Érase una vez, el objetivo era convertir su reinado del título de peso ligero lineal y unificado en una oportunidad por la corona indiscutible en el peso welter junior. Ese sueño estaba en el tablero de visión después de su campaña de Peleador del Año 2020 que lo vio destronar a Vasiliy Lomachenko para unificar los títulos de peso ligero lineal/WBA/IBF/WBO.

Se modificó significativamente después de su única pelea en 2021, una derrota por decisión dividida en doce asaltos ante George Kambosos en noviembre pasado en el Madison Square Garden Hulu Theatre en la ciudad de Nueva York. El objetivo de convertirse en un campeón de dos divisiones sigue vigente, aunque no con el impulso que esperaba disfrutar anteriormente.

“El fracaso es mi mejor amigo”, dijo López a BoxingScene.com. “Eso no significa que yo quiera eso. Pero el fracaso es la experiencia que necesitaba para crecer. Se trata de cambiar lo negativo a positivo, y cómo puedo mejorarme a mí mismo. El mejor proyecto que se puede tener en este mundo somos nosotros mismos. Tuve un cambio en algunas cosas, el diámetro de mi equipo y lo que se necesita no solo para hacer un gran campeón, sino también para dejar un gran legado”.

El siguiente paso en ese viaje llega este fin de semana. López, criado en Brooklyn, peleará en su ciudad natal adoptiva de Las Vegas contra el mexicano Pedro Campa (34-1-1, 23KOs) en su primera pelea por encima del peso ligero en más de cuatro años. La sensación de entrar inmediatamente después de una derrota y llegar con algo que demostrar no se pierde en el descarado pero humilde joven de 24 años, cuya carrera profesional comenzó tres meses después de una controvertida derrota mientras representaba a Honduras en los Juegos Olímpicos de Río 2016.

Este es un poco diferente, ya que López fue visto como el rey de la división de peso ligero en el momento de quedarse corto frente a Kambosos. Hasta el día de hoy, todavía sostiene que ganó su pelea a nivel de Pelea del año, aunque dos de los tres jueces sintieron lo contrario, al igual que la mayoría de los observadores.

Más preocupante para quienes lo rodeaban que López sufriendo su primera derrota como profesional fue el proceso de recuperación física y mental.

Los informes médicos muestran que López sufría de neumomediastino, una afección en la que el aire se escapa de los pulmones o de las vías respiratorias hacia el mediastino. Se creía que López, un asmático de larga data que dio positivo por covid el verano pasado, entró a la pelea con un pequeño desgarro en el esófago, ya que se quejaba de dificultad para respirar antes del pesaje previo a la pelea.

La rehabilitación física, junto con volver mentalmente a donde necesitaba estar, llevó a los manejadores de López a reevaluar el enfoque de su gran llegada al peso welter junior. Llevó a decidirse por Campa, de 30 años, un destacado golpeador cuya única derrota se produjo hace más de cuatro años y que ha pasado toda su carrera en o por encima del límite divisional de 140 libras.

“Confío en Top Rank y en mis casamenteros. Voy a subir a 140, más todas las complicaciones que tuve, solo quieren ver dónde estoy”, aceptó López. “Este tipo tiene 34-1, gran pegador y muy agresivo. No muchos boxeadores entran en una pelea como esa después del descanso que tuve. Solo avanzando, quiero pelear contra otros muchachos en el nivel superior. Siempre he sido el chico, miro a los chicos en el top 15, top ten. Prefiero buscar eso que cualquier otra cosa.

“Después de mi primer fracaso, mi primera derrota en el juego profesional, no me dieron mucho que decir sobre contra quién pelearía esta vez. Está bien, tomamos lo que es. Hacemos lo que tenemos que hacer y luego avanzamos a partir de ahí”.