La gran noche de Oscar de la Hoya

Septiembre y el boxeo se dan la mano y hasta se abrazan cálidamente en Las Vegas. Especialmente con un gran sabor mexicano. El próximo sábado, en velada que transmitirá ESPN KNOCK OUT, se realizará la tercera pelea del choque ya clásico de Samuel Canelo Alvarez y Gennady Golovkin. Y nuevamente la música mariachi, el público efervescente y todo el show se adueñarán de la Ciudad del Pecado.

Por Carlos Irusta – ESPN

Hace 20 años ingresábamos al Mandalay Bay de Las Vegas para asistir a una pelea que despertaba un interés especial. Había Mala Sangre entre Oscar de la Hoya y Fernando Vargas y así se denominó al show. Dos californianos con sangre y linaje mexicanos frente a frente: espectáculo asegurado. Y así fue.

Oscar tenía 29 años, había ganado ya 6 títulos, estaba en el pináculo de su carrera y era el campeón super welter del Consejo. Fernando Vargas, a los 24, era el titular de la Asociación Mundial. Se hablaba de un viejo rencor entre ambos. Siendo muy jóvenes, aunque ya Oscar era una figura, se contaba que en una sesión de footing Vargas había caído en un pozo y que de la Hoya no lo ayudó. Lo cierto del caso es que el clásico duelo entre el “Héroe” y el “Villano” vino de maravillas para el show, puesto que a la sonrisa brillante de Oscar –favorito 2-1 en las apuestas-, se enfrentaba el gesto adusto de Fernando.

Viajamos con Esteban Livera, sobrino del fallecido Juan Carlos “Tito” Lectoure, y ya inmerso en la organización boxística del Luna Park. Juan Larena (que transmitió aquella pelea) y Miguel Díaz fueron cálidos anfitriones.

De la Hoya tenía 34 ganadas, 2 derrotas, 27 nocauts; Vargas, “Ferocius”, sumaba 22-1-0 (20 KO). Ambos habían perdido ya con Félix “Tito” Trinidad.

Pero… mientras Oscar fue derrotado en 1999 con un fallo muy cuestionable, Vargas, a los 22, había recibido una tunda en el 2000. Una pelea quizás prematura para su carrera de sólo 20 combates. Este cronista fue testigo de esos dos encuentros, realizados también en Las Vegas.

De la Hoya-Vargas, con 900.000 compras en pay-per-view, quedó en segundo lugar para peleas que no fueran de categoría pesado. La primera hasta ese momento era Trinidad-De la Hoya, con 1.400.000 abonos.

El resultado fue una pelea feroz, dramática y de tremendo desenlace. Vargas salió desde el comienzo a atropellar a Oscar –en cuyo rincón estaba Floyd Mayweather Sr.-, y además de algún golpe bajo, hasta lo raspó con el reverso de su guante. Provocó desde el primer asalto una pelea casi callejera. Hasta cierto punto, porque Oscar, lentamente, comenzó a predominar con su izquierda, que fue su arma clave a lo largo del encuentro.

El Mandalay vio la mejor versión de Óscar de la Hoya frente a VargasGetty Images

En el quinto asalto, De la Hoya –que se llevó 15 millones de dólares-, comenzó a sangrar de la nariz. Producto del ataque feroz de Vargas, que pareció conmoverlo con un vendaval de golpes. Y aunque logró esquivar muchos, recibió sólidos derechazos. No logró capitalizar esa ventaja Vargas en el siguiente, en el que Oscar volvió a mandar con su izquierda anticipada.

En el séptimo comenzó a inflamarse seriamente el ojo derecho de Vargas, que tenía asegurada una bolsa de 6 millones. En el noveno Vargas vivió otro de sus mejores momentos, conmocionando a Oscar, pero luego, en medio de lo que Salvador “Chava” Rodríguez –nuestro compañero de ESPN KNOCK OUT– llamaría hoy “La sucursal del manicomio” De la Hoya comenzó a repuntar con esa izquierda lanzada en jab y también en una especie de gancho abierto.

seriamente el ojo derecho de Vargas, que tenía asegurada una bolsa de 6 millones. En el noveno Vargas vivió otro de sus mejores momentos, conmocionando a Oscar, pero luego, en medio de lo que Salvador “Chava” Rodríguez –nuestro compañero de ESPN KNOCK OUT– llamaría hoy “La sucursal del manicomio” De la Hoya comenzó a repuntar con esa izquierda lanzada en jab y también en una especie de gancho abierto.

Estuvo muy sentido sobre el final del décimo Vargas, el estadio se vino abajo y se presentía el final. Y así fue porque en el siguiente, con esa zurda ascendente al mentón en la media distancia, Oscar derribó a Vargas, quien cayó pesadamente. Pero se levantó. Fue inútil. Vino una tremenda andanada de quince golpes, con Vargas atrapado en una esquina y Joe Cortez, que hacía su pelea número 150 de campeonato mundial, detuvo la pelea al minuto y 48 segundos del 11er asalto.

Al estilo de Renato Bermúdez, se puede afirmar que Oscar, “Como un tiburón que huele sangre”, acabó la pelea con ferocidad y determinación para luego festejar con una especie de danza guerrera semejante victoria.

Aquella noche, un ascendente Miguel Cotto, de 20 años e invicto en 11 peleas, le ganó por puntos a John Brown que venía con 23-9-0. A su vez, Kelly Pavlik (20 años, 14-0-0) venció a Edson Madrid (4-3-1) por puntos en 6 asaltos, primera pelea de la función.

Vargas terminó en el hospital y luego fue sancionado con 100.000 dólares porque se descubrió que había consumido esteroides antes del combate.

En una pelea de ida y vuelta, las tarjetas estaban no solamente ajustadas sino que no era unánime. Patricia Jarman tenía 97-94 para Vargas; Doug Tucker y Paul Smith, a su vez, tenían 96-94 a favor de Oscar.

Según Compubox, Oscar tiró 660 golpes y conectó 281; Vargas lanzó 525 y pegó 227, o sea que la proporción de golpes pegados quedó igual para ambos, con un 43%.

Salimos del Mandalay sintiendo que habíamos visto a un Oscar de la Hoya en su mejor momento, por lo dramático del triunfo y por el clima de tensión que se había vivido en la semana.

Hoy, 14 de septiembre, Día del Boxeador en la Argentina, ya que se recuerda la derrota de Luis Angel Firpo y Jack Dempsey, evocamos aquella victoria del “Golden Boy”.

Y una vez más, sentimos que Carlos Gardel tenía razón con aquello de “Que veinte años no es nada”.

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