El glorioso día de Monzón

Carlos Monzón tuvo una rápida evolución en su carrera, tornándose uno de los más hábiles pugilistas que tuvo Argentina. Pero el momento de la verdad estaba por llegar aquel glorioso día, donde definiría quién sería el mejor del mundo.

Los 70, tiempos difíciles para llegar a ganar contra los más avezados y reconocidos en boxeo. Oscar ¨Ringo¨ Bonavena había llegado a combatir con Muhammad Ali, pero terminó derrotado a raíz de un fugaz knockout. Aun así esto significaba que los norteamericanos ya no reinaban en el deporte de hábiles puñetazos. Por consiguiente, comenzaron a aparecer estrellas a lo largo del globo asombrando con sus movimientos, destacando en las peleas. Carlos Ortiz de Puerto Rico, Ismael laguna de Panamá, Teo Cruz de República Dominicana, el español Pedro Carrasco surgieron en esos tiempos. De a poco, los países y, en especial los latinos comenzaban a  reafirmar su presencia. Hasta que en 1972 el panameño Roberto ¨Manos de Piedra¨ Duran apareció para destronar al escocés Ken Buchanan en el Madison Square Garden, quien le seguía en otro histórico hito sería Carlos Monzón.

El santafesino venía de una singular racha de victorias que estaban haciendo notar su habilidad en el boxeo como ningún otro. Juan Carlos Lectoure, legendario empresario y promotor de boxeo argentino, descubrió esta fugaz promesa pugilística. Pero tenía un gran problema, el cual debía corregir inmediatamente si quería promoverlo en los estandartes mundiales. Monzón, como tal, no llenaba los estadios. Sumado a ello, en la división de los pesos medianos, en la cual se hallaba la estrella, una división muy difícil de manejar.

Contra viento y marea, Lectoure trabajó con fuerza para llevar al deportista a la Asociación Mundial de Boxeo. Siendo promotor de Monzón, logró asociarse con iconos dentro de la industria como Rodolfo Sabitini de gran influencia en Europa, y el reconocido Bob Arum, quien a día de hoy sigue siendo uno de los promotores más importantes del mundo. Gracias a los vínculos logrados, Juan Carlos pudo acceder a la buena relación con la Asociación Mundial que más tarde le traería otros contactos y renombres a su curriculum.

 

Camino a la gloria

Tras varias victorias de la promesa pugilística en el Luna Park contra hábiles contendientes norteamericanos, finalmente Lectoure logra poner a Monzón en los ojos de la Asociación Mundial. Esto, sumado a la cantidad de veces que el promotor había asistido a las convenciones de la WBA (World Boxing Association), ubicaron al luchador primero en el ranking . No debemos  restar mérito a sus tenaces victorias por tal logro.

El 19 de septiembre de 1979 Monzón combatiría contra Charley Austin en el Luna Park, siendo una pelea de preparación para la promesa. Su victoria se dio por puntos ante un estado casi vacío. Tras finalizar la contienda, no dejó muy satisfechos a los aficionados a este deporte con su dudoso desempeño.

Carlos Monzón con solo 28 años ya contaba con 60 peleas ganadas,44 knockouts, era  campeón argentino y sudamericano. Su retador era Nino Benvenutti, quien con 32 años tenía acumuladas 82 victorias y medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Roma. Este último, a pesar de sus habilidades había entrado en un declive, ya no era el mismo luchador de hace años atrás. Aun así, Monzón no subestimaría a su oponente, por ello  entrenó duramente.

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El cuerpo técnico, su promotor, algunas estrellas del boxeo y un reportero viajaron con la joven promesa hacia Italia. Allí lo esperaba, ese 8 de noviembre de 1970 en el Palacio de los Deportes de Roma, frente a 16.000 personas, Nino Benvenutti. En  el pesaje ,una palmada en el glúteo provino de Nino hacia Carlos, lo cual  indignó al santafesino  y respondió con una mirada llena de ira. Presidida por el arbitro británico Harry Gibbs, la pela dio inicio. Monzón comenzó lentamente, debilitando con sus golpes a Benvenutti, con determinación, fuerza y precisión. El doceavo round fue determinante. El italiano ya había recibido varios puñetazos del argentino, no estaba logrando esquivar con certeza. Hasta que, de repente , Monzón decide terminar el combate con un derechazo que noqueo a Nino. Benvenutti no tuvo oportunidad alguna, cayó y trato de levantarse como un reflejo pero terminó por derrumbarse. El combate ya se había decidido, Carlos Monzón era coronado como el campeón del mundo. Cabe destacar que, hasta ese momento, solo tres argentinos habían logrado llegar a la tan ansiada coronación.

El joven santafesino, del cual emanaba una gran habilidad pugilística, pero en la que muy pocos creían, había salido victorioso. Demostró sus capacidades, se coronó a los ojos de todo el globo. De aquí en más, como dice la frase, el resto es historia.

Por Martín Albarracin – Ser Argentino

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