El peligro del Tyson-Holyfield III

El boxeo anda revolucionado por la posibilidad de un nuevo combate entre Mike Tyson (53 años) y Evander Holyfield (57), una vez que los dos han anunciado su retorno al ring por motivos benéficos. El primero (que ahora anda metido en el negocio del cultivo de marihuana) para ayudar “a personas sin hogar y con problemas de drogas”. El otro, para su fundación ‘Unite 4 Our Fight’ que trabaja con niños desfavorecidos. En un deporte tan llamado al exceso, aficionados y profanos andan divididos sobre lo conveniente de un hipotético choque. Sería el tercero entre ellos, después del ‘Combate del mordisco’ en 1997 en el que ‘Iron Mike’ arrancó un trozo de oreja a ‘The Real Deal’ en Las Vegas para precipitarse definitivamente cuesta abajo. En la balanza, cargada de morbo, está el prestigio del boxeo, de las carreras de dos leyendas y, sobre todo, la salud de ambos. La frontera para los campeones, médicos y expertos consultados por AS está clara. Exhibición, sí. Vuelta al profesionalismo, no.

“El boxeo es el único deporte al que no se juega”, recuerda Javier Castillejo echando mano de una frase que marca una gran diferencia con otras actividades. “Si se trata de una exhibición para recaudar fondos, lo veo bien. Si va más allá de eso, no. Tyson y Holyfield son pesos muy grandes, con enorme pegada, y llevan muchos años retirados. La edad pasa factura aunque hayan sido estrellas y estén entrenando bien. Esto no es como jugar al tenis o al fútbol. Hay golpes y bloqueos. En el boxeo, por muy poca intensidad que le pongas existen impactos. Te picas, se calienta la sangre y se puede liar. A mí me ha ocurrido guanteando”, cuenta ‘El Lince’, nueve veces campeón del mundo entre el superwelter y el medio, que dijo adiós con 41 años.

Tyson, el campeón más joven de la historia de los pesados con 20 años, se bajó del cuadrilátero hace ya quince (2005), cuando perdió contra Kevin McBride. Holyfield lo dejó en 2011, alargando su prolífica carrera hasta los 49 años no sin problemas. Ya en 2005, la Comisión Atlética de Nueva York le negó la licencia profesional por “disminución de habilidades y pobres resultados”. Sorteó la prohibición en otros estados y países y en 2010 volvió a ceñirse la faja de campeón de la OMB derrotando a Frans Botha.

“¿Puede Maradona jugar un partido de exhibición? Claro. Pero un partido profesional no. Entre otras cosas, porque tendría que pasar una prueba de esfuerzo”, responde haciendo un símil Alejandro Mejuto, miembro del Comité Médico del Consejo Mundial de Boxeo. El traumatólogo español pone como ejemplo un reciente combate, también de beneficiencia, entre el mítico Julio César Chávez (57 años) y Travieso Arce (40): “Iban correctamente protegidos, con casco, coquilla, a tres o cuatro asaltos y con guantes de 16 onzas (más grandes y acolchados que los de 8 o 10 de profesionales). Como si fuese una sesión de sparring. No puedes prohibir un partido de veteranos, ni que una persona de 50 años practique boxeo recreativo”.

“Pero me da miedo que detrás del cartel de exhibición se cometa una tropelía”, expone el doctor, que recuerda que en la mayor parte del mundo Tyson y Holyfield no podrían volver al profesionalismo. “En España se dio el caso de que Pablo Navascues (campeón de España) quiso retornar y se cambió el reglamento. Un púgil por encima de los 35 años y con más de dos de inactividad no puede por norma general recuperar la licencia, y siempre sería bajo exámenes estrictos”, recuerda.

Examen médico

Mejuto duda, además, de que cualquier Comisión Atlética en Estados Unidos autorizara la vuelta al boxeo rentado de los dos veteranos. “Incluso tratándose como esta de una exhibición de calado, ya deberían pasar un examen como si fuesen a volver al profesionalismo: prueba de esfuerzo, ecografía, estudio de neuroimagen, TAC cerebral, control oftalmológico e incluso guardar una cuarentena”, recuerda. Pero se habla de escenarios como Arabia Saudí…

Quienes alientan a un tercer episodio ‘formal’ entre Tyson y Holyfield, sacan a relucir el nombre de Bernard Hopkins, campeón de los pesados con 48 años (el de más edad) y que lo dejó con 51. O de George Foreman, monarca mundial con 45. Coetáneo de Muhammad Ali, colgó los guantes diez años, pero cuando volvió tenía todavía 38 y triunfó.

“Lo vería peligroso si fuese un combate de verdad, pero será una exhibición porque ningún organismo les daría una licencia. Foreman volvió veterano, pero no tan mayor”, expone Jaime Ugarte, la voz del boxeo en España en GOL, que narró combates de Tyson y Holyfield y que entiende la expectación: “Su intención es buena entre comillas para el boxeo porque son dos púgiles importantes y se está hablando mucho. Es un producto muy vendible y por eso hay tanto ruido alrededor”.

Tyson confimó que recibió una llamada del equipo de Holyfield, dispuesto a subirse al ring con ‘Iron Mike’ con la condición de que no hubiese un ganador. Y al de Brooklyn le han llovido nombres de rivales: Sonny Bill Williams, Shannon Briggs, Wanderlei Silva, Tito Ortiz o incluso el actual campeón, Tyson Fury.

“El combate se va a dar seguro porque los dos lo necesitan y es un negocio. ¿Quién no querría ver un Tyson-Holyfield? Los amantes del boxeo y los que no lo son. Se vende solo. Pero no pueden hacerlo como una exhibición, eso les haría mal. Yo las hice en Argentina y son horribles, aburridísimas. El público se duerme”, avisa ‘Maravilla’ Martínez, campeón mundial supelwelter, que quiere calzarse el cuero otra vez con 45 años (lo dejó en 2014).

Mientras tanto, Mauricio Sulaimán, presidente del Consejo Mundial, hace gala de una medida ambigüedad. “Tyson es una figura legendaria. Nunca se sabe qué pasará, no voy a matar su sueño. Para volver a clasificarlo (en el ranking) tendría que obtener una licencia, realizar una pelea real… atravesar un proceso”, desgranó con muchos condicionantes.

Pero el imán de los dos, y del mordisco, es atrayente. “Como aficionado, flaco favor se le haría al deporte si se vende la revancha de un hecho reprobable, intentar hacer taquilla con un reality”, avisa el doctor Mejuto. “Sería un error y peligroso que volvieran al profesionalismo tras tanto tiempo, y más Tyson, con una vida tan ‘manchada’. La afición tiene que saber que es una exhibición, que será mentira”, cierra Castillejo. El límite parece claro.

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