Sergey, ambos sirviendo a ejército, fue un golpe durísimo para la familia.

Cada victoria luego de esos episodios es en honor a Vadim y Sergey.

 

GGG

GGG hizo su primer combate a los 11 años, en 1993 y tuvo 375 peleas amateur y perdiendo sólo en cinco oportunidades. Se terminó graduando de maestro en Educación Física en la Universidad Estatal de Kagaranda porque no tenía en claro si su vida sería la de un boxeador.

En 2004 hubo una decisión difícil, sólo uno de los gemelos podía representar a Kazajistán en los JJOO de Atenas, el elegido fue Gennady por ser unos minutos más grandes que Maxim. Allí ganó la medalla de plata perdiendo la final ante el ruso Gaidarbek Gaidarbékov. “Si hubiese ganado los Juegos Olímpicos tal vez habría terminado ahí mi carrera”, confesó tiempo después.

En la vuelta a Kazajistán se hartó de esperar que lo dejaran convertirse en profesional por la burocracia de su deporte. Estuvo nueve meses alejado del ring hasta que llegó una oferta de la promotora K2, de los hermanos Klitschko, para seguir su carrera en Alemania. Durante tres años infundió miedo ante los peleadores teutones y ya nadie quería enfrentarse con él, miles de excusas de los managers rivales lo hicieron pensar en desembarcar en Estados Unidos. Allí arribó de la mano de sus nuevos representantes, Max y Oleg Hermann junto a Tom Loeffler. Se entrevistaron con tres entrenadores y Abel Sánchez era uno de ellos. El entrenador mexicano, fuera del circuito por siete años asqueado de la politiquería que manchaba el boxeo, quedó encantando con GGG y comenzaron a entrenar en Big Bear Lake, San Bernardino, California.

Un día, Abel Sánchez (entrenador de GGG hasta abril de 2019) organizó una sesión de sparring con Alfredo ´el Perro´ Angulo, gran púgil mexicano del momento. Sam García, otro entrenador, presenció la pelea y no dudó en llamar a Doug Fischer, de la prestigiosa revista The Ring, y le dijo: estoy viendo al futuro campeón del mundo del peso medio.

Un tiempo después aquel periodista fue uno de los pocos testigos de una sesión de sparring de GGG con un joven mexicano llamado Saúl Canelo Álvarez.

La relación entre ambos no ha sido fácil desde el final de la primera pelea, en septiembre de 2016. Un fallo polémico en el que se vio empate cuando todos los medios especializados habían visto una sólida victoria del kazajo y un doping positivo del mexicano antes de la revancha detonaron el vínculo.

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