Los campeones indiscutibles son buenas noticias para el boxeo, pero…

Cuando era un peleador exitoso e intentaba ganarse una reputación en la industria musical, Oscar de la Hoya dijo que se convertiría en promotor para ayudar a que púgiles como él tuvieran mejores oportunidades, no fueran oprimidos por sus manejadores y dar a los fans las peleas que verdaderamente querían ver…

De La Hoya cumplió su palabra. Golden Boy Promotions nació bajo su amparo en 2002; pero aquella reflexión no se cumplió a pie juntillas. Una cosa, es decir, otra es hacer.

No descubro nada nuevo. Con un actor más en juego nada o poco cambió. Continuaron las contradicciones entre promotores y sus compañías, los pleitos boxeador-manejador, el cuidado excesivo del récord de los púgiles y, sobre todo, las peleas que verdaderamente los fanáticos querían ver podían demorar años en concretarse o simplemente nunca suceder.

Pero de un tiempo acá, las cosas parecen tomar un rumbo diferente. Da la sensación de que el boxeo empieza a dejar atrás la guerra fría entre promotoras para adherirse a la ecuación más simple, valedera, y a la larga rentable para cualquier deporte: los mejores contra los mejores.

Teófimo López, el ex campeón unificado de peso ligero, recordó hace unos días, mientras se acerca la pelea entre George Kambosos, el hombre que le arrebató la condición de indiscutible, y Devin Haney, que él hizo tendencia esa moda de reunir bajo un mismo techo los cinturones de las cuatro organizaciones mayores del boxeo: Consejo Mundial de Boxeo (CMB), Asociación Mundial de Boxeo (AMB), Organización Mundial de Boxeo (OMB) y Federación Internacional de Boxeo (FIB).

Stream George Kambosos Jr. vs. Devin Haney por ESPN

“Ellos simplemente dijeron que haremos que todos los demás sean indiscutibles en este punto para derrotar el propósito… jajaja. Solo recuerden que yo traje esa tendencia de vuelta”, escribió en su cuenta de Twitter.

Aunque es debatible si Teófimo fue o no quien trajo de vuelta la moda los campeonatos indiscutibles (que sería tema para otro artículo), en su reflexión en redes sociales encontramos una pista que nos alerta que podríamos estar en medio de un cambio de era.

Sí, como te cuento. Que las marcadas diferencias que siempre han existido en el boxeo comiencen a quedar en segundo plano y, que los organismos sancionen y los peleadores busquen ese tipo de confrontación, son señales inequívocas de un cambio de mentalidad. Al menos, eso parece.

De 2017 a la fecha, Terence Crawford (peso superligero), Oleksandr Usyk (crucero), Teófimo López (ligero), Kambosos (ligero), Josh Taylor (superligero), Canelo Álvarez (supermediano) y recientemente Jermell Charlo (superwelter) se las arreglaron para unificar las cuatro fajas y convertirse en campeones indiscutibles.

George Kambosos Jr. comparte su travesía desde ser un prospecto australiano poco conocido, un movimiento audaz a los Estados Unidos y ahora una defensa del título mundial en su tierra natal contra Devin Haney.

Uno, y hasta dos, pueden considerarse excepciones que confirman una regla. Pero siete en cinco años no luce como una excepción.

¿Cuántos obstáculos tuvieron que salvarse para que tantos boxeadores pudieran obtener el título de indiscutible?

Pocos años atrás esa situación era casi impensable. Entre 1998 (cuando inicia la era de los cuatro cinturones) y 2017 solo Bernard Hopkins (mediano) pudo acopiar los cuatro cinturones. Jermain Taylor (mediano) fue el siguiente, pero lo consiguió después de batir a Hopkins, quien ya había hecho el “trabajo sucio” que incluyó unificaciones con Oscar de La Hoya y Tito Trinidad.

Desafortunadamente, parece que las aguas vuelven a tomar su nivel. Las promotoras comienzan a preocuparse más en el beneficio propio que en la grandeza del deporte. Es por eso que Josh Taylor perdió en los despachos de la AMB el cinturón de campeón superligero por negarse a pelear con el retador mandatorio, el dominicano Alberto Puello.

Ojalá la situación de Taylor no sea más que un tropiezo y no regresen los tiempos de conflictos irreconciliables donde los perdedores siempre eran los mismos: los boxeadores y los fanáticos.

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