Las Vegas: cómo fue el regreso a los rings y lo que pide el box trans

La puesta en marcha del circuito boxístico internacional desde Las Vegas en tiempos de Covid-19 arrojó los resultados favorables que todos esperaban, pero debió sobrellevar las adversidades que podían aparecer en escena. Y afloraron de entrada, tal si fuesen fríos golpes bajos.

Al mismo tiempo que las altas inversiones del capitalismo boxístico del estado de Nevada ponían la gran “máquina en marcha”, distintas provincias argentinas, ajenas a los márgenes letales del coronavirus y favorecidos por una situación sanitaria más distendida, facilitaron la apertura de los gimnasios pugilísticos que reanudaron sus rutinas de entrenamientos bajo los protocolos de distancia social sin contacto corporal. Entiéndase, prácticas de mediana intensidad.

La fusión de la cadena ESPN, con el Casino MGM Grand y la promotora Top Rank, que preside el sabio Bob Arum, de 89 años, se vio desbordada en un primer momento con el análisis positivo de Covid-19 de la estadounidense Mikaela Mayer, atracción principal del boxeo femenino del Oeste americano y partícipe del doble fondo previsto para el martes último.

Sin embargo, no hubo crisis ni pánico. Ni protestas vecinales ni reclamos gremiales. Se redoblaron los esfuerzos por poner de pie al espectáculo y se logró. Avanzar con lógica y tacto fue la meta. Se agotaron rápidamente los recursos para apartar a Meyer del grupo de boxeadores sin contagios, aseguraron su cuarentena en Chicago -donde reside- y hacia donde viajó de inmediato en un auto acondicionado para tales emergencias.

Exhaustivos controles

Todos los boxeadores fueron chequeados antes y después del evento, se los concentró por casi una semana en un piso exclusivo del MGM Grand y tras ello recién volvieron a sus casas.

Este operativo costó casi 25.000 dólares por cada festival. Sin público y con un reducido plantel de autoridades y equipos técnicos en el salón “The Bubble” del ilustre casino. Una inversión y un orden imposible de concretar fuera de ahí.

El estadounidense Shakur Stevenson, ganador de sus 16 peleas y campeón pluma de la OMB, fue el mejor exponente en las dos reuniones disputadas. Con más peso y sin exponer su corona, lució un boxeo fino y profundo para batir por KOT en el 6° al puertorriqueño Félix Carballo, un digno trabajador de este oficio. Todos los demás dejaron muy poco. Incluso el ex campeón mundial Jessie Magdaleno, quien ganó anteanoche con una aburrida descalificación.

Este será el mercado boxístico que consumirá Argentina en los próximos tres meses. Si es que todo sigue saliendo así, sin sorpresas.

En tanto, a nivel local, La Pampa, Mendoza, San Luis y Santa Fe se destacaron por la prolija reapertura de sus gimnasios. Con más espacios que nunca y un orden militarizado.

Las noticias rimbombantes continuaron resonando. Alejandra Oliveras, ex cuádruple campeona mundial oficial y directora del gimnasio “La Locomotora”, ubicado en el barrio Alfonzo, de Santa Fe, anunció que el grupo de atletas transgénero que practican boxeo allí recibirán sus licencias pugilísticas por parte de la WPC (Comisión Pugilística Mundial) -un ente no afiliado a Confederación Argentina de Deportes- y debutarían en un festival exclusivo para tal comunidad, en Buenos Aires, cuando la situación sanitaria lo amerite. “El alto porcentaje de aspirantes y la calidad de alguna de ellas, vaticinan buenas carteleras”, indicó Oliveras a LA NACION.

El 1° de junio de 2013, titulamos en esta sección “Boxeo igualitario” (https://www.lanacion.com.ar/deportes/boxeo-igualitario-nid1587509) tras las conclusiones médicas a las que se llegó en la 30a Convención de la FIB (Federación Internacional de Boxeo) en Berlín, Alemania. A veces el tiempo determina que todo pase, y en otros casos permite que todo llegue. El boxeo trans quiere salir a escena. ¿Saldrá?

Por Osvaldo Principi – La Nación

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