Luis Ángel Firpo: puños de acero y padre del boxeo argentino

Por Jorge Parodi | Cadena 3

El boxeo argentino tiene una fecha de nacimiento, un lugar de fundación y hasta un padre. El papá del pugilismo en nuestro país es Luis Ángel Firpo, apodado “El Toro Salvaje de las Pampas”.

La sala de partos fue el Estadio Polo Ground, de Nueva York , donde comenzó a escribirse la leyenda. El alumbramiento se dió un inolvidable 14 de septiembre de 1923, establecido luego, como el día del boxeador en Argentina.

La fría crónica indica que esa noche, Jack Dempsey, campeón Mundial de los Pesados, retuvo su corona al ganarle por nocaut a los 57 segundos del segundo round a su retador, el campeón Sudamericano Luis Angel Firpo de Argentina.

82 mil espectadores pagaron los 50 dolares de la entrada para ser testigos de una pelea que se convirtió en leyenda. Dempsey era favorito en las apuestas por 3 a 1: el “asesino de Manasa”, campeón indiscutido de los pesados, tenía un record impresionante, con 49 de sus 59 triunfos definidos por nocaut.

Era la primera vez que un iberoamericano llegaba a esa instancia. En ese momento, el argentino tenía 28 años. Esa noche Firpo cayó en 9 ocasiones, 7 veces en el primer round y 2 en el segundo.

Pero hay un momento que la historia rescató para siempre.

En el asalto inicial, “El Toro Salvaje de las Pampas” metió un derechazo furibundo que sacó al imbatido campeón fuera del ring durante 17 eternos segundos.

Se produjo un momento estupor, sorpresa y conmoción en el estadio Polo Ground y el mundo del boxeo se paralizó.

Nadie podía creer que la potencia de Firpo, que tenía casi once kilos menos que el gran Jack, hubiera podido no solo derribar , sino literalmente despedir a Dempsey entre los cuerdas para  volar fuera del cuadrilátero.

Un cronista y el cronometrista evitaron que el campeón golpeara su cabeza contra el piso, pero no pudieran impedir que Dempsey impactara contra una máquina de escribir, lo que le produjo un corte.

Junto con algunos espectadores lo ayudaron a ponerse de pie y lo devolvieron al ring, donde el árbitro en cámara lenta nunca terminó el conteo reglamentario y se clavó en los drámaticos 9 segundos.

Johnhy Gallagher, quién fue suspendio cinco semanas después, hizo la vista gorda, paralizó su reloj, detuvo el tiempo y permitió que Dempsey se recuperara.

En Buenos Aires miles de personas se reunieron frente a los edificios de los diarios La Nación, La Razon y Crítica siguiendo las pizarras que actualizaban lo que sucedía en Nueva York gracias a los cables telegráficos.

Esa noche, la radio, que recién nacía, efectuó una transmisión especial, que consistóa en la lectura de los cables. En Argentina, la noticia de que el norteamericano había sido despedido del ring se vivió como un auténtico delirio, que minutos más tarde se convirtió en indignación.

A la película original de la pelea –adquirida por el propio Dempsey a una productora norteamericana– le fueron recortados los 17 segundos donde el estadounidense es expulsado del ring, visualizándose únicamente su caída y posterior reincorporación.

Fue la primera gran pelea del siglo. Allí nació el mito. Es que Firpo sorprendió al mundo. La derrota pudo borrar la hazaña. El coraje de Firpo trascendió a la injusticia.

Si bien es cierto el primer combate de boxeo se había realizado Argentina en 1898, y que existieron boxeadores como Jorge Newbery  o Pepe Lecture (tio del promotor Tito Lecture), la actividad estaba prohibida .

Después de aquel 14 de septiembre, el boxeo se tornó popular en Argentina, y un decreto del presidente Marcelo Torcuato de Alvear terminó levantando la proscripción que recaía sobre el deporte.

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