Malos muchachos, o una breve historia de escándalos en los pesajes

POR CARLOS IRUSTA

Devin Haney empuja a Vasiliy Lomachenko. Tyson Fury insulta en las narices a Oleksandr Usyk. Teófimo López dice que va a matarlo a Josh Taylor, que no se queda atrás en las respuestas. Sunny Edwards se burla de mala manera del chileno Andrés Campos. Gervonta Davis empuja a Ryan García tras el pesaje y se genera una trifulca. Son, apenas, algunos ejemplos.

 

 

 

Taylor y Teófimo se dijeron de todo en la previa a la disputa del título Superligero de la Organización Mundial de Boxeo.

Cortesía: Mikey Williams | Top Rank

¿Esos desbordes son necesarios para vender entradas? Este cronista cree que, ante todo, los que venden entradas son los boxeadores por sus estilos, por sus antecedentes y por lo que pueden dar en el ring frente a frente.

 

Ni siquiera suelen ser tan “vendedores” los cinturones que estén en juego, porque son muchas las peleas en las que, títulos en disputa o no, los aficionados quieren verlas.

 

No queremos pecar de antiguos, pero da la sensación de que el mundo del boxeo debería precaverse un poco de estos show previos.

 

Teófimo, tras ganarle claramente a Taylor, lo llamó, lo abrazó, lo felicitó y tras un pedido mutuo de disculpas, todo pareció olvidarse, como debería ser. Sobre todo, luego de que estos dos guerreros hubieran disputado una pelea caliente, friccionada, dura, pero atractiva para todos. Un gran campeón ante un retador difícil y aguerrido (aunque también, por momentos, demasiado burlón para su adversario).

 

Haney se puso el público en contra cuando lo empujó a Loma y seguramente, como ya expresamos, habrá muchos ejemplos que cada lector podrá agregar de su lista de recuerdos personales.

 

Este cronista recuerda particularmente el empujón de Marcos “Chino” Maidana ante Adrien Broner, cuando pelearon en el Alamodome de San Antonio, Texas, el 14 de diciembre de 2013. El santafecino ya venía mal con Broner, cuando éste, un año antes, en Saint Louis, insultó gratuitamente a su futuro rival Eloy Pérez, en el lobby del hotel donde se alojaban. Lo hizo delante de la esposa de Pérez y fue un breve escándalo, sin periodistas presentes (salvo quien esto escribe y Juan Larena), por lo que no fue un show preparado para la prensa, sino agresión verbal pura y gratuita.

 

“Eso no se hace”, dijo Maidana enojado. “Algún dia lo voy a agarrar”. Bueno, un año más tarde lo “agarró” en el pesaje, y después en el ring. Broner terminó en el hospital mientras todo el estadio ovacionaba al “Chino”, ganador indiscutido.

 

Los hermanos de Victor Galíndez se pelearon con los de Mike Rossman en pleno combate en Nueva Orleans, luego de haberse cruzado en el pesaje. Fue en la revancha, en la que Galíndez venció a Rossman, recuperando su corona mundial WBA medio pesado, cuando Mike no salió a pelear al décimo por una lesión en la mano, 14 de abril de 1979.

 

Pero, comparados con algunos hechos de la actualidad, estos antecedentes no dejan de ser menores. Nada que ver, en cambio, con el tremendo escándalo que armó Mike Tyson en Nueva York frente a Lennox Lewis, en enero de 2002, en una conferencia de prensa en Nueva York. Hasta don José Sulaimán (presidente del Consejo Mundial de Boxeo) terminó seriamente lastimado. Un bochorno lastimoso.

 

De hecho, el 8 de junio de ese año fueron presentados al público –la pelea fue en Memphis, Tennessee-, por Michael Buffer y Jimmy Lennon Junior. Estuvieron separados con personal de seguridad, que dividió al ring en dos: ambos boxeadores representaban a dos cadenas televisivas, pero más allá del hecho, se aprovechó también la hostilidad de aquella conferencia para aumentar el show. Lewis ganó por nocaut en 8 rounds.

 

Lugar propicio suele ser el pesaje, cuando los boxeadores están nerviosos, acosados por sus propios fantasmas de la balanza. Recordar que algo así sucedió entre Brian Castaño y Jermell Charlo, el 14 de mayo del año pasado. Pero el clima venía con antecedentes de algunas palabras fuertes del boxeador norteamericano antes de lo que fue la segunda edición, acusando al argentino de haber fingido algunas lesiones para demorar la pelea.

 

Charlo ganó por nocaut en el décimo round en Carson, California, pelea que transmitió ESPN KNOCK OUT, como lo hizo también el sábado 10 en el encuentro Teófimo López-Josh Taylor. Debería haber algún límite, porque en definitiva se trata –debería tratarse- de profesionales, de hombres que suben a un ring a jugarse la vida y que el enojo y la falta de límites es un pésimo compañero de viaje.

 

Cuando Oscar “Ringo” Bonavena empezó a hablar demasiado, siguiendo la escuela de Muhammad Alí, también despertó escozores en el ambiente del boxeo argentino. Finalmente terminaron tomándolo como lo que era, justamente: publicidad pura. De hecho, en el pesaje ante Alí, 1970, ambos cruzaron gestos y provocaciones y aunque Bonavena lo trató de “Chicken” al gran Muhammad, todo terminó entre risas.

 

Ambos sabían de los límites entre la publicidad y la agresión gratuita. Una frontera que últimamente se ha perdido.

 

Todo ello nos recuerda a Don Alfredo Porzio, entrenador de figuras como Gregorio Peralta, Eduardo Lausse o Rafael Merentino entre otros.

 

Porzio, que fue medalla de bronce en categoría pesado en los Juegos Olímpicos de París (1924) se ocupó de colgar un cartelito en el gimnasio del Luna Park que rezaba así: “EL BOXEO ES UN DEPORTE DE MUDOS”.

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