Pasó hambre, se drogó y estuvo en la delincuencia: la historia de resiliencia del boxeador Eduardo Estela

Eduardo Estela, la historia de resiliencia del boxeador de la Villa San Martín y del Cerro, que quiere ser campeón del mundo y peleará este viernes, por la pantalla de ESPN, ante el venezolano Jampier Oses por la categoría ligero.

El viejo después de laburar salía a recolectar botellas en la calle. La madre tomaba mate todo el día porque no había para comer. No duda en afirmar que “el hambre es una marca para toda la vida”.

Y la vida le pegó duros golpes. De joven estaba en la delincuencia y probó todas las drogas, pero se levantó. En el deporte encontró la salida. Se subió a un ring y no bajó más. Hoy es profesor, trabaja en varios gimnasios, vive del boxeo y este viernes estará ante los ojos del mundo.

Eduardo es uruguayo de nacimiento, pero argentino de crecimiento. Su historia es sumamente particular. Su mamá, que vivía en Argentina, estaba embarazada cuando vino de paseo a Uruguay. Al momento de volver, no la dejaron cruzar el puente Fray Bentos – Gualeguaychú porque estaba a punto de parir. Fue entonces que Eduardo Estela nació en Uruguay. “Fue increíble, me lo contó mi vieja. Recién la dejaron pasar a los tres meses”, reveló Estela a ESPN.

A su regreso se fue con su familia a San Martín. Vivió en una Villa donde no duda en afirmar que fue dura la vida.

Nos agarró la peor época de Argentina, aquella donde la gente andaba saqueando cosas. Viví todo eso, me acuerdo clarito. Mi padre laburaba todo el día en un taxi y fuera de su horario salía a juntar botellas, literal, porque éramos cinco hermanos y no alcanzaba para comer”, dijo el boxeador en la charla con ESPN.

Estela dice que de chico las pasó… “Yo he visto a mi mamá y hasta me llegó a decir que no quería comer porque no tenía hambre, y tomaba todo el día mate. De grande me di cuenta que la realidad es que no tenía para comer. A mí y a mis hermanos nos mandaba a la escuela de tiempo completo para que comiéramos ahí. Uno valora el sacrificio de los padres. Mi papá nunca se pudo sentar a enseñarme mucha cosa, pero no lo culpo, pasaba todo el día laburando”, reveló el boxeador uruguayo que este viernes pelea en Bolivia buscando dar un paso más en su sueño de ser campeón mundial.

Estela señaló que: “A mis hermanos chicos nunca les faltó un plato de comida, pero el más grande y yo pasamos días muy duros. Pah… el hambre es una marca en la vida. He visto y he pasado por un montón de cosas. La vida me enseñó a valorar las cosas”.

LA MUDANZA AL CERRO
Cuando Eduardo era un adolescente la familia tomó la decisión de vida de radicarse en Uruguay. Se mudaron al barrio del Cerro. “Llegué a un barrio conflictivo, pero yo venía de una Villa. De chico era muy peleador al punto tal que, si se iba a pelear mi hermano grande, yo iba antes y le metía una trompada al otro. Era un busca pleito, la verdad”, reconoció Eduardo entre risas.

Al poco tiempo de estar radicado en el país, Eduardo se fichó en las formativas de Cerro, hasta que su hermano inclinó definitivamente la balanza cuando lo llevó a un gimnasio y lo invitaron a subir a un ring.

Las primeras piñas las tiró en el cuadrilátero de los “Ratones Peleadores”, ahí donde los hermanos Caril y Marner Herrera comenzaron a marcar su carrera.

Estela reconoce la mano que le dieron… “Marner fue mi primer entrenador. Le pagué la primera cuota y para la segunda no tenía plata. Yo no le podía pedir a la vieja. Le fui de frente a mi entrenador: ‘Mirá, yo quiero aprender, pero no tengo un peso’. Y no me puedo olvidar de la mano que me dieron porque me dejaron entrenar gratis y yo a cambio ayudaba con cosas en el gimnasio”.

Y mientras construía su carrera, se convirtió en el principal sparring del Ratón Herrera. De aquellos tiempos recuerda que a veces iban a pelear y comían pan con mortadela antes de subir al ring.

“Pasó un par de veces que no tenía ni para comer, tenía que pelear de noche, y era un refuerzo. Con el Ratón grande era pan con mortadela y vamo’ a pelear. No tenía idea de la alimentación de un boxeador y éramos los del Cerro”, rememoró.

DROGAS Y DELINCUENCIA
Eduardo Estela no tiene complejos a la hora de hablar de su pasado. Asume que probó todas las drogas y que estuvo en la delincuencia.

“Yo andaba en todo lo que puedan imaginar. Probé drogas de verdad, todas. Las tenías ahí, andaba en la delincuencia. ¿Por qué? Porque no conocía otra cosa más que eso. Y no es que mi padre no me enseñó. Eran tiempos muy jodidos. Yo vivía en la fortaleza del Cerro donde las casas se inundaban si llovía. Tengo recuerdo de levantarme de noche para ayudar a los vecinos a los que se les había inundado la casita. Y me pasó tener que salir de casa porque se inundó”, rememoró Eduardo sobre aquellos duros años.

El boxeador agregó: “Mis hermanos no conocieron el deporte como yo y por ahí no pudieron avanzar en la vida. Tengo un hermano preso. Yo andaba con ellos y capaz que era peor que ellos porque me gustaba la adrenalina, pero el boxeo me sacó. Y esto no lo cuento para vender humo, esto me pasó de verdad”.

Eduardo Estela afirmó que el cambio se produjo un día que iba a salir a robar y el hecho no se produjo. “Al otro día yo dije que no iba a faltar a trabajar y me salvé, porque un amigo cayó y fue 8 años preso. Ahí me di cuenta que lo mío es el boxeo. Uno va creciendo, madurando y se da cuenta que no estaba bien lo que hacía, que no estaba bueno, y estoy arrepentido de lo que hice”, asumió con valentía.

Y lentamente, Eduardo Estela fue dando pasos en el mundo del boxeo.

“Siempre dije que lo primero era pelear por los Ratones, luego estar en la selección porque fui campeón amateur y tuve la oportunidad de viajar”. El Pelo, como se lo conoce, fue a un Pre Panamericano y a dos Preolímpicos.

“Después me fui para Palermo con Robert Leiva y me hice profesional. Allí mi sueño era pelear en Argentina y empecé a ir. Hace 4 años me fui al Palacio Peñarol con Ramón Barrero y mi sueño son estas cosas que me están pasando como una pelea de fondo por ESPN”.

Después de tanto sufrimiento, la vida y su resistencia le brindan a Eduardo una caricia al alma. Trabajó para el programa “KO a las Drogas” con niños en el barrio Maroñas. Hoy es profesor de boxeo, vive todo el día dando clases y es representado por un histórico del box argentino como el Chino Marcos Maidana.

“En algún punto siento que me merezco todo esto por los obstáculos que tuve en la vida. Yo la he pasado de verdad, he ido a entrenar con frío, con hambre, en bici y bajo lluvia. La sigo peleando y soñando. Sueño con ser campeón del mundo. A huevo, como es todo en Uruguay”.

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