Agustín Gauto, el peleador que quiere salir del olvido para volver a ser una esperanza para el boxeo argentino

Nacido en Lanús, Agustín Gauto tiene 25 años y virtudes que lo engrandecen: pujante, sacrificado, lleno de sueños. Apodado El Avión, por los creativos de bautizos y minucias deportivas, fue el boxeador argentino más ponderado por la potencial proyección de su carrera entre febrero de 2019 y marzo de 2022. Sobre todo, en esta columna.

Analizábamos, por entonces, sus plazos para concretar una pelea por el título mundial minimosca. Tenía las mejores posiciones en los rankings y era altamente elogiado por su depurada formación técnica, en donde el arte y la pegada de KO combinaban a la perfección. Fue feliz al separarse de sus anteriores representantes. Sufrió y lloró por la desvinculación de su padre, Hernán, en la dirección técnica, y pagó un alto precio, sobre todo en inactividad por cuestiones de contratos, para poder incorporarse a las filas de Chino Maidana Promotions.

 

Debió esperar un año para volver a boxear. Lo hizo ganando meteóricamente en Alemania, a fines de 2021, pero cuando nadie lo pensaba fue noqueado por el filipino Miel Fajardo, en Dubai, el 26 de marzo de 2022. No solo se derrumbó su cuerpo en la lona del ring; su carrera tomó un rumbo incierto. Se quedó sin nada. Sin invicto ni alabanzas.

Esta noche retomará el tuteo con el ámbito porteño y regional. Peleará en el microestadio del club Lanús sin mayores riegos. Ultrafavorito en el combate ante el tucumano Darío Ruiz, con el apoyo de los vecinos de toda la vida y sin mayores grandezas. Sin TV, con esforzadas coberturas de streaming (@Lacasacaboxingclub) a partir de las 22 horas y protegiendo su muy buen record: 18 victorias (13 KO) y un revés.

 

 

Si bien reapareció a fines de febrero con un triunfo por KO ante el boliviano Miguel Canido, en Mendoza, hoy volverá a exhibirse ante los intereses de la industria local. Y esto tiene su significado. Su presente deportivo exhibe tres variantes fundamentales. A saber:

 

El cambio de categoría definitivo. De minimosca (49.850 kg) a mosca (50.802 kg). Su desarrollo muscular hace imposible continuar en su viejo peso. “De ahora en más se desempeñará en una nueva división”, afirmó Rodrigo Calabrese, su entrenador. Deberá abrir nuevas vías en las clasificaciones internacionales. Hoy está excluido de las mismas.

Necesita recuperar imagen. Fue en modo excluyente la gran esperanza del box nacional para el periodismo y luego pasó casi al olvido. Postergado por Mirco Cuello, Brian Arregui o Yamil Peralta, que lo han superado en despliegue informativo como figuras del futuro.

Deberá cumplir al pie de la letra los planes trazados por su equipo. Sin interrupciones. Se concentrará en Cuba junto con el campeón mundial Fernando Martinez, a principios de mayo; volverá a pelear en Mendoza y entonces, sí, intentará una pelea atractiva que permita su regreso al escalafón mundial.

Las mieles del éxito son efímeras en el cuadrilátero. Sobre todo para los novatos como él, que estuvieron a un paso del primer plano. Un grande de sus pagos, Horacio Accavallo, ícono del pugilismo argentino, sentenciaba: “Perder en el mejor momento significa volver a la pila” (entiéndase quema, localía del cirujeo). Y Gauto lo comprendió. Sigue trabajando a sol y sombra, desde las 5 de la mañana, en tareas ajenas al deporte y sabe que no puede volver a fallar si quiere vivir como un campeón.

 

Hoy pone su propia máquina –otra vez– en marcha y tiene prioridades. Prometió a su mujer, Melanie, joven veinteañera y mamá de su pequeño Benjamín, que todo volverá ser como antes. Ojalá así sea. El boxeo argentino no puede perder una pieza tan valiosa.

 

Osvaldo Príncipi – La Nación

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