A 68 años del título mundial de “Pascualito” Pérez en Tokio
Tomás Rodríguez – El Litoral
El pugilista que había nacido el 4 de junio de 1926 en Rodeo del Medio, departamento Maipú, también es poseedor de un privilegio único entre los boxeadores argentinos; ostentar el cetro mundial y la medalla de oro que logró en los Juegos Olímpicos de Londres en 1948. El “León Mendocino” medía 1,50 metros, pesaba 47 kilogramos, pero sus golpes precisos y violentos, con ambas manos, parecían de un púgil peso gallo, sostenía Lázaro Koci, su adiestrador.
A pesar de la emoción de la victoria y del placer de haber sido felicitado por Arturo Jaime Rodríguez Jurado, quien obtuvo la presea dorada en boxeo, categoría pesado, en los Juegos Olímpicos de Amsterdam (Países Bajos) en 1928, Pascualito sorprendió con su deseo de retirarse del deporte de las narices chatas. “He conseguido todo lo que podía ambicionar un pugilista amateur y creo que no tiene sentido pasar al profesionalismo, porque en Argentina no se promocionan las categorías bajas”.
Reconocía al propio tiempo, que “por el boxeo he viajado primero a Buenos Aires desde mi terruño natal; luego a Santiago de Chile (Latinoamericano), también a Brasil y ahora a Londres. Me gustaría, eso sí, hacer alguna pelea en Nueva York, aunque siempre en categoría amateur”, aseguró.
Debutó en el campo rentado a los 27 años, el 5 de diciembre de 1952, no dispondría de una carrera extensa para ganar dinero y poder vivir de sus ahorros, derrotando en Gerli por abandono al chileno José Ciorino. Enhebró una serie de 18 victorias consecutivas antes del límite, hasta que Juan Bishop le aguantó 10 asaltos de pie el 22 de abril de 1954, en el Luna Park.
El presidente de la Nación, general Juan D. Perón, quien apoyaba todas las expresiones deportivas de la época, sabía que estaba ante un gigante encerrado en un frasco chico; por eso movió sus influencias para conseguirle una pelea por el título del mundo en Buenos Aires; el japonés Yoshio Shirai, campeón de los moscas aceptó con una condición: si el “León Mendocino” ganaba, los jurados debían decretar empate; a cambio, él se comprometía a darle la chance por el título de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). El 24 de julio de 1954, el argentino igualó, habiendo sido muy superior sobre el ring, pero obtuvo su oportunidad por el cinturón de la AMB, cuatro meses más tarde en Japón.
Su conductor desde el rincón era Lázaro Koci, una de las personas que siempre estaría a su lado y que más conocía su intimidad. Llegó la hora de la revancha contra Shirai, el 26 de noviembre de 1954. Tras 15 vueltas, El “Pequeño Gigante” derribó al monarca nipón en dos ocasiones, terminó venciéndolo por decisión unánime y se convirtió en el primer campeón mundial del boxeo profesional de nuestro país, mostrando una extraordinaria técnica, velocidad y fortaleza para noquear. Le dedicó su triunfo a Perón, a la madre que le dio la vida y al pueblo argentino; el propio jefe de Estado fue a recibirlo al aeropuerto, vía Montevideo.
El amor por el boxeo amateur, su hambre de gloria y el extremo cuidado por su estado físico lo llevaron a que se aventurara más tarde, con una extraordinaria carrera que terminaría recién a los 38 años, escribió el periodista Víctor Alfredo Pochat.
Aquellos periodistas que lo vieron combatir elogiaron no solamente su capacidad para dominar al oponente en el ring sino también el atildado y prolijo estilo que supo desplegar y que le permitió ser rey en su división por seis años. En la novena defensa de la corona, en 1960 perdió con el tailandés Pone Kingpetch.
Un dato que no puede pasar inadvertido de Pascualito fue el hecho de que realizó 92 peleas, de las cuales ganó 84 (57 por la vía rápida), perdió siete y empató una.
Pero tampoco hay que olvidar la natural espontaneidad y don de buen tipo que supo imprimirle a su vida, inclusive cuando ya no era más campeón del mundo y el boxeo lo cobijaba en sus páginas doradas como el único púgil argentino que conquistó un título olímpico y otro mundial.
La medalla de oro en Londres 1948
Pascualito Pérez y el también mendocino Alfredo Iglesias -categoría pesado- obtuvieron en los Juegos Olímpicos de Londres, en 1948, las dos últimas medallas de oro para el boxeo argentino que antes había logrado otras cinco en distintos juegos previos. Llegar no fue fácil y nadie le regaló nada, siendo el menor de nueve hermanos de una familia humilde en Rodeo del Medio, una población a 10 kilómetros de Mendoza, debió salir desde niño a trabajar en la cosecha de uva.
Podría haber seguir haciendo toda su vida, ganándose el pan como chacarero, al igual que su padre, pero el destino le tenía guardado otro lugar: comenzó a transitar los gimnasios alentado por el boxeador Francisco Romero, practicando en el Club Justo Suárez.
Aunque no existen registros fehacientes, su debut habría sido en 1944, con 18 años, en su pueblo de origen, esa temporada fue campeón de su provincia y antes de que terminara el mismo, se había coronado campeón argentino de novicios. A su familia no le agradaba que practicara boxeo, pero él siguió igual y en 1946 se adjudicó el título argentino y el Latinoamericano en el estadio Caupolicán de Santiago de Chile; al año siguiente revalidó estos dos cinturones.
El “León Mendocino” estaba listo para el gran salto, viajaría a Londres en 1948 para alcanzar la gloria en los Juegos Olímpicos. Se presentaron 26 púgiles pertenecientes al mismo número de países para la categoría Mosca (hasta 51 kilogramos), el mendocino tenía un récord de 69 peleas con sólo tres derrotas. El sábado 7 de agosto en el debut se impuso al filipino Ricardo Adolfo por KOT en la segunda vuelta; el martes 10 el “León Mendocino” derrotó por KOT sudafricano David Williams en el tercer asalto, tras derribarlo dos veces en el round inicial, hizo lo propio en el tercero y el juez paró el desigual encuentro. Al día siguiente, en cuartos de final combatió con el belga Alex Bollart, a quien superó por puntos. El mendocino en la semifinal peleó con Frantisek Majdloch, de Checoslovaquia, obteniendo una clara victoria por decisión unánime.
El 13 de agosto de 1948 en la final disputada en el Empress Stadium de Wembley, Pascualito Pérez en una gran exhibición, venció por decisión unánime a Spartaco Bandinelli, de 27 años, campeón nacional de Italia, invicto y con un palmarés de 70 triunfos como amateur. Al anunciarse su consagración y medalla de oro, el argentino visiblemente emocionado, fue alzado en andas por sus compatriotas.