El día que Nicolino y Monzón terminaron a las trompadas con venezolanos

Por Lucio Ortiz | El Sol

Nicolino Locche había tenido una de sus peores noches cuando intentaba defender por sexta vez la corona de los pesos welter juniors frente a Alfonso Peppermint Frazer, en Panamá, y perdió el título de la Asociación Mundial de Boxeo. Fue el 10 de marzo de 1972.

El panameño, en peleas que no estaba en juego el título, noqueó a otros dos mendocinos ese mismo año: Juan Domingo Corradi (en San Salvador) y Carlos Aro (en Panamá). Pero en su primera defensa perdió la corona. El colombiano Antonio Cervantes, apodado Kid Pambelé, lo bajó en el 10° round y era el nuevo campeón.

Ya repuesto del revés de perder su tercera pelea en su vida profesional, Nicolino, volvió a entrenar en el gimnasio y en noviembre regresó al Luna Park para vencer al mexicano Gerardo Ferrat, en diciembre a Ray Mercado (Puerto Rico) y en enero del ’73  a Pedro Adigue Jr. (Filipinas). En Mendoza le ganó al portorriqueño Benny Huertas ante unas 15 mil personas en el estadio de Gimnasia y Esgrima, en la noche del 9 de febrero. En la mente de Locche se vislumbraba una nueva oportunidad por recuperar el título.

Ya no estaba Paco Bermúdez como entrenador y tenía en su lugar a Osvaldo Cavillón. La preparación fue intensa y Kid Pambelé le dio la ocasión, como antes había sucedido con el mendocino como campeón. En noviembre de 1971 Locche puso en juego su título y superó por puntos a Cervantes, en el Luna Park, en una de sus grandes exhibiciones de talento defensivo.

El 17 de marzo de 1973 en la plaza de toros de Maracay, Venezuela, se produjo el nuevo enfrentamiento, con cambio de roles: ahora con Cervantes como campeón defensor del título y Locche como aspirante.

Nicolino viajó con su entrenador Cavillón, el doctor Paladino, el promotor y dueño del Luna Park, Tito Lectoure y el boxeador Carlos María Giménez como sparring.

Con Monzón de acompañante

Carlos Monzón llegó a esa ciudad el martes 13 y se alojó con la delegación argentina. Era el campeón de peso mediano de la Asociación y el Consejo Mundial de Box desde noviembre de 1970 (venció al italiano Nino Benvenutti) y había realizado seis exitosas defensas.

Pero el campeón tuvo un problema con su esposa Mercedes Beatriz García. Con “Pelusa” estaban casados desde el 11 de mayo de 1962 y habían pasado momentos de pobreza

Apenas se casaron se fueron a vivir a la casa de la familia de ella. En una habitación dormían los padres y en la otra los siete hermanos más Pelusa y su flamante esposo. La noche de bodas fue en esa pieza compartida y los novios durmiendo en un colchón que le había regalado un tío, sobre el piso.

La chica venia de un ambiente tan duro como el de Carlos. Los dos tenían carácter fuerte, y se puso en evidencia cuando Monzón fue campeón y cambió su condición social y económica. Pelusa no soportaba los arrebatos alcohólicos ni las insinuaciones de infidelidad.

A fines de febrero de 1973 tuvieron una discusión y Pelusa tomó una escopeta y lo corrió para balearlo. En medio de la persecución -cuenta Carlos Irusta en el libro “Monzón la biografía definitiva”- Pelusa apoyó el arma en el barro lo que no permitió que las balas no salieran límpias.

A Monzón lo hirieron dos balas, una en el omóplato izquierdo y otra sobre el brazo derecho, que no tuvieron incidencia grave pero demandaron intervenciones quirúrgicas.

Para enfríar la situación en la interna familiar, Lectoure y el entrenador Amilcar Brusa le aconsejaron al campeón que viajara a Venezuela para ver la pelea. En esos días en Maracay se congenió una amistad con Nicolino.

El día de la pelea, el 17 de marzo, Monzón quiso estar colaborando en el rincón argentino.

Al principio del tercer round el colombiano lo embocó a Nicolino con un golpe sobre la ceja izquierda y lo cortó. Tuvieron que suspender tres veces el combate para que el doctor revisara a Locche, que pedía: “Por favor no se les ocurra tirar la toalla”. No veía con el ojo izquierdo y Pambelé insistía sobre ese sector. Algo era muy cierto: nadie le había pegado tanto a Locche en las 130 peleas realizadas por el Maestro”.

Al terminar el noveno round Monzón subió con el banquito y el balde, Cavillón insistió con el coagulante mientras Tito descargaba la esponja con agua helada sobre la cabeza del boxeador. Ni se imaginaba lo que sucedería.

El cronometrista indicó “segundos afuera” para comenzar el décimo asalto y cuando sonó la campana, entre el entrenador y Lectoure lo tomaron a Locche de la espalda mientras Cavillón tiraba la toalla. Nicolino luchaba por zafarse, pero ya era el final.

Para Cervantes continuaba su carrera triunfal. Realizó 21 combates de título mundial, de los cuales 18 correspondieron a defensas de su título. Fue campeón de las 140 libras durante casi ocho años (lo retuvo hasta 1976, lo recuperó en 1977 y lo perdió definitivamente en 1980). Tiene un puesto en el Salón de la Fama del Boxeo y es considerado el mejor wélter junior de la historia.

Nicolino dejó de boxear y retomó dos años después. Entre agosto de 1975 y 1976 realizó siete combates que ganó en distintos lugares de Argentina, hasta su retiro en Bariloche.

En la noche, afuera del ring

Terminada la pelea en Maracay sucedió un hecho de violencia que tuvo varios testigos, como el enviado especial de El Gráfico, Ernesto Cherquis Vialo, que firmaba con el seudónimo de Robinson.

Sobre la ceja izquierda de Locche ya estaban los seis puntos de sutura que le quedaron como mal recuerdo del combate. En la tranquilidad del hotel Victoria, en la ciudad de Maracay, salieron a la puerta a fumar un cigarrillo Nicolino, Carlos Monzón, Carlos María Giménez, el doctor Paladino, Cavillón y Tito Lectoure.

Desde un auto se escucha una voz que grita: “Oye Monzón, te apuesto mil dólares a que tú no puedes ganarle a Mantequilla…”. Se referían a Mantequilla Nápoles (cubano, nacionalizado mexicano), campeón en ese momento de la categoría welter.

Y Monzón contestó: “Yo no hago apuestas, yo peleo”.

Del auto, en donde habían cuatro hombres, le contestaron: “Que vas a ser boxeador tu, lo que tú eres es un cobarde”.

Monzón prefirió terminar la discusión del modo más simple y les dijo: “Tómenselas, que no quiero líos”.

Fue cuando los tipos del auto se bajaron y empezaron a insultar a todos los argentinos. Tito y Paladino se pusieron entre Nicolino y Carlos, mientras Giménez trataba de aliviar la situación.

Pero cuando Monzón había entrado y se dirigía al ascensor, los provocadores le dijeron las cosas más insultantes que se le pueden decir a un hombre. Surgió la réplica del campeón mundial de los medianos al correr a uno de ellos y entonces los otros tres fueron al auto y bajaron cuatro armas: tres revólveres y una ametralladora.

Al verlos Monzón se puso en guardia y les gritaba: “Tiren si son machos, pero tiren porque si no los mato a trompadas”.

El de la ametralladora hizo una descarga al aire mientras Monzón se lanzaba sobre uno que tenía revólver y lo puso nocaut.

Vino otro con una pistola y Monzón lo desarmó con una toma de lucha. Solo contra el de la ametralladora, se abrió la camisa, rompiendo los botones y le gritó: “Tirame hijo de puta, pero no errés o te rompo a trompadas”.

El hombre prefirió bajar el arma, otros se fueron acercando mientras la persona que hacía seguridad en el hotel prefirió irse del lugar. Se armó una batalla a trompadas en donde otros venezolanos y colombianos se alistaron en contra de los argentinos.

Locche, Giménez, Monzón, Lectoure y Cavillón se pusieron contra la pared y comenzaron a bajar rivales a trompadas. Se unieron los periodistas enviados especiales, que no entendían el problema sucedido. Los alcoholizados agresores tomaron sus armas y se subieron al auto.

Y sigue su relato Cherquis Bialo, que compartía la habitación con el campeón: “Llegamos con Monzón a la habitación, se duchó y las manos le templaban al acostarse. Tuvo que leer una hora para conciliar el sueño. Al verlo respirar, dormido, pensé que estaba frente al hombre más guapo que vi en mi vida”.

Después Monzón conoció a Susana Giménez, se separó de Pelusa, le ganó a Mantequilla, se retiró como campeón y en julio de 1989 fue condenado a once años de prisión, acusado de asesinar a Alicia Muñiz.

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