Cada vez que se mencionan s\u00edmbolos de gloria deportiva, Carlos Monz\u00f3n y Nicolino Locche surgen tan naturalmente<\/strong> como si se tratara de un reflejo condicionado. Ellos fueron los paradigmas de diez a\u00f1os irrepetibles para el boxeo de nuestro pa\u00eds y abarcando sucesivamente del ’66 al ’76.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n Eran \u00e9pocas de alternancia con Guillermo Vilas \u2013 el m\u00e1s grande de los tenistas argentinos- y Carlos Reutemann -uno de los m\u00e1s notables pilotos de la F\u00f3rmula 1-. El f\u00fatbol encend\u00eda pasiones y cada d\u00eda surg\u00eda un nuevo crack, pero reci\u00e9n en el ’78 habr\u00eda de producirse el primer t\u00edtulo mundial y la identificaci\u00f3n con nuestros seleccionados nacionales.<\/p>\n El boxeo formaba parte de la pasi\u00f3n de los argentinos<\/strong>. Estaba en la agenda de las esquinas, las aulas, los bares, las f\u00e1bricas y las oficinas. Tambi\u00e9n en la portada de los diarios, las revistas y las extraordinarias transmisiones radiales. El boxeo resultaba por entonces el m\u00e1s federal de los deportes profesionales. Desde las distintas provincias proven\u00edan j\u00f3venes peleadores con un enorme respaldo de combates ganados y el Luna Park les abr\u00eda las puertas para su consagraci\u00f3n definitiva.<\/strong><\/p>\n La lista es extensa. Viene desde Luis \u00c1ngel Firpo (Jun\u00edn), hasta los campeones de hoy como Narv\u00e1ez. Y esa l\u00ednea pasa por figuras inolvidables como los rosarinos Oscar Pita, Amelio Piceda o Alfredo Bunetta, los cordobeses Jaime Gin\u00e9, Santos Laciar o Gustavo Ballas, los pampeanos Miguel \u00c1ngel Campanino o Miguel \u00c1ngel Castellini y tantos otros que se mezclaban con los porte\u00f1os como Justo Su\u00e1rez, Eduardo Lausse, Ringo Bonavena, Jos\u00e9 Mar\u00eda Gatica, Horacio Accavallo\u2026 Resulta imposible mencionar a todos sin el adjetivo que merecen.<\/p>\n Nicolino vino desde Mendoza y Monz\u00f3n de Santa Fe.<\/strong> Y aunque eran sim\u00e9tricamente diferentes sobre el ring, ten\u00edan muchos puntos en com\u00fan<\/strong> y se apreciaban personalmente. Para ambos era determinante la figura del maestro: Francisco Berm\u00fadez con Locche y Am\u00edlcar Brusa con Monz\u00f3n<\/strong>. No solo les ense\u00f1aban a boxear, tambi\u00e9n participaban de la vida privada. Y ellos lo aceptaban como no lo hubieran permitido con ninguna otra persona. Es que desde muy j\u00f3venes, los gimnasios de Berm\u00fadez \u2013Mocoroa Boxing Club- y de Amilcar \u2013 Club Uni\u00f3n de Santa F\u00e9 \u2013 funcionaban tambi\u00e9n como \u00e1mbitos paternales .<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n La madre de Locche, do\u00f1a Nicolina, permiti\u00f3 que su hijo vaya al gimnasio a los 8 a\u00f1os para aprender a boxear<\/strong>, siempre y cuando terminara la escuela primaria. Era una familia de inmigrantes italianos donde jam\u00e1s faltaron la comida ni el respeto, propio de los hogares patriarcales. Nunca trabaj\u00f3 y su vida fue como la de cualquier joven de clase proletaria, sin lujos ni necesidades.<\/p>\n Carlos Monz\u00f3n se present\u00f3 en el gimnasio de Uni\u00f3n de Santa F\u00e9 a los 16 a\u00f1os, despu\u00e9s de haber abandonado la Primaria en 3\u00b0 grado<\/strong>, cuando sus padres y cuatro hermanos debieron emigrar desde San Javier y recalar en Santa Fe, derrotados por las inundaciones. Sus ancestros pertenecieron a la tribu de los Mocov\u00edes, habitantes de Formosa, Chaco y Santa Fe, expulsados por los colonizadores. Antes de ser boxeador, Carlos fue cartonero, sodero, lustrabotas y canillita, sin dejar de realizar frecuentes “travesuras” que le hicieron padecer algunas comisar\u00edas con sus crueldades. Era un chico de la calle a quien el pugilismo le ofreci\u00f3 una oportunidad.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n El boxeo para Nicolino era un disfrute, para Monz\u00f3n un hecho dram\u00e1tico.<\/strong> Por eso Locche ve\u00eda a sus adversarios como “respetables partenaires” de su show y Monz\u00f3n como enemigos de su “reino”.<\/p>\n Nicolino no pensaba ni mencionaba a su rival, mucha veces no sab\u00eda contra qui\u00e9n peleaba. Monz\u00f3n, en cambio, lo consideraba un sujeto de su obsesi\u00f3n: “Le voy a arrancar la cabeza\u2026”.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n Locche lleg\u00f3 al boxeo sano<\/strong>, sin enfermedades ni lesiones. Monz\u00f3n, por el contrario, debi\u00f3 superar una ni\u00f1ez en la que padeci\u00f3 raquitismo<\/strong> y es por ello que hasta el final de su carrera, de cerca de m\u00e1s de cien peleas entre amateur y profesional, sus manos sufr\u00edan dolorosas inflamaciones en los metacarpianos, que lo obligaban a pelear infiltrado con anest\u00e9sicos como la Xilocaina y la Novoca\u00edna. No es todo, tambi\u00e9n debi\u00f3 operarse de una f\u00edstula anal que soport\u00f3 hasta despu\u00e9s de haber ganado los t\u00edtulos argentino y sudamericano frente a Jorge Fern\u00e1ndez.<\/p>\n Para ambos, lo m\u00e1s costoso era sobrellevar el periodo previo a cada pelea,<\/strong> pero con una marcada diferencia. Monz\u00f3n<\/strong>, al iniciarse los 45 d\u00edas de preparaci\u00f3n, frenaba todo: cigarrillos, alcohol, invitaciones a comer fuera del men\u00fa indicado y frecuencia sexual.<\/strong> Por el contrario, a Nicolino<\/strong> hab\u00eda que estarle encima pues su nivel de transgresi\u00f3n no ten\u00eda l\u00edmites. Era un fumador empedernido<\/strong> \u2013 triplicaba en cigarrillos diarios a Carlos- , tomaba vino blanco con soda y afirmaba que el sexo lo ayudaba a sentirse mucho mejor sobre el ring<\/strong>. Imposible desmentirlo, pues la noche que enfrent\u00f3 al ilustre ex campe\u00f3n mundial Ismael Laguna lo tuvieron dos semanas concentrado en el Ciervo Blanco de San Mart\u00edn. Pero el d\u00eda del combate, y mientras los dem\u00e1s miembros de su equipo descansaban, hizo una dulce siesta en su habitaci\u00f3n del hotel Ocean de la calle Maip\u00fa donde se alojaban “chicas bien de casas mal con esas otras chicas mal de casas bien\u2026” (al autor le consta)<\/p>\n Monz\u00f3n, en cambio, se absten\u00eda y dejaba todo para despu\u00e9s de la pelea, a\u00fan en pareja con Susana Gim\u00e9nez y ella alojada en el mismo hotel. Lo vimos en el Barbizon Plaza de Nueva York o en el Hermitage de Montecarlo (al autor tambi\u00e9n le consta)<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n Para ganarle el t\u00edtulo mundial a Nino Benvenuti expuso virtudes poco frecuentes en los retadores<\/strong>, tales como reprimir la ansiedad, administrar las fuerzas y sostener la concentraci\u00f3n para descubrir la oportunidad de pasar al contraataque con el menor riesgo posible. Monz\u00f3n advirti\u00f3 sobre el final del 9\u00b0 round que la respiraci\u00f3n del campe\u00f3n mundial se aceleraba. Teniendo en la esquina a un maestro como Am\u00edlcar Brusa, resultaba m\u00e1s f\u00e1cil la lectura de aquello que estaba ocurriendo. Si en la esquina coinciden el boxeador y su t\u00e9cnico, la estrategia logra un mejor desarrollo. La consigna era acelerar de a poco, acercarse a menos de dos metros para medir mejor cualquier hueco ofrecido a la derecha cruzada, no disminuir la acci\u00f3n din\u00e1mica y conservar a cualquier costo la angulaci\u00f3n de las piernas. Con la rodilla izquierda apenas flexionada, deb\u00eda desplazarse apoyado en la punta del pie y la suela derecha totalmente apoyada. De tal manera, si se diera la circunstancia buscada, el cross ir\u00eda bien sustentado con menor recorrido y m\u00e1s fuerza. Reci\u00e9n en el 12\u00b0 asalto se dio esa l\u00f3gica.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n Monz\u00f3n cada vez m\u00e1s cerca, m\u00e1s entero f\u00edsicamente, m\u00e1s intimidante, m\u00e1s seguro de s\u00ed mismo que su sorprendido adversario gener\u00f3 el nocaut con infinita paciencia y gran determinaci\u00f3n. Tan pronto Benvenuti se refugi\u00f3 sobre las cuerdas para alejarse, Monz\u00f3n lo acos\u00f3 con la fiereza instintiva de un “depredador al ataque” y sobre la salida lateral izquierda de Nino choc\u00f3 su derecha con los nudillos firmes y perpendiculares en plena mand\u00edbula. El significante de ese nocaut fue mucho m\u00e1s importante que la consagraci\u00f3n: nac\u00eda el mejor campe\u00f3n del mundo que tuvo la Argentina en toda su historia y uno de los mejores cinco del mundo en competencia con Sugar Ray Robinson, Sugar Ray Leonard, Marvin Hagler y Tommy Hearns.<\/p>\n Sin embargo, el Luna Park era de Nicolino<\/strong>. Se advert\u00eda en la caravana que bajaba por Corrientes o emerg\u00eda de la boca del subte B. Se notaba en las filas frente a las boleter\u00edas desde varios d\u00edas antes. Hab\u00eda que mojar las tribunas populares con fuertes manguerazos para que nadie se sentase y as\u00ed lograr que pudiera entrar m\u00e1s gente. Se sent\u00eda en los bares vecinos repletos de parroquianos expectantes y entusiasmados por ver al “genio” sobre el ring<\/strong>. La Polic\u00eda cortaba la calle Bouchard entre Lavalle y Corrientes, pero Madero, Lavalle al norte, Tucum\u00e1n, Viamonte, Leandro N. Alem se convert\u00edan en una enorme playa de estacionamiento que alcanzaba a C\u00f3rdoba de ambas manos. Los “canillitas” vend\u00edan toda su carga de Cr\u00f3nica y La Raz\u00f3n, mientras desde las port\u00e1tiles se confund\u00edan voces prodigiosas de relatores y comentaristas que hac\u00edan vibrar a la multitud desde temprano. Resultaba imposible a esa altura, una hora antes de la pelea, conseguir una mesa para ir a cenar despu\u00e9s en los restaurantes adyacentes. Nada en Corrientes 11, El Recodo o N\u00e1poli. Puerto Madero no exist\u00eda, eran unos galpones tristes y desiertos. Y cuando ya estaban todos dentro, quedaba gente parada contra la pared de la Superpullman, la Especial desbordada, las populares reventadas de gritos sin espacio para que pudieran pasar los vendedores de Sorocabana Caf\u00e9 o de Coca, los porteros diciendo “no” en cada puerta y un ring side de gala con bellas y elegantes mujeres. Entonces, aparec\u00eda Nicolino. Metido en una bata blanca con vivos celestes, la toalla bord\u00e9andole el cuello, brillantes los p\u00f3mulos y la frente por la vaselina, el paso chaplinesco y los brazos abiertos reverenciando el saludo agradecido a los cuatro lados del vibrante estadio.<\/p>\n Sobre el ring todo el repertorio, contra quien fuere. Un show est\u00e9tico no exento de cierta sensualidad. Fue el “Intocable” por el prodigioso golpe de vista para esquivar verticalmente<\/strong>. Jugaba con su cintura para que los impactos rectos de sus adversarios pasaran a mil\u00edmetros de las zonas vulnerables. Nicolino no hu\u00eda ni se desplazaba exageradamente. A diferencia de otros tiempistas, aceptaba la pelea cercana al cuerpo o la descarga de sus adversarios a no m\u00e1s de cincuenta cent\u00edmetros. Se ayudaba con las palancas de sus fuertes antebrazos cruzados para cerrar la llegada de ganchos a su abdomen y cuando iba a las cuerdas la gente deliraba, pues resultaba dif\u00edcil que se le pudiera pegar. Sus m\u00e1s ilustres rivales- campeones o ex campeones mundiales- no pod\u00edan creer que teni\u00e9ndolo tan cerca sus golpes lanzados con oficio y precisi\u00f3n se perdieran en el vac\u00edo. Era un maestro tambi\u00e9n de la neutralizaci\u00f3n. Y cuando trababa miraba al ring side saludando a las personas que conoc\u00eda con un gui\u00f1o.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n La \u00fanica vez que Nicolino fue a pelear dram\u00e1ticamente, seriamente, obtuvo la corona del mundo<\/strong>. El 12 de Diciembre de 1968, en Tokio, frente a Paul Fujii, a quien le peg\u00f3 en diez rounds m\u00e1s que a la suma de todos sus rivales anteriores. Esa pelea disputada en el Kuramae Sumo constituye una de las joyas del boxeo de todos los tiempos. Se trata de una demostraci\u00f3n acad\u00e9mica del arte de pegar sin dejarse pegar.<\/p>\n Monz\u00f3n qued\u00f3 en la historia como el mejor campe\u00f3n mundial argentino. Nicolino, como un genio<\/strong> de estilo \u00fanico hasta alcanzar la estatura de \u00eddolo.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n Las virtudes de Monz\u00f3n eran invisibles a la tribuna; las de Locche, en cambio, se valoraban desde cualquier distancia.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n El p\u00fablico sab\u00eda que Monz\u00f3n iba de ganar; tambi\u00e9n sab\u00eda que Nicolino los har\u00eda disfrutar<\/strong>.<\/p>\n Cuando la “asamblea” constituida en la esquina de Corrientes y Bouchard prolongaba las peleas en ruedas de discusi\u00f3n y “debate”, hasta las dos de la ma\u00f1ana, sab\u00edan que Monz\u00f3n les hab\u00eda dado la satisfacci\u00f3n del “triunfo argentino” despu\u00e9s de “una pelea chiva”. Locche, en cambio, hab\u00eda convertido “una pelea chiva” en una exhibici\u00f3n magistral y burbujeante.<\/p>\n Luego, unos y otros regresaban a casa con la sonrisa de un s\u00e1bado inolvidable.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n Los grandes nunca se van, siempre est\u00e1n volviendo…<\/strong><\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n Originally posted 2017-06-20 13:00:27. <\/small><\/p>","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Aunque eran sim\u00e9tricamente diferentes sobre el ring, ten\u00edan muchos puntos en com\u00fan y se apreciaban personalmente. 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