El dia que Narvaez retuvo el título mundial con una mano

Era diciembre de 2005 y Omar Andrés Narváez llevaba un largo tiempo sin defender su título. Primero por un desacuerdo entre quienes lo manejaban y, posteriormente, por la fractura de su muñeca izquierda –su mano hábil– en un accidente de tránsito cuando circulaba en moto por Córdoba.

El Huracán de Trelew tenía que defender el cinturón de la Organización Mundial de Boxeo que había obtenido en 2002 ante Adonis Rivas en la reapertura del Luna Park para veladas boxísticas.

El patagónico llegó hasta París, donde lo esperaba el retador local Bernard Inon, un púgil con destacada carrera amateur pero apenas 13 combates como profesional –aunque Narváez, cuando obtuvo el título, tenía una pelea menos en su récord–.

Narváez, por su parte, venía inactivo, con su mano fuerte al 50 por ciento.

Ganar con una mano

Fue una pelea durísima, el crédito local ganó el centro del ring en los primeros rounds del combate y el nerviosismo invadía el rincón del chubutense y los televisores argentinos que a la distancia enviaban su aliento al Huracán de Trelew.

El temor ante un fallo localista sumado a todas las contingencias por las que había pasado Narváez para llegar al ring sumaban un poco más de incertidumbre a la contienda.

El patagónico no iba con todo con su zurda, tanteaba con la derecha e intentaba llegar con el “1-2” a su rival, que en el segundo round pegó un derechazo que el argentino sintió y lo llevó a soportar estoico el avance de Inom que, de todos modos, no aprovechó del todo la oportunidad de lastimar más al campeón.

En el quinto llegó la primera gran seguidilla de golpes del chubutense, que logró conectar al rival y mantenerlo unos segundos contra las cuerdas ante la imposibilidad del francés de defenderse. Sería la antesala de lo que pasaría algunos asaltos más tarde.

Con el correr de los rounds el chubutense comenzó a adueñarse del ring e impuso su jerarquía y oficio en el cuadrilátero. La mano izquierda le dolía, pero –como diría en una pelea siguiente en el mismo país– “el orgullo vale más que todo”. Fue así que Narváez continuó yendo para adelante y en el anteúltimo round volvió a acorralar a Inom hasta que el réferi de la contienda declaró el knock out técnico, para que el chubutense se dirija a un rincón para mirar al público, levantando los brazos como diciendo “sigo siendo el campeón”.

Sus colaboradores se subieron al ring lo lo alzaron mientras lloraban de emoción y le decían: “Sos crack, sos gigante”, al tiempo que a las cámaras de la televisión francesa le advertían que el chubutense ganó “con una sola mano”, tras el accidente de tránsito que le había provocado la fractura de la muñeca.

A 15 años de aquella pelea muchos siguen recordando el desempeño del trelewense, que durante toda su carrera priorizó la gloria deportiva ante el bienestar económico, siendo el boxeador sudamericano con más peleas por el título mundial y el púgil argentino con más defensas.

Narváez tuvo otras peleas memorables, como cuando venció al ruso Alexander Mahmutov en Francia en una pelea chivísima, cuando venció también en ese país a Brahim Asloum, cuando quebró la marca de Monzón en Puerto Madryn o cuando cuando noqueó al español  Iván Pozo en Vigo.

Ejemplo de tenacidad y profesionalismo, Omar Narváez, el petiso, el Huracán de Trelew, es parte de la historia grande del boxeo argentino, yendo al frente ante cualquier rival, sin sobrar la situación y dando todo de sí desde la primera hasta la última campanada. Un campeón con todas las letras.

Por Octavio Del Real – Ser Argentino

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