Boxeo post coronavirus obligado a efectuar grandes peleas o pagará las consecuencias

Si algo ha demostrado el coronavirus -más allá de las fallas políticas y sociales- es que nada está garantizado en vida. El deporte y el boxeo en particular han sido golpeados de manera brutal y hoy no pocos promotores y boxeadores contemplan la posibilidad de buscar un segundo trabajo para poder llevar el pan a su casa.

Durante las últimas décadas son muchas las peleas -una de ellas Leo Santa Cruz vs. Gary Russell Jr.- que dejaron de efectuarse por problemas ajenos al ring: guerritas de empresarios, de televisoras, sanciones de organismos, orgullo, repartición de bolsas y boletos, sentimientos personales. Cualquier excusa valía para no efectuar un encuentro que los fanáticos pedían.

Sospecho que cuando todo esto pase, las cosas pueden ser diferentes. No mejores, diferentes. Aquí han perdido dinero los novatos y los veteranos, los que viven del cheque de la pelea y aquellos con millones en la cuenta de banco. Han perdido mucho DAZN- que despedirá personal-, Top Rank, Premier Boxing Champions, que son los pesos pesados de la promoción; y han perdido las mínimas empresas que operan con un presupuesto escuálido, esas que piden a sus propios boxeadores que también sean vendedores de tickets.

El día que el boxeo regrese tendrá que hacerlo con uno, dos, tres y muchos golpes de impacto. No se puede hablar de peleas de preparación -las llamadas Tune Up Fights- cuando el tiempo escasea y los fanáticos se han alejado del deporte para lidiar con la vida, para salvar la vida. Hay que hacerlos retornar a cómo de lugar, con los mejores espectáculos posibles.

Y no estoy hablando de las peleas pospuestas en estos meses a causa de la pandemia. Hablo de algo más duradero y profundo. De aquí a julio se perdieron excelentes cruces: Teófimo López vs. Vasyl Lomachenko, Deontay Wilder vs. Tyson Fury III, Canelo Álvarez vs. Billy Joe Saunders III, porque el boxeo vivía una suerte de renacimiento.

Hablo de lo que puede venir en el 2021, el 2022 y más allá. Las promotoras deben colaborar más, los boxeadores no pueden dejarlo todo en mano de sus managers y deben pedir más. Esos combates que parecen inalcanzables tienen que producirse. ¿Por qué no regresar con un encuentro entre Errol Spence Jr. y Terence Crawford?

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