Fernando Martínez, el “Pibe de la Boca” que afronta un desquite diferente y vital para el boxeo argentino

Por Osvaldo Principi – La Nación

Fernando Martínez (52,050 kilos), único campeón mundial vigente del boxeo argentino, nació en Avellaneda hace 31 años, pero para todo el ambiente pugilístico es “El pibe de la Boca”, emergente de un pintoresco conventillo de la calle Olavarría. Representa un retrato fiel de los muchachos sufridos de la zona sur; de las viviendas con chapas, los muelles de Dock Sud y los vericuetos de los callejones de la isla Maciel. Se siente orgulloso de todo ello y por eso fue despedido con el estridente sonido de los autobombas barriales y con un canto vecinal eufórico y desafinado en su partida a Estados Unidos al ritmo del “Dale campeón”.

Su primera defensa de la corona supermosca de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) constituirá el desquite ante quien se consagró: el filipino Jerwin Ancajas (52,050 kilos). El match de 12 rounds se llevará a cabo esta noche, desde las 23 y con televisación de ESPN, en el estadio Dignity Health Sports Park de Carson, California, en las cercanías de Los Angeles. Un escenario familiar a nuestros campeones Marcos Maidana, Lucas Matthysse, Jesús Cuellar y Brian Castaño.

¿Qué significa esta revancha y qué diferencias ofrece? Martínez ganó con holgura por puntos el primer pleito realizado el 26 de febrero último en Las Vegas. Sin ser favorito consiguió un rendimiento espléndido apoyado en una faena ofensiva y un entrenamiento sobresaliente, con ejecución de todo tipo de impactos. Con una eficacia llamativa sobre un rival zurdo y seis centímetros más alto. Creció y mostró una admirable personalidad deportiva. Para este desquite, tomó un largo descanso –conveniente por la dureza de la contienda pasada–, se entrenó en Argentina con sus compañeros de equipo Agustín Gauto, Junior Zárate y Abel Silva y contrató a dos sparrings extranjeros de guardia invertida como Ancajas: el puertorriqueño Carlos Caraballo y el venezolano Michel Banquez. Su entrenador Rodrigo Calabrese, vital en su campaña, diagramó su preparación en el club Renunciamiento de la Boca y declaró para LA NACION: “Trabajamos a fondo con el video del cotejo pasado y esta vez duplicaremos los golpes al cuerpo. Esa será una clave”.

Martínez, cuyo récord legítimo es de 30 peleas, con 24 victorias (10 KO) y 6 reveses, es uno de los cinco atletas argentinos de deportes individuales más trascendentes del momento. Y esta es su oportunidad para demostrarlo. Tiene una experiencia de doce años en el boxeo rentado, fue representante olímpico en Río 2016 y boxeó en Estados Unidos, Argelia, Polonia, Rusia, México y Sudáfrica, intercalando sus licencias AIBA y FAB. En la conferencia de prensa oficial, en el hotel The Westin LAX, en Los Angeles, dijo: “Tengo un plan A y un B. Debo mantener los pies sobre la tierra si quiero volver con el cinturón al país”. Contará, además, con el apoyo de Marcos “Chino” Maidana, a quien está ligado contractualmente.

Ancajas sigue siendo un rival de cuidado. De mucho cuidado. Es zurdo, bien formado técnicamente y pega con justeza. Tiene 30 años y un gran recorrido mundialista desde que obtuvo el cetro ante McJoe Arroyo, en 2016. Tras nueve defensas exitosas fue destronado por Martínez. Ganó 33 peleas (22 KO), perdió 2 y empató 2. Subrayó a los periodistas californianos: “Perdí por estar mal entrenado y ahora mejoré. No tuve piernas, por eso debí pelear en la zona corta de Fernando”.

Será una revancha atractiva y atrapante. Llena de presión para Martínez y de obligaciones para Ancajas. El argentino deberá corroborar su gran ritmo distancias reducidas e imponer su frescura sobre un oponente que tendrá que reencontrarse consigo mismo y con una estrategia que no fue la esperada en la competencia anterior. Se vislumbra un desarrollo distinto al observado en el Casino Cosmopolitan de Las Vegas.

Martínez es ligero favorito. Paradójico: pese a ganar en modo brillante y amplio el pleito anterior, deducimos que éste será un desquite diferente. Inquietante e impredecible como todos aquellos combates decisivos para el futuro de sus protagonistas. Y en estos principios se basa este desquite.