Que Donald Trump fuera el anfitrión influyó notablemente en la tremenda promoción que recibió el combate entre Mike Tyson y Michael Spinks en 1988. El expresidente volvía a unir sus fuerzas con el promotor Don King para ‘exhibir’ a la octava maravilla del mundo -Tyson- en el histórico Convention Hall de Atlantic City, con estancia para todos los invitados en su casino el Trump Plaza, desde donde el magnate decidió competir con Las Vegas.

En el plano deportivo, Tyson acudía como monarca absoluto del peso pesado. La carrera de ‘Iron Mike’ seguía lanzada, aunque vivía desbocado tras el fallecimiento de Cus D’Amato y la entrada en escena de Don King. Por su parte, el ‘gafe’ Spinks estaba invicto (31-0) y era el campeón lineal para la revista The Ring, pues había sido despojado de su título de la IBF al no llegar a un acuerdo para enfrentarse a Tony Tucker. El favorito era Tyson, aunque algunos como Muhammad Ali o Sugar Ray Leonard habían apostado por el triunfo del excampeón olímpico y del semipesado.

La pelea duró 91 segundos

‘Jinx’ era un rival muy a tener en cuenta pero, según reveló a posteriori su mánager Butch Lewis, estaba muy nervioso y sudaba en exceso ya antes de ponerse a calentar. El mismo Lewis decidió no contarle a su boxeador que había entrado en el vestuario de su oponente y había visto que una de las paredes tenía aspecto de haber sido rota a golpes. Antes de que se iniciara la acción, sobre el ring, Donald Trump, flanqueado por Ali, alzaba los brazos a modo de triunfo. La pelea terminó al cabo de 91 segundos.

Sólo fueron 91 segundos, pero casi era lo de menos y hasta lo esperado. El poder de convocatoria de Tyson y la labor de relaciones públicas de Trump había congregado en el Trump Plaza y en el Convention Hall a un nutrido grupo de personalidades. Era el escaparate donde las estrellas querían estar aquel 27 de junio de 1988.

Del mundo del boxeo estaban el citado Ali, Sugar Ray Leonard o Larry Holmes, pero esa noche parecía más reservada al glamour de Hollywood. En asientos contiguos se encontraban Jack Nicholson y Warren Beatty, que antes de acudir a sus asientos habían hecho equipo con el músico Paul Simon y a ellos se les había unido durante unos minutos el presentador Larry King.

Bruce Willis, a escasos meses del estreno de la película Jungla de Cristal y vestido con un mono, charlaba con Sean Penn y Madonna -eran pareja entonces-, sentados justo detrás de él. Por allí estaban también los protagonistas de la saga de películas Rocky, Sylvester Stallone, Burt Young (Paulie), Carl Weathers (Apollo Creed) y Dolph Lundgren (Ivan Drago).Chuck Norris, del mundo del cine, también formaba parte del elenco de estrellas, así como los también actores Gene Hackman, Richard Pryor, Billy Crystal y el director Rob Reiner. Por supuesto estuvo allí Robin Givens, esposa de Tyson, así como los míticos Jack Lemmon y Redd Foxx. El escritor Stephen King fue con su hijo.

En la primera línea se encontraba, como no, Donald Trump, acompañado de de su hijo Donald jr, de su esposa Ivana y del millonario padre de esta, Milos Zelnicek. Entonces podía resultar curioso que se uniera a este grupo el jugador de fútbol americano Herschel Walker, ganador del trofeo Heisman en 1982, y que en la actualidad ha sido aspirante republicano -trumpista- al Senado de EEUU por Georgia.